miércoles, 31 de agosto de 2016

El pozo negro


- Veréis niños debéis daros cuenta de que todos los trabajos son horribles y no hay nada que podáis hacer al respecto. Son tediosos y aburridos.
- ¡Ser bombero no es aburrido¡
- Cierto, pero debéis tomar en consideración el alto índice de mortalidad. Es muy fácil morirse en medio de un incendio.  

Bryan Cranston en  “Malcolm in the middle”


Puedo decir que algunos propietarios de minas integradas en HUNOSA me han dicho, más o menos confidencialmente, que si hubiesen sabido el precio que el Estado les iba a pagar hubiesen comprado antes muchas otras minas.

Carlos Ferrer Salat, por entonces presidente de la CEOE, en “Actualidad Económica”, 16 de Mayo de 1970, p. 16.






A lo largo de la trayectoria de este blog he intentado explicaros que la Historia, como campo de conocimiento, no consiste en la memorización de fechas o en una sucesión de anécdotas y batallas sino que es una forma de analizar procesos de cambio. Y que por ello el pasado no es, no debe ser, un fin en sí mismo, sino un simple medio para llegar a conocer mejor nuestro presente y debatir sobre él.  

domingo, 7 de agosto de 2016

La gran superproducción


El cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico.

José Antonio Bardem en 1955 
  





En la última entrada del blog os hablé de la influencia de la pintura histórica en el cine. De cómo en ocasiones determinados decorados, caracterizaciones, vestuarios… de películas de género histórico se inspiran o proceden directamente de unas pautas, unos clichés y en suma una iconografía salida del mundo de la pintura del pasado y/o sobre el pasado. Ahora bien, entonces apenas realicé una primera aproximación a un tema que es de una amplitud inabarcable ya que además ese tipo de relaciones no se dan únicamente entre los campos expuestos sino que otras formas de expresión como el cómic contemporáneo también deben muchísimo a la pintura de época.

lunes, 25 de julio de 2016

La traición de las imágenes


- Maese Holbein, cuando pintó a mi padre lo retrató viejo, asqueroso y enfermo. No parecía en absoluto un rey de Inglaterra, más bien un pobre miserable, un hombre débil, simple y moribundo. ¡Y ahora hace lo mismo conmigo!

- Majestad, yo...

- ¡Señor Holbein¡, ¡este retrato es una mentira!, ¡repítalo!

"The Tudors", décimo episodio de la cuarta temporada. 






En diversas entradas de este blog me he referido a la existencia de una conexión entre el cine, la televisión y la pintura de tinte historicista, sobre todo la del s. XIX. ¿Por qué la pintura del s. XIX en concreto?. Bien, existen diversas razones, digamos que llegados a esa centuria el conocimiento de la historia occidental ya empezaba a ser relevante, a diferencia de lo que ocurría en siglos pasados durante los cuales los pintores tenían serias dificultades para documentarse sobre armamento o arquitectura de otras épocas. Eso permitió la irrupción durante el s. XIX de diversos pintores que no solo eran excelentes artistas sino también auténticos eruditos especializados en historia o arqueología, caso de Alma-Tadema. Por entonces además la técnica pictórica había alcanzado su culmen en lo tocante a la representación naturalista de paisajes y personajes. Y por último aquel tiempo coincidió con la eclosión del romanticismo y el nacionalismo, lo cual impulsó con gran fuerza la producción de cuadros que sirviesen para ilustrar escenas capitales de la historia "nacional”. El resultado de todo ello fue que ese siglo vio alumbrar movimientos como el Purismo italiano o los Nazarenos alemanes, todos ellos obsesionados con el pasado. 

Es así como una serie de pintores decimonónicos, sobre todo ingleses y franceses, pero también alemanes, españoles, italianos, rusos o estadounidenses, hoy en día muy poco recordados en su mayoría, dieron vida a múltiples clichés y visiones del pasado que más adelante fueron recogidas y recicladas subrepticiamente por el mundo del cine en el s. XX (debido a que en el siglo pasado la pintura dejó de interesarse por la temática histórica lo que convirtió a la abundante pintura historicista del s. XIX en el último y casi único referente posible del que tomar ideas por parte de los encargados del atrezzo en los rodajes). 

viernes, 8 de julio de 2016

Ecolapso


Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro.
  




Con esa cita comienza Apocalypto, la espectacular cinta producida de Mel Gibson ambientada en un imposible mundo maya todavía en decadencia a inicios del s. XVI. La frase en cuestión es obra de un historiador estadounidense llamado Will Durant (autor de una conocida pero ya muy vieja Historia Universal por uno de cuyos volúmenes recibió el Pulitzer) quien la puso por escrito refiriéndose a los romanos y no los mayas. Es más, dicho enunciado ni siquiera es original ya que de cara a formularlo Durant se limitó a versionar una famosa afirmación realizada previamente por el historiador y filósofo británico Arnold J. Toynbee: "Las grandes civilizaciones mueren por suicidio, no por asesinato"

   Y sin embargo, pese a todas las salvedades que acabo de hacer, el caso es que dicha reflexión en cierta forma se ajusta perfectamente a lo que vamos a ver hoy acerca del mundo maya.

sábado, 25 de junio de 2016

Mayaceno


La sangre nutre el mundo.
La sangre hace caer la lluvia.
La sangre hace germinar la tierra
y en la sangre los hombres nacen y mueren.
La sangre es el alimento de los dioses…
…del inframundo.

(“Alexander revisited”)




Hace más de dos años, en los primeros tiempos de este blog, dediqué al mundo maya una extensa entrada. Sin embargo dicha aproximación quedó incompleta ya que el potencial de la temática convertía aquel solitario texto, pese a su complejidad, en poco menos que una introducción al tema. Por eso prometí entonces volver a revisitar y ampliar la cuestión en un futuro. Pues bien, ese momento ha llegado. 

sábado, 18 de junio de 2016

El Japón decimonónico en imágenes




La técnica para hacer fotografías fue descubierta a mediados en los años veinte del s. XIX, aunque las primeras cámaras no empezaron a salir al mercado con cuentagotas hasta casi veinte años más tarde. Además por entonces resultaban todavía muy rudimentarias ya que solo podían tomar imágenes en blanco y negro de baja calidad.

Sin embargo el nuevo invento progresó rápido y ya desde los años sesenta de ese mismo siglo se implementaron los primeros sistemas para obtener imágenes en color. Aunque se trataba de mecanismos muy complejos, lentos y caros, por lo cual la fotografía en color propiamente dicha no se generalizó comercialmente hasta un siglo después. Antes de eso solo a partir de comienzos del s. XX se empezaron a disponer sistemas relativamente fiables para tomar imágenes en color de buena calidad, pero tales sistemas obtuvieron muy escasa difusión debido a su elevado precio, alta complejidad y a los sofisticados cuidados requeridos tanto por las cámaras como de cara a revelar las imágenes. No obstante de todo esto ya os he ido hablando poco a poco a lo largo de las diversas entradas que he dedicado a la fotografía durante esos años.

La cuestión es que el caso japonés resulta particularmente interesante porque allí en esa confusa etapa que va de 1860 a 1900 aproximadamente se produjeron muchas fotografías de calidad y se llegó a experimentar a gran escala con un sistema muy particular enfocado a proporcionar color a tales imágenes.

lunes, 13 de junio de 2016

Paisajes idealizados y gentes estereotipadas del País del Sol Naciente





Antes de entrar en materia me gustaría enmarcar lo que voy a comentar dentro de un proceso más amplio. En concreto la formación a finales del s. XIX de una imagen tópica de la cultura japonesa, o al menos de una cierta estética derivada de ella que luego sería difundida de forma global mediante los mecanismos de la cultura de masas contemporánea. Esto último a través de muy diversos medios, desde el cine a la pintura, pasando por el cómic o los videojuegos.

jueves, 9 de junio de 2016

Paisajes y gentes del País del Sol Naciente




En nuestra época la imagen del turista japonés cámara de fotos en mano se ha convertido en un tópico. Pero en realidad el arte de la fotografía en Japón tiene tras de sí una amplia trayectoria.

Según Terry Bennett, Photography in Japan, 1853-1912, la introducción de la fotografía en ese país fue un proceso que se inició en 1848 (con la llegada del primer Daguerrotipo a las islas en un barco procedente de Holanda) y que culminó en 1857 con la primera fotografía tomada con éxito en suelo japonés, en concreto esta imagen de al lado que muestra a Shimazu Nariakira un señor feudal del clan Satsuma. 

   Poco después, en paralelo a la progresiva apertura de Japón al exterior, numerosos fotógrafos extranjeros se establecieron en el archipiélago convirtiendo así a Japón en una avanzadilla de la industria fotográfica en Asia. Me refiero a gente como el suizo Pierre Rossier (1829-1890), quien realizó una corta pero fructífera estancia en Nagasaki entre 1859 y 1860. Y sobre todo Felice Beato (1832-1909), gran amigo y fotógrafo favorito de este blog. Felice llegó a Japón en 1863 tras haber recorrido el Norte de la India y parte de China. En Japón se asentó en Yokohama y allí alcanzó su madurez como artista fotográfico dirigiendo un estudio hasta 1877 aproximadamente. Luego, a partir de ese año, empezó a dejar de lado su actividad como fotógrafo para dedicarse a diversos negocios hasta que finalmente abandonó el país en 1884. Vendió entonces gran parte de su material y de sus negativos, los cuales acabaron en manos del italiano Adolfo Farsari (1841-1898), quien a su vez ejerció de fotógrafo en el país nipón entre 1873 y 1890, asentado también en Yokohama. Además por esas fechas resultó asimismo digna de mención la labor del barón austriaco Raimund von Stillfried (1839-1911), el cual permaneció en Japón entre los años 1870 y 1885 aproximadamente. 

sábado, 28 de mayo de 2016

De cambistas y banqueros


El mundo ya no funciona como creéis, regido desde fortalezas fronterizas, o incluso desde Whitehall. En realidad el mundo se gobierna desde Amberes, desde Florencia, desde Lisboa. Desde donde sea que los barcos mercantes parten hacia el Oeste. No desde los muros de los castillos, sino desde las casas de cuentas, desde las plumas que escriben vuestros pagarés.

(“Wolf Hall”, capítulo tercero)







En una entrada anterior había intentado empezar a familiarizaros con el análisis de la ideología en los productos artísticos, un tema que me parece interesante en la medida en que dentro de la Historia del arte como disciplina se han impuesto tradicionalmente líneas de análisis tendentes a valorar sobre todo cuestiones puramente técnicas, estéticas y de estilo, pese a que durante la mayor parte de la historia humana el arte ha sido en esencia un vehículo de propaganda al servicio de las élites. No es posible entender las portadas de las catedrales góticas, los arcos de triunfo romanos, el Tapiz de Bayeux, las pirámides egipcias, los templos mayas, o las construcciones barrocas, al margen de la función como vehículo para la transmisión de ideología que ostentaba hasta hace algunas décadas la producción artística de todas las grandes civilizaciones.

lunes, 23 de mayo de 2016

Polvos mágicos



     Los libros no se han escrito para que creamos lo que dicen sino para que los analicemos. 

     ("El nombre de la rosa")


    Mari Carmen, quince años, tres veces... ¡Pero si son pelos de coño!.

    (José Sazatornil en “La escopeta nacional”)





Uno de los campos más resbaladizos de investigación por parte de las “ciencias” sociales ha sido siempre el referido a la sexualidad humana y todo lo relativo a los condicionantes culturales que envuelven el asunto. A ese respecto hoy sabemos que Freud falsificaba o exageraba informes de sus pacientes para que se ajustasen a sus propios puntos de vista y por ello no está muy claro si parte de sus “hallazgos” tenían más que ver con la proyección sobre otros de sus propias obsesiones que con el análisis objetivo de los traumas de los demás. Luego con el tiempo su hija, Anna Freud, se convirtió a su vez en una famosa eminencia en la disciplina abierta por su padre, lo que no le impidió caer en curiosas contradicciones "científicas": durante la mayor parte de su vida vivió de forma clandestina con la también psicóloga y educadora Dorothy Burlingham, pese a lo cual impartía conferencias sobre cómo "curar" la homosexualidad y se oponía a que integrantes de dicho colectivo pudiesen ejercer profesionalmente el psicoanálisis. 

  Por su parte el famoso Alfred Charles Kinsey tuvo sexo con múltiples personas a las que luego entrevistaba en el marco de sus investigaciones, estimuló a sus colaboradores a hacer lo mismo e incluso filmó algunas de esas sesiones. También se cree que alteró datos procedentes de la entrevista a un pedófilo y en general tampoco está del todo claro si su proceder y sus conclusiones se debían más a sus propias necesidades sexuales y sus opiniones personales que al registro objetivo de las prácticas de cama corrientes en su momento entre el ciudadano medio estadounidense. 

  A su vez los celebérrimos William H. Masters y Virginia E. Johnson, allá por los años 60 y 70 figuras emblemáticas del estudio de la dimensión sexual del ser humano al margen -supuestamente- de los prejuicios morales, resulta que en el fondo consideraban a los homosexuales como enfermos que podían y debían ser “curados” (particularmente en el caso de Wiliam Masters).

En general todos ellos contribuyeron a evolucionar la moral sexual occidental a lo largo del último siglo, pero a la vez -bajo una fachada de rigurosidad "científica"- sus trabajos reflejaron sus propias obsesiones y puntos de vista subjetivos, aunque fuese camuflando lo anterior bajo una gruesa pátina de pretendida imparcialidad. A fin de cuentas es así como avanza el conocimiento humano: a trompicones, rara vez en línea recta. Debido a ello este tipo de problemas en torno a la "imparcialidad" de los "científicos" sociales respecto al análisis de cuestiones relativas a la vida íntima resultan plenamente identificables también dentro de la historia oculta de muchas disciplinas humanísticas. Por ejemplo la antropología.