De Musaylimah, Mensajero de Dios, para Muhammad, Mensajero de Dios.
Saludos.
Misiva de un profeta de la zona
Este de Arabia para otro profeta, con el tiempo más exitoso, asentado por
aquel entonces en el Oeste de la región.
Pues si de Cristo se predica
que ha resucitado de los muertos ¿cómo entre vosotros dicen algunos que no hay
resurrección de los muertos? Si la resurrección de los muertos no se da,
entonces tampoco Cristo resucitó, vana es entonces nuestra predicación y vana
también nuestra fe.
Corintios, 15:12-14
"Jesucristo" es un sobrenombre
occidentalizado. En realidad “nuestro” Jesús vivía en una sociedad que usaba el arameo como lenguaje y por tanto los nombres propios de la época se diferenciaban bastante de lo que nosotros estamos acostumbrados a usar y pronunciar. Debido a ello probablemente su verdadero nombre sonaba bastante parecido a Yehoshúa o Yeshúa (algo así como “Yahvé salva”). Los primeros textos cristianos se escribieron en griego y en ellos se usó el nombre Iesous debido a que los cristianos de habla griega no usaban el sonido sh. Luego ese nombre se convirtió más adelante en el Iesua latino que posteriormente derivó en el "Jesús" que nosotros utilizamos de forma corriente. Por su parte el
vocablo “Cristo” proviene también del griego y vendría a ser un intento de traducir a dicha lengua (mediante la cual se redactaron los primeros Evangelios) el título original de Mashiach, es decir de “Mesías”, de "ungido", un concepto perteneciente a la tradición hebraica, con el que se referían a él sus primeros seguidores. A partir de tal origen el término "Cristo" con el tiempo se hizo muy popular, pasó a
definir a los “crist-ianos” como conjunto y unido al nombre de Jesús forma el
vocablo Jesu-cristo al que me refería antes.
El fondo de la cuestión es
que Jesucristo se llamaba Yeshúa. Ese es el nombre que le había puesto su padre el día de su circuncisión y era tan corriente entonces que había que
añadirle algo más para identificar con precisión a la persona. Por ello en su
localidad natal a nuestro profeta favorito la gente lo llamaba Yeshúa bar
Yosef, es decir “Jesús
el hijo de José” siguiendo el sistema patronímico de la época. Mientras que
lejos de allí lo conocían como Yeshúa ha-notsrí, “Jesús el de Nazaret”
(porque es allí donde nació y no en Belén, un puro mito inventado a posteriori,
como tantos otros presentes en los Evangelios).
Tan común era ese nombre por entonces (los arqueólogos han desenterrado más de setenta tumbas de la época con ese nombre grabado) que hasta "Barrabás" (aquel prisionero que fue liberado en vez de Jesús sellando así el destino de este último) se llamaba de esa misma forma. En concreto, Yeshúa bar Abbá. Lo cual vendría a ser algo así como “Jesús, el hijo del
padre”, nombre confuso por otra parte. No es descartable por tanto que este
segundo apelativo haya llegado a nosotros contaminado. De hecho los
primeros padres de la Iglesia, al ponerse a traducir y reelaborar las primeras
versiones de los Evangelios, se mostraron muy molestos y conmocionados de que un
pecador se llamase exactamente igual que el hijo de Dios. Por
lo cual suprimieron su nombre real y pasaron a conocerlo por el sobrenombre que nos suena a nosotros hoy en día, "Barrabás", el
cual como digo es posible que además sea producto de algún tipo de alteración lingüística o literaria de su filiación auténtica.
Aunque no quiero aburriros con estas
cuestiones. Quedémonos por ahora con el dato de que probablemente un porcentaje
importante de los varones judíos de la época de Jesús se llamaban exactamente
igual que él. Y entre ellos no faltaban los profetas. No hay cifras
exactas pero tirando por lo bajo puede asegurarse que en un lapso de unos 25 años
antes y después de la muerte de Jesús los romanos hicieron ejecutar en
Jerusalén no menos de una docena de profetas, varios seguramente con ese mismo nombre.