Dios creó el desierto
para que el hombre pudiera sonreír al ver las palmeras.
Cuando quieres algo de
verdad, todo el Universo conspira para que realices tu deseo.
Pronto llegará la Semana Santa y mucha gente aprovechará esas
fechas para disfrutar de unas pequeñas minivacaciones y realizar algún viaje.
Pensando en ello se me ha ocurrido dedicar una entrada a recorrer olvidados y
polvorientos caminos tras los pasos de algunos intrépidos viajeros del pasado.
En otras palabras, hoy hablaremos de exploradores y, en concreto,
de mi tipo favorito de exploradores, aquellos que se embarcan en delirantes
travesías épicas y desquiciadas, sin ni siquiera propósitos científicos
o comerciales detrás, por puro empecinamiento febril en la persecución
de alguna etérea fantasía. Hombres impulsados por la visión de espacios blancos
en un mapa, el deseo de pisar lugares que ningún otro explorador haya pisado,
ser el primero, ir más allá a costa de lo que sea.
Este blog ama a los malditos.