- ¿Sabe lo inútil que es la oración?, salmodiar, cantar y hacer el
bobo con viejos versos medio olvidados de mala poesía, ¿sabe dónde le conduce?,
a nada de nada. Llevo predicando más tiempo del que usted lleva respirando y he
aprendido lo suficiente como para saber que los dioses no atienden a plegarias,
estamos aquí solos, así es como está establecido, debemos encontrar nuestras
respuestas, nuestra salida del laberinto sin un sendero soleado ante nosotros
trazado de antemano.
- Es lo que intento hacer, intento encontrar mi camino…
- No lo encontrará sin ver cuál es el problema, y el problema es
que está hecho polvo en cuerpo y mente, usted, los dioses no, ni el destino o
el universo, no, usted.
- Pues me levanta la moral.
Battlestar Galláctica,
segunda temporada, capítulo “Libérate de tus problemas”.
Hoy vamos a ver fotografías que nos muestren como era el mundo islámico
en el s. XIX, cuando su atraso aún podía ser considerado exotismo, antes de que
el desmembramiento del Imperio otomano y la consiguiente penetración colonial
europea en el Norte de África y Oriente Medio, la migración sionista a
Palestina, así como otra serie de procesos ocurridos entre finales del s. XIX y
las postrimerías de la Iª Guerra Mundial, alterasen definitivamente el espacio en que históricamente se asentó esa religión.
Para ello, como casi siempre, tenemos que usar el material que nos han legado diversos exploradores y aventureros europeos a partir de mediados de
ese siglo XIX. El primero de ellos a quien acudir es Joseph Philibert Girault
de Prangey (1804-1892) ya que sus primitivos daguerrotipos forman parte
de las primeras imágenes modernas captadas sobre Siria o Palestina. Concretamente durante un viaje
realizado entre 1842 y 1844 tomó cerca de 900 fotografías por toda la región,
algunas de muy bella composición en tanto que Prangey era un gran
aficionado a la pintura y poseía un verdadero talento artístico que plasmó en su labor como fotógrafo. De hecho las imágenes que captó no estaban pensadas
para enseñarlas directamente sino para documentarse de cara a realizar a
posteriori un libro con litografías. Desgraciadamente su trabajo original
se perdió hasta bien entrado el s. XX y el resultado de ello fue que el
material superviviente, recuperado ya en mal estado, se resintió en cuanto a su
calidad, lo que no impide que los restos del mismo se coticen hoy en día en
ciertos mercados de subastas especializadas.