- Mao empezó solo con algunos miles de
hombres y con el tiempo se apoderaron de medio continente...
- Mao está muerto. Al igual que su China.
“House of cards”, episodio cinco de la segunda temporada.
- Dejad dormir a China, porque
el día que China despierte el mundo temblará.
Cita apócrifa atribuida a Napoleón.
El arte es parte de la superestructura cultural de una
sociedad o de una civilización y por tanto responde a las grandes transformaciones económicas y políticas que se producen en el seno de los colectivos humanos así como a los cambios de hegemonía entre naciones y
de los modos de pensar entre las élites. Hoy intentaremos reflexionar sobre un ejemplo muy
claro y actual de todo esto que afirmo a la vez que concluyo algunos razonamientos que inicié hace ya más de dos años en esta otra entrada del blog.

Se trataba de uno de los veintidós Mao de una serie de retratos que el citado Warhol realizó en 1973. Como viene siendo habitual la reciente venta del cuadro al que me he referido mostró algunas de las tendencias de las que vengo hablando desde hace tiempo en mis artículos sobre el mercado del arte, entre ellas la revalorización continua de este tipo de piezas ya que ese mismo cuadro se había vendido por algo menos de 9 millones en Londres en 2014. Por otro lado vemos una vez más como en torno a este tipo de transacciones se mueve muchísimo dinero incluso de forma indirecta ya que el nuevo propietario del “Mao” en cuestión, al margen del importe de la venta propiamente dicha, se deberá dejar en torno a otro millón y medio de euros en comisiones y pagos relacionados con la operación.
Pero sin duda es el carácter simbólico de todo esto lo
que me interesa. De hecho el Warhol más caro de la serie sobre Mao es un retrato a
gran escala que fue adquirido en Nueva York por unos 16 millones de euros y
acabó en las manos del magnate hongkonés Joseph Lau en 2006. Con la nueva venta de alguna forma se termina de cerrar el círculo. El líder comunista convertido en ridículo icono pop durante los años setenta pasa a su vez a ser objeto en la actualidad de transacciones obscenas en el seno del mercado capitalista con destino a las manos de las clases privilegiadas de un país donde la retórica oficial pretendió durante décadas haber terminado con las indecentes diferencias sociales.