jueves, 13 de febrero de 2020

The Sleepers


- Recuerdas lo que dijo Graham Greene, ¿verdad?
- ¿Sobre qué?
- Los servicios secretos. Que son la única medida real de la salud política de una nación, la única manifestación real de su subconsciente.

Dar Adal y Saul conversan en la serie "Homeland", 6x12, “América first”.





Como algunos de los seguidores más fieles de esta página sabréis de vez en cuando hago recomendaciones sobre películas y series, pero raramente las convierto en entradas aquí sino que las subo directamente a la página de Facebook asociada al blog. No obstante hoy voy a hacer una excepción por dos motivos. Por un lado, hace bastante que no escribo nada y creo que ya va siendo hora de producir algo de contenido nuevo. Por otro lado pienso que la serie que hoy os voy a recomendar merece realmente una atención especial.

Vamos por partes. Siguiendo la estela del éxito (totalmente merecido) de Chernobyl durante los últimos meses los grandes canales de cable estadounidenses han estrenado (o en algunos casos rescatado) diversas películas para televisión y miniseries que tienen en común tramas ambientadas en la Europa del Este durante el período soviético, buena parte de ellas, por ejemplo Deutschland 83, producidas en países europeos donde ese período sigue resultando interesante.

Un ejemplo sería The coldest game, una producción polaca pero encabezada por un reparto internacional con algunas caras bastante conocidas, exhibida actualmente por Netflix y que convierte en un personaje más de la trama el espectacular Palacio de la Cultura del centro de Varsovia. Dicho edificio es uno de los pocos ejemplos que existen fuera de Moscú de un peculiar tipo de macrorascacielos que fue muy popular dentro de la arquitectura stalinista y que siempre me ha parecido que en su momento debía provocar en mucha gente una reacción similar a la contemplación de las fortalezas de los esbirros de Sauron (Dol Guldur, Cirith Ungol..) por parte de los diferentes pueblos de la Tierra Media.

Sin embargo, pese a acertar con un entorno adecuadamente exótico y una trama de partida interesante (en torno a un match internacional de ajedrez que servirá para encubrir a su vez una subtrama de espionaje ambientada en la época de la crisis de los misiles de Cuba) este producto falla a la hora de hacer algo más que entretener durante un rato, ya que se limita a echar mano a una serie de clichés establecidos durante décadas en lo tocante a este tipo de historias de estadounidenses buenos y muy listos y rusos malos. De hecho, puestos a recomendar "cosas polacas" la serie distópica 1983 (y en la que, por cierto, también aparece Robert Wieckiewicz, uno de los actores locales que completan el reparto de The coldest game) me parece más interesante, sin ser gran cosa. 

A fin de cuentas, como en el caso del western, o el “cine de romanos”, el problema de fondo con este tipo de producciones ambientadas en Europa oriental durante la dominación soviética es que hoy en día su punto fuerte (un cierto exotismo) está íntimamente ligado a su talón de Aquiles (son exóticas en tanto que durante años nadie rodó nada parecido por un buen motivo). Es decir este tipo de ambientaciones fueron en su día tan populares y comunes en el cine y la televisión que la sobreexplotación, por un lado, y la propia evolución de la sociedad, por otro, llevó a su abandono debido al hartazgo y la sequía de ideas. Ahora bien, tras varias décadas de barbecho existe un sector de televidentes que parece estar preparado para volver a ver en pantalla puntualmente un tipo de historias y un mundo que -pasados ya 30 años desde el derrumbe del antiguo bloque del Este- hoy vuelve a resultar enigmático y por tanto interesante.

A ese respecto en lo tocante a la Europa comunista el tipo de trama más recurrente de las múltiples novelas o películas que, sobre todo en los años 70, intentaron recrearla para “nosotros”, gordos occidentales sentados en el sillón de nuestra casa, fueron las historias de espías. Y, sin querer hacer spoilers, eso es lo que en el fondo nos cuenta The Sleepers, una producción checa para televisión que está siendo exhibida por la HBO y que podéis ahora visionar con voces en español, aunque yo os recomiendo la versión original con subtítulos. Me ha parecido un producto tan interesante desde su modestia y aparente sencillez que me he decidido a salir de mi letargo para recomendaros su visionado.


Por supuesto no es una serie para todos los públicos. Diría que va en la línea de la serie original que se hizo a finales de los 70 de Tinker, taylor, soldier, spy. A pesar de sus apenas seis episodios podemos considerarla una serie lenta para los estándares actuales. Sin escenas de acción. Sin protagonistas metrosexuales ni especialmente carismáticos o agradables de cara a que el espectador se identifique con ellos. Las mujeres no tienen cuerpos de modelo y en muchos casos muestran una pasividad y una dependencia de las figuras masculinas que hoy puede irritar pero que en su fía fue rigurosamente real. Por su parte los hombres no son metrosexuales, casi todos están gordos, con ojeras y entradas y visten mal. Pero por todo ello, y el cuidado casi antropológico que se detecta a la hora de recrear la vida en una sociedad que ya no existe, me ha parecido un producto muy interesante. Digamos que capta el espíritu de la famosa foto tomada en la RDA en 1986 que encabeza esta entrada pero al mismo tiempo da lugar a múltiples reflexiones, por ejemplo respecto al posible carácter lampedusiano de las transiciones hacia la democracia que siguieron a la caída de las antiguas democracias populares en el bloque del Este.

En fin, que ya estáis tardando en darle un vistazo por su interés puramente cinematográfico, porque Vladimit Putin (el puto amo) daría su aprobación si no estuviera ocupado conspirando, y porque no deberíamos olvidar en ningún momento que, desde hace mucho, vivimos en un mundo de espías en el que siempre hay alguien vigilándonos aunque la mayor parte del tiempo no seamos conscientes de ello. 

5 comentarios:

  1. Yo diría que el cine de espionaje se puede poner de moda debido a las acusaciones de Trump hacia empresas chinas, y es que el enemigo de EEUU del momento puede convertirse en un "género cinematográfico", tal como el western, la 2° guerra mundial, Vietnam, etc.
    Sucede que China es demasiado poderosa como para hacer una campaña cinematográfica en contra y nos dan Europa del este como sucedáneo, no sé si me explico.

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  2. Gracias por las recomendaciones, les echaré un vistazo.

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  3. Lo mismo digo. Gracias por la recomendación. Me abonaré a ese canal para verla...

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    Respuestas
    1. Joder, me cargas de responsabilidad. Espero que te guste.

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