- Maese
Holbein, cuando pintó a mi padre lo retrató viejo, asqueroso y enfermo. No
parecía en absoluto un rey de Inglaterra, más bien un pobre miserable, un
hombre débil, simple y moribundo. ¡Y ahora hace lo mismo conmigo!
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Majestad, yo...
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¡Señor Holbein¡, ¡este retrato es una mentira!, ¡repítalo!
"The Tudors", décimo episodio de la cuarta temporada.
En diversas entradas de este blog me he referido a la
existencia de una conexión entre el cine, la televisión y la pintura de tinte
historicista, sobre todo la del s. XIX. ¿Por qué la pintura del s. XIX en
concreto?. Bien, existen diversas razones, digamos que llegados a esa centuria el
conocimiento de la historia occidental ya empezaba a ser relevante, a
diferencia de lo que ocurría en siglos pasados durante los cuales los pintores
tenían serias dificultades para documentarse sobre armamento o arquitectura
de otras épocas. Eso permitió la irrupción durante el s. XIX de diversos pintores que no solo eran excelentes artistas sino
también auténticos eruditos especializados en historia o arqueología, caso de Alma-Tadema. Por entonces además la técnica pictórica había alcanzado su culmen
en lo tocante a la representación naturalista de paisajes y personajes. Y por último aquel tiempo coincidió con la eclosión del romanticismo y el nacionalismo, lo cual
impulsó con gran fuerza la producción de cuadros que sirviesen
para ilustrar escenas capitales de la historia "nacional”. El resultado de todo
ello fue que ese siglo vio alumbrar movimientos como el Purismo italiano o los Nazarenos
alemanes, todos ellos obsesionados con el pasado.
Es así como una serie de pintores decimonónicos, sobre
todo ingleses y franceses, pero también alemanes, españoles, italianos, rusos o
estadounidenses, hoy en día muy poco recordados en su mayoría, dieron vida a múltiples clichés y visiones del pasado que más adelante fueron recogidas y
recicladas subrepticiamente por el mundo del cine en el s. XX (debido a que en el siglo pasado la pintura dejó de interesarse por la temática
histórica lo que convirtió a la abundante pintura historicista del s. XIX en el
último y casi único referente posible del que tomar ideas por parte de los encargados del atrezzo en los rodajes).