lunes, 25 de julio de 2016

La traición de las imágenes


- Maese Holbein, cuando pintó a mi padre lo retrató viejo, asqueroso y enfermo. No parecía en absoluto un rey de Inglaterra, más bien un pobre miserable, un hombre débil, simple y moribundo. ¡Y ahora hace lo mismo conmigo!

- Majestad, yo...

- ¡Señor Holbein¡, ¡este retrato es una mentira!, ¡repítalo!

"The Tudors", décimo episodio de la cuarta temporada. 






En diversas entradas de este blog me he referido a la existencia de una conexión entre el cine, la televisión y la pintura de tinte historicista, sobre todo la del s. XIX. ¿Por qué la pintura del s. XIX en concreto?. Bien, existen diversas razones, digamos que llegados a esa centuria el conocimiento de la historia occidental ya empezaba a ser relevante, a diferencia de lo que ocurría en siglos pasados durante los cuales los pintores tenían serias dificultades para documentarse sobre armamento o arquitectura de otras épocas. Eso permitió la irrupción durante el s. XIX de diversos pintores que no solo eran excelentes artistas sino también auténticos eruditos especializados en historia o arqueología, caso de Alma-Tadema. Por entonces además la técnica pictórica había alcanzado su culmen en lo tocante a la representación naturalista de paisajes y personajes. Y por último aquel tiempo coincidió con la eclosión del romanticismo y el nacionalismo, lo cual impulsó con gran fuerza la producción de cuadros que sirviesen para ilustrar escenas capitales de la historia "nacional”. El resultado de todo ello fue que ese siglo vio alumbrar movimientos como el Purismo italiano o los Nazarenos alemanes, todos ellos obsesionados con el pasado. 

Es así como una serie de pintores decimonónicos, sobre todo ingleses y franceses, pero también alemanes, españoles, italianos, rusos o estadounidenses, hoy en día muy poco recordados en su mayoría, dieron vida a múltiples clichés y visiones del pasado que más adelante fueron recogidas y recicladas subrepticiamente por el mundo del cine en el s. XX (debido a que en el siglo pasado la pintura dejó de interesarse por la temática histórica lo que convirtió a la abundante pintura historicista del s. XIX en el último y casi único referente posible del que tomar ideas por parte de los encargados del atrezzo en los rodajes). 

viernes, 8 de julio de 2016

Ecolapso


Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro.
  




Con esa cita comienza Apocalypto, la espectacular cinta producida de Mel Gibson ambientada en un imposible mundo maya todavía en decadencia a inicios del s. XVI. La frase en cuestión es obra de un historiador estadounidense llamado Will Durant (autor de una conocida pero ya muy vieja Historia Universal por uno de cuyos volúmenes recibió el Pulitzer) quien la puso por escrito refiriéndose a los romanos y no los mayas. Es más, dicho enunciado ni siquiera es original ya que de cara a formularlo Durant se limitó a versionar una famosa afirmación realizada previamente por el historiador y filósofo británico Arnold J. Toynbee: "Las grandes civilizaciones mueren por suicidio, no por asesinato"

   Y sin embargo, pese a todas las salvedades que acabo de hacer, el caso es que dicha reflexión en cierta forma se ajusta perfectamente a lo que vamos a ver hoy acerca del mundo maya.