No era deseable que los proles tuvieran
sentimientos políticos intensos. Únicamente se les exigía un patriotismo
primitivo que podía invocarse siempre que fuese necesario, bien para que
aceptaran una jornada laboral más larga o bien una ración más corta. (…)
George Orwell, “1984”
Durante el s. XIX muchos países de Europa vivieron una evolución desde sociedades rurales de
base agrícola a otras de base urbana e industrial. Por tanto, en paralelo a lo anterior, la mayor parte de la
población europea experimentó un momentáneo empeoramiento en todo lo relativo a la
alimentación y la condición física al generalizarse el trabajo sedentario en
grandes ciudades, en las cuales el abastecimiento de alimentos variados y frescos, sobre
todo de pescado, hortalizas, leche o frutas, resultaba complicado (al menos hasta la invención de
los modernos sistemas frigoríficos y la mejora de las comunicaciones ya a
finales de la centuria).