viernes, 29 de mayo de 2020

Camareroooooo...., una de mero

El capitalismo ha sacralizado el éxito como objetivo esencial, desterrando el valor de la creatividad a la mínima expresión. En los años 20 y 30, los ídolos de los jóvenes eran pintores, poetas, escritores... artistas que trazaban los pilares de un nuevo horizonte basado en el riesgo, en el cambio, en la transformación. Ahora la admiración se basa en el deseo de estar en el lugar del que admiras, no en la capacidad de evocar e impulsar la idea de un mundo diferente, más amplio, mejor. El éxito debería motivarte a crear una nueva realidad, no a imitarla.

Marcelo Bielsa, entrenador de fútbol



Quiero comentar una pequeña cosa al hilo de la actualidad. No me gusta convertir el blog en una tribuna de opinión. Pero de vez en cuando lo hago si pienso que puedo aportar un elemento de reflexión cuya presencia echo de menos en el debate público.  
  
Pues bien, no sé si lo habéis percibido pero en los últimos tiempos ha ido decayendo poco a poco la tradicional reticencia de los deportistas populares en España a la hora de expresar de forma directa y abierta (no solo tácita, como solía ser habitual) sus puntos de vista políticos. Y resulta que al hacerlo es posible darse cuenta de que en la mayoría de los casos tales puntos de vista resultan bastante rancios. De hecho no debe extrañarnos demasiado saber que ellos, como muchos ciudadanos normales, también tienen tales opiniones. A fin de cuentas esa reticencia a posicionarse de la que hablé, habitualmente interpretada como una suerte de neutralidad, en realidad nunca fue tal cosa porque en muchas ocasiones no tomar partido es, de hecho, tomarlo. El deporte de élite ha sido siempre amigo del poder y, salvo en los países comunistas, el poder la mayor parte del tiempo ha sido de tipo conservador.  

sábado, 9 de mayo de 2020

Los caminos del señor son inescrutables


No debo tener miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí, y cuando haya pasado giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo”

Frank Herbert, "Dune".




Las tasas de mortalidad por coronavirus en diversos países están siendo, por ahora y pese al baile de cifras, extrañamente bajas en comparación con otros países más ricos dotados de sistemas de salud pública teóricamente mucho mejores. La razón simplemente no está clara y quizás se puede relacionar con el diferente grado de integración global de sus economías, con pautas sociales, motivos culturales, una combinación de todos los factores anteriores sumados a alguna otra cosa, o vaya usted a saber. Pero, claro, ese vaya usted a saber es algo que a mi, como analista social aficionado, me resulta fascinante.

El caso es que durante las últimas semanas mis amigos en España me han expliado historias increíbles sobre cómo la gente se pasaba a lo mejor una hora desinfectando la ropa y los productos del supermercado después de hacer la compra. Y más cosas así. Todo ello por miedo a contagiarse del coronavirus.

Pues bien, con eso en mente os voy a contar una anécdota que me parece curiosa.