El capitalismo ha sacralizado el éxito como objetivo esencial, desterrando el valor de la creatividad a la mínima expresión. En los años 20 y 30, los ídolos de los jóvenes eran pintores, poetas, escritores... artistas que trazaban los pilares de un nuevo horizonte basado en el riesgo, en el cambio, en la transformación. Ahora la admiración se basa en el deseo de estar en el lugar del que admiras, no en la capacidad de evocar e impulsar la idea de un mundo diferente, más amplio, mejor. El éxito debería motivarte a crear una nueva realidad, no a imitarla.
Marcelo Bielsa, entrenador de fútbol
Quiero
comentar una pequeña cosa al hilo de la actualidad. No me gusta
convertir el blog en una tribuna de opinión. Pero de vez en cuando
lo hago si pienso que puedo aportar un elemento de reflexión cuya
presencia echo de menos en el
debate público.
Pues bien, no sé si
lo habéis percibido pero en
los últimos tiempos ha ido decayendo poco a poco la tradicional
reticencia de los deportistas populares en España a la hora de expresar de forma directa y abierta (no solo tácita, como solía ser habitual) sus puntos de
vista políticos. Y resulta que al hacerlo es posible darse cuenta de que en la mayoría de los casos tales puntos de vista resultan bastante rancios. De hecho no debe extrañarnos demasiado saber que ellos, como muchos ciudadanos normales, también tienen tales opiniones. A fin de cuentas esa reticencia a posicionarse de la que hablé, habitualmente interpretada como una suerte de neutralidad, en realidad nunca fue tal
cosa porque en muchas ocasiones no tomar partido es, de hecho,
tomarlo. El deporte de élite ha sido siempre amigo del poder y,
salvo en los países comunistas, el poder la mayor parte del tiempo
ha sido de tipo conservador.