Para entender hacia dónde
vamos no hace falta fijarse en la política sino en el arte.
Ryszard Kapuscinski
Con el nuevo año me siento obligado a publicar una de mis tradicionales entradas sobre el mercado del arte para echar un ojo a las cosas llamativas que
a mi juicio han ocurrido en él durante los últimos meses.
En general se identifican tendencias de las que ya os he hablado en
anteriores entradas. En primer lugar continúa o al menos se sostiene la elevada cotización otorgada a las grandes obras de
un puñado de autores, sobre todo contemporáneos y más en concreto de la
postguerra mundial, a mi juicio aumento casi constante de los precios ligado a procesos especulativos y a la burbuja que se ha incubado en el mercado del arte
desde hace una década más o menos. Es la consecuencia de analizar el arte como un activo
financiero y las grandes subastas como un campo de batalla entre fondos de
inversión, los cuales llevan unos años adquiriendo obras de arte basándose en algunos
casos en puros algoritmos matemáticos para predecir la posible revalorización de
determinadas obras y artistas a varios años vista.