Hoy toca otro hilo sobre fotografía histórica en color, una de mis
grandes obsesiones. En concreto os voy a hablar de algo grande, muy grande: el
fabuloso y casi desconocido archivo de Albert Kahn.
Avis, jasmin varnā na ā ast,
dadarka akvams, tam, vāgham garum vaghantam, tam, bhāram magham, tam, manum āku
bharantam. Avis akvabhjams ā vavakat: kard aghnutai mai vidanti
manum akvams agantam. Akvāsas ā vavakant: krudhi avai, kard aghnutai
vividvant-svas; manus patis varnām avisāms karnauti svabhjam gharmam vastram
avibhjams ka varnā na asti. Tat kukruvants avis agram ā bhuga.
August Schleicher, Avis akvāsas ka.
Esas aparentemente incomprensibles frases con las que abro la entrada de hoy pertenecen a la
llamada “fábula de Schleicher” o de “la oveja y los caballos” redactada en 1868
por un oscuro lingüista alemán de nombre August Schleicher.
El trabajo de su vida fue
realizar comparaciones entre la gramática de las diversas lenguas indoeuropeas
conocidas para, a través de ello, intentar reconstruir la posible fuente
primitiva de todos esos idiomas: una hipotética lengua protoindoeuropea
unificada de la que se habría perdido todo rastro hace miles de años. Esa lengua se ha convertido desde entonces en el Santo Grial de los paleolingüistas en tanto que constituye un manantial del que de una forma u otra fueron surgiendo gran parte de los idiomas que luego se
esparcieron por el planeta, primero a lo largo de Europa y Asia y luego por el continente
americano de manos de los colonizadores europeos.
En ese sentido el texto de Schleicher es
un formidable ejemplo de especulación ya que intenta reconstruir cómo sonaba y
cómo se articulaba un idioma cuyo último hablante murió hace miles de años y del
que no existen siquiera textos escritos, todo lo anterior en base a hipótesis sobre
cómo debió ser su gramática y su fonética formuladas exclusivamente a través de
la lógica y las deducciones retrospectivas. De esa forma Schleicher, tras
décadas de estudio de diversos idiomas indoeuropeos emparentados, formuló al
final de su vida una reconstrucción teórica de cómo podía ser el supuesto vocabulario primigenio del que se desgajaron todos esos idiomas y luego, a
partir de esa conjetura, construyó con él un breve texto de
ejemplo, la famosa fábula, donde una oveja esquilada se compadece de
unos equinos cargados y con un jinete encima mientras los caballos le contestan
que también les duele a ellos cuando ven al amo vestido con ropa tejida con lana de oveja.
Lo
interesante de la fábula no es por tanto lo que cuenta, que es una pequeña
tontería, de hecho Schleicher podría haber escogido una receta de cocina o un
versículo de la Biblia para poner en práctica sus conocimientos, tanto daría.
Lo importante es que desde entonces, durante siglo y medio, los mejores
lingüistas periódicamente actualizan, corrigen y proponen sus propias
“traducciones” al protoindoeuropeo de esa ya mítica charla de la oveja y los caballos, reflejando en la versión final del correspondiente texto los sucesivos descubrimientos o las nuevas hipótesis sobre cómo podría haber
sido el vocabulario concreto o la gramática de dicha lengua perdida. Debido a ello la “traducción” de la historia ha ido variando en la medida en que también lo han
hecho nuestros conocimientos sobre esa misteriosa lengua. Un ejemplo es ESTA reciente versión propuesta por el lingüista estadounidense Andrew Byrd. Aunque quizás resulte más conocida esta otra que aparece en el film Prometheus al final de una escena en que el androide David (interpretado por Michael Fassbender) es instruido en las sutilezas del protoindoeuropeo.
En otras palabras, la “fábula de Schleicher” es una mera excusa, una
narración fija y conocida en cualquier idioma actual a partir de la cual
diferentes lingüistas pueden comparar sus hipótesis y hacer pruebas para
intentar traducirla, siguiendo sus propias ideas y planteamientos, de cara a especular sobre cómo se
articularía el vocabulario y la gramática de una posible lengua
paleoindoeuropea. Dicha lengua por su parte tendría como característica destacada el haber sido la fuente de múltiples
lenguas conocidas actuales, debiendo por tanto cada nuevo intento de reconstrucción incluir esbozos de los rasgos luego compartidos por todas las lenguas posteriores
en el tiempo que se desgajaron de ese tronco y que sí conocemos con mayor detalle.
Pero ¿qué es eso del idioma protoindoeuropeo y por qué es tan
importante conocer más sobre él?.
Las tragedias de la historia
no surgen del conflicto entre el bien y el mal convencionales. Son más augustas
y más complejas.
Ronald Syme, “La revolución romana”
A lo largo de la historia
humana muchas terribles catástrofes han alcanzado tal entidad que se han hecho merecedoras de una denominación propia (la Shoah hebrea, la Porajmos gitana, el Holodomor
ucraniano, la An Drochshaol irlandesa,
el Seyfo siriaco, etc.). Por ello en el caso del llamado “Genocidio armenio” los
descendientes de los afectados suelen emplear el término Medz Yeghern ("La gran calamidad" o "La gran catástrofe").
Precisamente hace unos días se
conmemoraba el centenario de dicha tragedia por lo que voy a aprovechar para realizar algunas precisiones sobre tan
polémica cuestión, beneficiándome de no verme constreñido por los estrechos límites de espacio a los que han tenido que ajustarse la práctica totalidad de los artículos periodísticos que recientemente
han tocado el tema.