- Estoy en una misión de civilizar. Soy Don
Quijote.
- No, ¡yo soy Don Quijote¡.
- ¿Has leído siquiera el “Don Quijote”?
- En el francés original.
- Fue escrito en español.
- No mi copia. ¿Debería haberlo leído en
español?.
- Deberías haberlo leído en inglés.
Cuando
la dinastía ptolemaica instaurada en Egipto tras la muerte de Alejandro Magno
impulsó la creación de una gran institución cultural en Alejandría lo hizo en
busca de prestigio y como una forma de promover la cultura griega en la región,
lo que en último término redundaba en mayor legitimidad para su propio linaje
(de origen griego).
La
institución subsiguiente fue llamada Mouseion
“Museo” por estar bajo la protección de las Musas y consistía en un centro de
investigación y enseñanza, casi comparable a una Universidad actual, en el que
residían importantes sabios del período, algunos de forma permanente y otros sólo
hasta completar su aprendizaje.
Como
no podía ser de otra forma ese "Museo" contaba con algo parecido a lo que
nosotros llamamos “biblioteca”, formada en su caso por varias estancias donde
se almacenaban múltiples volúmenes. Ahora bien, cuando los griegos hablaban de
“volúmenes” estos no eran tal y como nosotros entendemos ese concepto, ya que
se referían a rollos de papiro. Cada uno de esos rollos equivalía a unas 60 o
70 páginas mecanografiadas actuales por lo que una obra o “libro” estaba
compuesta en realidad de un número variable de esos rollos de papiro.
Podemos
imaginar por tanto que a medida que la colección de obras en manos de esa
institución crecía el espacio necesario para almacenar todos esos rollos también
aumentó hasta el punto de que fue necesario habilitar un
segundo lugar de almacenamiento de "libros", es decir una segunda "biblioteca", en otro
edificio separado de las estancias del "Museo" y ubicado en una parte distinta de
la ciudad. Ese edificio fue el Serapeion,
donde más bien se guardaban rollos consistentes en copias para consulta pública,
a diferencia de la “biblioteca madre” que en principio solo estaba disponible
para los sabios y estudiantes del "Museo" y contenía los originales y las copias de más valor.
En
cualquier caso el conjunto de ambas bibliotecas separadas pero relacionadas
entre sí y en el fondo meros departamentos de una institución más amplia es lo
que se conoce como la mítica “Biblioteca de Alejandría”.
Los
fondos manejados por dicha institución llegaron a ser docenas de miles de obras
de todas las temáticas y autores, fijadas por escrito en cientos de miles de
rollos de papiro que a su vez se almacenaban en cestos, vasijas, armarios así como nichos y estantes habilitados en las paredes (y llamados bibliotheke; de ahí el nombre posterior
que se generalizó para todo el conjunto) dispersos por varias habitaciones y
almacenes.
Tal es así que llegado un punto los responsables del "Museo" se vieron enfrentados a la
tarea de intentar organizar ese caos. De cara a ello inicialmente se siguió el
criterio que había implantado Aristóteles en su Lykeion dividiendo los fondos según materias o synodos. Pero claro pronto la cantidad de rollos que albergaba
Alejandría superó con mucho los que alguna vez formaron parte del famoso "Liceo". De
hecho en el año 287 a.n.e. un discípulo de Aristóteles llamado Neleo
vendió en bloque a la propia institución alejandrina todos los libros acumulados en su día por su difunto maestro.
Debido
a ello Zenódoto de Éfeso, el primer bibliotecario jefe de Alejandría, ayudado
por el poeta Calímaco quien luego sería su sucesor en el cargo, afrontó la tarea de
intentar una catalogación más o menos minuciosa de los papiros en manos de su
institución usando un nuevo enfoque. La idea parece que se le ocurrió en realidad a Calímaco el
cual abogó por fijar en unas tablillas (llamadas Pinakes en griego) la primera bibliografía temática exhaustiva en
la historia. En otras palabras se redactó un listado de autores en orden alfabético divididos por materias y junto a cada autor se enumeraban sus obras.