domingo, 20 de julio de 2014

Érase una vez en China



There is one China-man in Hong Kong, of the name of Afong, who has exquisite taste, and produces work that would enable him to make a living even in London… 

John Thomson en 1872.



Hoy vamos a ver otra galería de fotos de época, en este caso sobre la China imperial en su ocaso, intentando plasmar someramente la segunda mitad del s. XIX en la zona.  

miércoles, 16 de julio de 2014

No mires a los ojos de la gente


Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides.

Max Aub en "Campo de los almendros"

  
La historia que voy a contar hoy, la de Francesc Boix, es bastante conocida dentro de ciertos círculos de aficionados a la historia de la IIª Guerra Mundial. Más allá de eso, en Cataluña en concreto, se han dedicado algunos documentales y libros a su figura. De cualquier forma quiero que también tenga un sitio en mi blog pues su vida y obra encajan particularmente bien en dos de las grandes categorías temáticas que se van a tratar en esta página: la fotografía histórica y el recordatorio de las "cosas natsis" que ocurrieron hace no tanto tiempo.

lunes, 7 de julio de 2014

Gangs of Rome


Y se adentraron en Roma, la ciudad vorágine, la ciudad pozo, la ciudad ciénaga. Calles estrechas, tortuosas, sinuosas, carros con ruedas rotas, cadáveres de perros con las entrañas esparcidas por el suelo, edificios expuestos a la lluvia, humo de cocinas, olor de comida derramada sobre túnicas mugrientas, sudor del ajo y del vino, cortejos fúnebres que hielan la sangre, rostros beodos con hipo, prostitutas que venden sus afeites, proxenetas que ocultan sus deseos, mendigos que esconden su odio. Roma traga. Roma regurgita. ¡Roma no conserva nunca nada¡. 

Murena, nº 5, “La diosa negra”.



Hoy vamos a viajar al mundo romano. Pero no a ese lleno de elegancia y suntuosidad que pretendieron recrear desde la admiración diversos pintores decimonónicos y más adelante múltiples producciones cinematográficas; en lugar de eso vamos a sumergirnos en algunos de los aspectos más oscuros de sus estructuras de poder. Para ello voy a intentar dar luz a un hecho poco conocido de la biografía de Julio César cuando aún era un político de segunda fila buscando un lugar en el primer plano público. Usaremos esa cuestión aparentemente anecdótica para intentar entender un poco mejor la lógica profunda de aquel mundo tan (aparentemente) alejado del nuestro.