miércoles, 7 de mayo de 2014

El tamaño no importa


A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda; bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen: me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer... poseer, dominar, admirar… La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!

Eusebio Poncela, “Martín (Hache)”



        



En relación con la entrada del otro día dedicada indirectamente a la fascinación tal vez excesiva respecto a la historia militar hoy voy a escribir sobre otra de las extrañas obsesiones e intereses que a veces despierta el análisis del pasado. En concreto vamos a hablar de pollas, de pollas de personajes históricos famosos y las vicisitudes en torno a las mismas. 

   Empecemos remontándonos al Egipto faraónico. El cadáver momificado de Tutankamón es uno de los más estudiados en la historia y además en torno a sus restos se han sucedido durante décadas diversas especulaciones relativas, por un lado, a estudios médicos serios sobre las causas de su prematura muerte (algo en lo que no entraré hoy) pero también, por otro lado, su momia ha suscitado debates relacionados con diversos sucesos bastante peculiares, caso de una supuesta combustión espontánea sufrida por los restos y, sobre todo, respecto a la desaparición del miembro viril de Tutankamón.  

  En cuanto a esto último una de las diversas particularidades poco conocidas de la momia de Tutankamón es el hecho de que su pene originalmente fue hallado momificado como si estuviese erecto, probablemente como parte de una simbología funeraria relacionada con el mito de Osiris. Recordemos que según dicho mito Osiris fue asesinado y despedazado por su envidioso hermano Seth. Pese a ello Isis -la abnegada esposa de Osiris- consiguió recuperar sus restos y revivir al dios. Bueno, a casi todo él ya que, según algunas versiones controvertidas del mito, Isis no encontró el pene de Osiris, por lo cual debió reconstruir mediante magia esa parte del cuerpo dotando al final al Osiris resucitado de un nuevo pene de oro. Todo esto no es que nos interese demasiado, simplemente lo comento para intentar dar una explicación presentable, ortopédica y racional a lo que podían tener en la cabeza los embalsamadores del joven cuerpo de Tutankamón.  

En cualquier caso, lo que sabemos es que el peculiar pene pseudoerecto de Tutankamón fue fotografiado en 1922 por Harry Burton durante la excavación hecha en la tumba. Pero lo raro de la historia no es eso sino el hecho de que cuando en 1968 unos científicos británicos procedieron a realizar una radiografía de la momia se dieron cuenta de que faltaba le faltaba el miembro. Se inició así una polémica que solo fue resuelta muchos años más tarde. ¿Cómo?. Veamos. Ya en 1976 médicos franceses usaron rayos X de alta definición (xerorradiografía) para analizar los restos de Ramsés II. En 2005 se realizó un análisis parecido a los restos de Tutankamón. Dicho análisis descartó que el joven faraón muriera asesinado de un golpe en la región occipital, encontró además una fractura en su fémur y, finalmente, tras llevar a cabo también un escaner completo al sarcófago se encontró por fin el falo perdido del faraón metido entre la arena del sarcófago y el regio esfínter del monarca.  

 Estas cosas pasan porque por ejemplo en 2009 se encontraron también dos dedos perdidos de Galileo. De hecho en los últimos años se ha extendido la práctica de aprovechar la importante tecnología médica de la que disponemos para reanalizar restos de cadáveres del pasado e intentar extraer nueva información. En España a finales del año pasado se exhumó el cadáver del general Prim (imagen de la izquierda) para intentar arrojar luz sobre su muerte, aprovechando que dicho cadáver fue embalsamado en su día (de cara a exponerlo al público antes de su entierro) y con posterioridad sufrió un proceso de momificación espontánea al estar enterrado en un ataud de plomo un tanto particular. Esa iniciativa en particular no ofreció mucha información nueva (básicamente confirmar que Prim murió debido a la infección por las heridas de bala sufridas, algo que ya se suponía) pero otras veces hay suerte. Por ejemplo en 2006, al año siguiente de haber sido hallado el pito de Tutankamón, otro equipo de científicos franceses encabezados por Philippe Charlier obtuvo el permiso de la Iglesia francesa para analizar los fragmentos de huesos y ropa que se creían los restos de Juana de Arco (si, aquella doncella de Orleans que fue quemada en la hoguera y canonizada en 1920). Dichos restos fueron hallados en una jarra de una farmacia parisina en 1867, lo que no presagiaba nada bueno. Finalmente los análisis descubrieron que procedían en realidad de trozos de una momia egipcia de entre los siglos VI y III a.n.e. mezclados con una costilla humana, madera requemada, algo de lino y hasta el fémur de un gato. 

  ¿Cómo pudo todo aquello acabar mezclado en Francia y encima siendo tomado por los restos de Juana de Arco?. Vaya usted a saber. Lo poco que se puede apuntar es lo relativo a los trozos de momia. Su llegada a Francia se debió probablemente a la creencia medieval en las propiedades curativas de los restos de momias egipcios; restos que llegaban a ingerirse en Europa occidental diluidos en agua o miel como remedio médico, existiendo por ello un tráfico fluido de trozos de momias entre Egipto, Palestina y los reinos occidentales hasta más o menos el s. XVI. Pero sigamos hablando de pollas, que es como más antisistema. Vamos ahora con la muerte de Napoleón ocurrida en la Isla de Santa Elena.  

Todos sabemos que los restos de Napoleón reposan bajo la cúpula de “Los inválidos” en París. ¿Todos sus restos?. Uhmmm…. bueno, es discutible. Al parecer falta también el pene, aunque de este hecho no hay pruebas claras como en el caso anterior.  

Lo que sabemos es que poco después de la muerte del retaco corso un médico llamado Francesco Antommarchi le practicó al cadáver una autopsia en la misma isla de Santa Elena. Esa operación se realizó con la presencia de testigos y se conserva el informe. Debido a ello sabemos que del cadáver se sacaron alegremente partes como el corazón o el estómago que al parecer luego fueron enviadas a Inglaterra al Museo Real del Colegio de Cirujanos de Inglaterra y con el tiempo se perdieron. No se menciona el pene en concreto, lo que ocurre es que unos años después la familia del sacerdote que le había procurado el sacramento de la extremaunción a Napoleón, un tal Angel Paul Vignali, aseguró que tenían en su poder… el imperial pene. Bastante minúsculo al parecer. El cual por accidente se había desprendido durante la autopsia.  

Parece exagerado considerar la posibilidad de tal chapuza pero hay que tener en cuenta el nivel del servicio médico de la isla -perdida en medio del Atlántico- y formado en aquel momento por un equipo de doctores que antes de su muerte llevaba semanas tratando a Napoleón esencialmente a base de enemas para lo que en realidad era un cáncer o quizás un envenenamiento por arsénico.  

Total. Desde entonces y hasta el día de hoy los controvertidos restos del falo imperial han pasado por diversas manos a través de lucrativas subastas. Debido a ello en el presente son propiedad de un urólogo estadounidense el cual asegura que, tras haber analizado la "reliquia", puede concluir que Napoleón padecía un desorden endocrino que le limitaba el crecimiento normal de sus genitales. El mito queda ahí a la espera de una inspección rigurosa a los restos parisinos o bien un análisis de ADN concluyente que verifique o no la autenticidad del supuesto pene.  

Otro caso conocido es el del (también supuesto) pene de Rasputín. En principio la autopsia que se le hizo al cadáver decía que no le había amputado los genitales, como se había rumoreado. El resto es leyenda porque el cadáver del santón fue destruido poco después de la revolución de febrero de 1917. El caso es que una de sus hijas, Matryona “María” Grigórievna Raspútina durante los años 20 parece que exigió la devolución del supuesto miembro viril de su padre a un grupo de rusos expatriados en París que lo guardaban como una reliquia. Tiempo después, en 1977, un tal Dr. Ripple que había tratado con María aseguró públicamente tener en su poder el pene en cuestión. Tras todo ello el mencionado pene entró en el circuito de subastas –de forma parecida a lo ocurrido con el de Napoleón- y fue sucesivamente vendido a distintos coleccionistas e instituciones, no sin polémica ya que al parecer un análisis serio realizado por la casa Bonham descubrió que se trataba de un pepino de mar desecado. Algo que no sorprende si tenemos en cuenta que María Rasputina estuvo en varios momentos de su vida relacionada con diversas supercherías, igual que Boris Soloviov, un dudoso individuo que fue pareja sentimental suya durante cierto tiempo.  

   En cualquier caso en el año 2000 el "auténtico" pene de Raputín acabó supuestamente en manos del jefe médico del Centro de Próstata de la Academia rusa de las Ciencias. Ese individuo contactó para ponerlo en condiciones con un especialista que había formado parte del equipo de embalsamadores del cadáver de Ho Chi Min y, así, tras un tratamiento de momificación, se expone desde 2004 dentro de un frasco de formol en un improvisado museo alojado en los restos de lo que antes era una antigua clínica de salud mental.  

 Obviamente hasta aquí solo he citado anécdotas sobre casos particularmente famosos relacionados con el coleccionismo laico por así decirlo. Si entramos ya en el mundo de la adoración religiosa la cuestión se vuelve inquietante. Por ejemplo es muy conocida la afición al coleccionismo de reliquias del rey Felipe II de España por efecto de la cual llegó a acumular en la basílica del Monasterio de El Escorial un inmenso muestrario de restos de santos guardados en relicarios, entre ellos once cuerpos completos, más de 300 brazos y piernas, 144 calaveras, supuestos cabellos de la Virgen y Jesucristo, así como fragmentos de la "verdadera" cruz, la corona de espinas o el paño con el que la Virgen se secaba las lágrimas durante la Crucifixión (reliquia esta última de la que ya incluso en su época se sabía que era falsa).  La cuestión es que hoy en día no está claro si entre todo ese arsenal se incluían algunos penes de santos. Parece exagerado pensarlo pero hay que tener en cuenta que hablamos de un auténtico obseso de la acumulación de trozos de mártires pese a que, paradójicamente y en contra del mito, Felipe II no se manifestó en otros órdenes de su vida como una persona especialmente religiosa o al menos fanática (como muestra por ejemplo su recelo a acudir a procesiones o autos de fe).  

De todas formas debido a esa malsana obsesión Felipe II promovió en sus años de gobierno la exportación a España de cientos de trozos de santos procedentes del resto de Europa, restos que los obispos y priores de la cristiandad remitían al poderoso monarca desde múltiples lugares, eso sí, siempre que era posible acompañados de sus correspondiente certificados de autenticidad (hay que ser legal, chavales).  

Hasta tal extremo llegó ese tipo de fijación mórbida en el soberano que cuando Don Juan de Austria murió en Flandes (no vamos a entrar en el proceloso asunto del cómo y el por qué) Felipe II de cara a repatriar a la Península el cuerpo de su bien amado hermano bastardo ordenó que fuese troceado y puesto en salazón para su traslado por separado en diversos sacos. Luego una vez de nuevo "a salvo" en tierras españolas Felipe hizo recomponer el cuerpo uniendo las partes del “puzzle” con hilos de metal. Desgraciadamente durante el traslado se perdieron la punta de la nariz y "otras partes" del cuerpo de Don Juan. Por si se lo preguntan, este macabro hecho no lo cuenta ningún pérfido defensor de la leyenda negra (es decir "gabachos" y holandeses celosos de Rafa Nadal y Alberto Contador) sino que lo cuenta con total naturalidad -como considerándolo perfectamente normal y necesario- un cronista áulico castellano de nombre Baltasar Porreño (1569-1639):

   "Los miembros fueron sujetados con ligaduras de hierro e hilos de bronce y el cuerpo, ya articulado, vestido de refulgentes armas, fue expuesto en presencia del rey, con la capa de capitán general, como sosteniéndose de pie y apoyándose sobre el bastón de mando" .

Por otra parte, quizás producto del impulso dado por Felipe II o quizás provenientes ya del furor por las reliquias muy extendido en los tiempos medievales anteriores (plumas y huevos ¿?¡¡ del Espíritu Santo, leche de la Virgen¡¡, el cordón umbilical de María y hasta dos cabezas de San Juan Bautista entre otros miles de supuestos vestigios se "descubrieron" y distribuyeron por todo el continente) diversas instituciones religiosas españolas guardan aún hoy sus propios “tesoros” anatómicos (hasta una pezuña de diablo se llegó a atesorar en Cuenca). No voy a hacer un recorrido por esa galería de los horrores porque hoy estamos aquí para hablar de penes, así que vamos a pasar a centrarnos en  la interesante cuestión del prepucio del pene de Jesús. Sin duda el pene definitivo.  

Debido al rito judío (y Jesús lo era) de niño debería haber sido circuncidado. En este sentido y según algunos textos apócrifos tras realizarse dicha ceremonia el mismo San Juan Bautista le dio el prepucio del futuro profeta a María Magdalena para que lo guardara (aunque este hecho, como casi todo lo relativo a la vida de Jesús, parece una invención con sentido teológico más que la crónica de un hecho real). En cualquier caso el controvertido prepucio tuvo que existir y por lógica lo que pudiera quedar de él (vamos a suponer que los trocitos de Supermán y de Jesús son indestructibles tanto para la tecnología humana como para los microorganismos encargados de la descomposición) se encontraba separado del cuerpo de Jesús en el momento de la (hipotética) ascensión al cielo de este último. Surge entonces la cuestión de si dicho trocito ascendió también a los cielos por su cuenta… o el pobre se quedó abandonado en la Tierra (para dar consuelo y compañía al abundante número de crédulos que aún malviven por estos lares).  

Dentro de la propia Iglesia católica parece imponerse la creencia en la segunda opción dado que han existido históricamente como reliquias diversos presuntos restos de dicho prepucio (y vaya usted a decirles que son falsos a los fieles convencidos, como la Sabana Santa de Turín, el Santo Sudario de Oviedo, los diversos cálices de la última cena o las reliquias del apóstol Santiago..., vaya y dígaselo, pruebe).  

De esta forma diversas abadías y catedrales francesas, la Basílica de San Juan de Letrán en Roma o incluso la catedral de Santiago de Compostela han proclamado en algún momento pretérito el tener en su poder un trozo de la polla de Cristo (no me negaran que suena poderoso el decirlo: "por el cimbrel divino, vade retro maligno, ¡¡el cipote de Cristo te obliga¡¡"). 

Finalmente el culto al Santo Prepucio fue derogado por un decreto en 1900, aunque ocasionalmente la fe popular (esa gente que llora con la Semana Santa de Sevilla porque no se puede explicar esto hay que vivirlo para entenderlo y cosas así) continuó la tradición en algunos lugares independientemente de las disposiciones vaticanas, inasequible como es la piedad popular ante cualquier evidencia en contra de su fe, incluso proveniente de la misma jerarquía. De esta forma el pueblo italiano de Calcata celebró hasta 1983 una procesión donde la estrella era un relicario en el que se guardaba el supuesto último trozo conservado del Santo Prepucio (y es que en la línea de lo que he comentado por las iglesias y catedrales de Europa occidental llegó a haber diseminados más de una docena, sin duda todo un prepucio el de Jesús). Al final dicha práctica solo terminó porque al año siguiente el relicario (que tenía joyas incrustadas) fue robado (los vecinos del pueblos afirman que fue secuestrado por agentes vaticanos).  

  En fin, no quiero darle muchas más vueltas a esta extraña temática que, pese a todo, levanta pasiones entre muchos aficionados al coleccionismo psicótico o la adoración acrítica de “souvenirs” de los grandes hombres y mártires del pasado. A ver si en unos días por fin logro dar forma a la entrada sobre los mayas y vuelvo a hablar de historia de la de verdad. Ciclos climáticos, estructuras productivas, estilos arquitectónicos, jerarquías sociales y esas cosas. 

4 comentarios:

  1. Sobre los escáneres y radiografías que se están haciendo últimamente a momias egipcias y algunas sorpresas que arrojan esos análisis:

    http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/20/actualidad/1400612011_999718.html

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  2. Más información sobre la tecnología del TAC multicorte aplicada al análisis de restos de momias

    http://elpais.com/elpais/2014/11/10/ciencia/1415643200_394945.html

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  3. Esta obsesión por guardar trocitos de personajes célebres no ha sido cosa del pasado, y si no que se lo pregunten al pobre Einstein. Le sacaron de todo en su autopsia, en particular los ojos y el cerebro, este último dio para un libro y todo donde se narra un viaje por EEUU en los 90 con el objetivo de devolver el cerebro a una de las nietas de Einstein. Aquí un link que lo explica: http://www.fogonazos.es/2007/09/einstein-en-el-maletero.html

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  4. Sobre la cabeza de Jeremy Bentham:

    https://www.youtube.com/watch?v=HJygaADstq4&feature=youtu.be

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