Este señor de debajo es
Adolf Hitler, el famoso líder ecologista alemán de los años 30. En concreto cuando
se hizo esta foto estaba saludando a los miembros de la Legión Condor al regreso de estos a Alemania tras su Erasmus en la Península.
Debo confesar que no me gusta el mundo en el que vivo. No por nada en
concreto, no me echaré a llorar por el hambre en el Tercer Mundo ni esas cosas, de hecho hace tiempo casi todo era aún peor hasta extremos de los que poca gente se da cuenta. Hace siglos la vida era un infierno de dolor, hedor,
infecciones, inseguridad, frío y eventualmente hambre y violencia, mucha violencia. Pero, pese a ello, en lo
profundo de mi interior he llegado a la conclusión de que yo debería haber
nacido para llamar a la oración desde lo alto de la mezquita de Kairuán, convertirme
en un asesino en serie de campesinos en la Livonia del s. XIV, ser violado en
alguna caravana de trayecto a Tombuctú, morir de escorbuto durante el trayecto
en barco a las Indias holandesas o arrancar corazones palpitantes en lo alto de
un templo azteca mientras el sacrificado se desgañitaba chillando (o tal vez para ser yo el
sacrificado, tanto da). Desde luego tengo claro que yo no debería haber nacido para hacer la lista de la compra,
pensar qué limpiador es mejor para el baño, amargarme porque el vecino siempre
aparca delante de mi entrada o calcular si me llega para comprarme un nuevo
televisor de plasma a fin de mes. Todo eso, esta... realidad, en la que me veo atrapado, es producto de un error.
Afortunadamente la diosa Clío es generosa con sus escasos admiradores
verdaderos. No puedo viajar pero ella me ha enseñado que, escondidas dentro
del horrible mundo del presente, existen pequeñas ventanitas hacia el
pasado y son accesibles a los que saben mirar. Una de esas ventanitas son las fotos de época,
no permiten retrotraerse demasiado hacia atrás en el tiempo, pero algo es algo.
El problema es que el pasado que nos muestran esas fotos, cuando empieza a ser mínimamente
remoto, se torna en blanco y negro. Y yo no soy un perro o algún otro bicho de esos
que ve las cosas así, yo veo el mundo en color y exijo que el pasado responda a
esa exigencia.
Pero como he dicho Clío es generosa. Somos pocos ya los que le hacemos
sacrificios de sangre adecuados. No es cierto que haya que resignarse, como
muchos creen, a ver el mundo de hace un siglo en blanco y negro. Es posible pese a todo verlo en color. ¿Cómo?. Pues gracias a que en el
mundo siempre ha habido gente rara, como yo. La foto de Hitler que he colgado
antes fue realizada por un fotógrafo llamado Hugo Jaeger que fue un pionero
adelantado a su tiempo en el uso del color. Pero hubo otros. En el caso de la Rusia zarista un señor llamado Serguéi Mijáilovich Prokudin se
formó como químico y más adelante desarrolló por su cuenta técnicas pioneras para dotar de color a las
fotografías. La gracia es que lo hizo en 1905
cuando el resto del mundo tendría que esperar aún décadas para llegar a ese estadio técnico. Y lo mejor de todo es que
después de eso el amigo Serguéi no se dedicó a montar una empresa o dar conferencias para difundir su técnica sino que
simplemente se dedicó a viajar por todo el Imperio ruso de entonces montado en un vagón de tren convertido en cámara oscura y sacando
fotografías, muchas fotografías.
Su truco en el fondo era sencillo. Primero tomaba una serie de fotos monocromáticas en secuencia muy rápida, cada una a través de un filtro de color diferente. Más adelante al proyectar las tres fotos monocromáticas con luz del color adecuado era posible reconstruir la escena con los colores originales. Hoy en día las más de 2.500 imágenes que nos dejó están en un fondo de la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (es posible que los calzoncillos que usted creyó perdidos la semana pasada, tras ser investigados y analizados a fondo por la CIA, ahora estén depositados allí también) y son accesibles por Internet. Así que tras unos pequeños arreglos es posible bajarlas al ordenador y reproducir el truco de magia que usaba el viejo Serguéi para dotar de color a su mundo.
Su truco en el fondo era sencillo. Primero tomaba una serie de fotos monocromáticas en secuencia muy rápida, cada una a través de un filtro de color diferente. Más adelante al proyectar las tres fotos monocromáticas con luz del color adecuado era posible reconstruir la escena con los colores originales. Hoy en día las más de 2.500 imágenes que nos dejó están en un fondo de la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (es posible que los calzoncillos que usted creyó perdidos la semana pasada, tras ser investigados y analizados a fondo por la CIA, ahora estén depositados allí también) y son accesibles por Internet. Así que tras unos pequeños arreglos es posible bajarlas al ordenador y reproducir el truco de magia que usaba el viejo Serguéi para dotar de color a su mundo.
Ah, el viejo Serguéi. Que poca gente debió entender lo grande que eras. Y
lo mejor de todo es que en aquellos tiempos hubo más gente como él. Es increíble. Buena parte de esos otros pioneros utilizaban técnicas
peores, más cutres, pero en general producto de escudriñar diversos archivos y fondos digitales uno puede hacerse con un paquete de imágenes realmente importante y completo
sobre cómo era el mundo, de verdad, en color, auténtico, antes de 1914, ahora
que se cumple un siglo.
A continuación os dejo algunas fotos que he ido reuniendo de aquí y de allá y que nos dejan intuir cómo era ese mundo que la guerra y la industria destruyeron. TODAS son
anteriores a 1910, la mayoría son de entre 1900 y 1906 pero hay algunas incluso
anteriores a 1900, incluso varias décadas anteriores. En general nos muestran como eran el Imperio ruso, el Imperio alemán, el Imperio austrohúngaro y algunos territorios limítrofes.
En cuanto a las imágenes las hay de mejor calidad (incluso de tanta que parecen
hechas con el móvil ayer mismo, pero insisto en que todas las imágenes son del
mundo anterior a la Iª Guerra Mundial) y, claro está, las hay también de peor calidad (qué se le va a
hacer).
Muchas de estas fotografías son invaluables a la hora de reconstruir cómo eran algunas de esas zonas en el pasado, más que nada porque las Guerras Mundiales, sobre todo la IIª, devastaron -a través de bombardeos y pillajes- muchísimos edificios históricos y cascos antiguos en Alemania, Rusia, Polonia y zonas así. Por ejemplo, así quedó el centro histórico de Colonia con su famosa catedral en el centro:
Hoy en día está todo como nuevo, por supuesto. En este y otros casos los edificios siguen allí pero en realidad en gran parte son producto de "restauraciones" hechas a partir de los años 50 lo cual implica que cuando usted recorre esos sitios de turista, con sus bermudas hawaianas y las gafas de sol, está aproximándose al pasado remoto más o menos tanto como si fuese a Eurodisney o Las Vegas para contemplar castillos medievales. En esos casos ya no está pisando un suelo auténticamente milenario o contemplando un edificio con cinco siglos de antigüedad tal y como fue construido sino uno que se parece a cómo era el que se desintegró hace varias décadas producto del cañoneo, o el bombardeo o el incendio de turno.
Hoy en día está todo como nuevo, por supuesto. En este y otros casos los edificios siguen allí pero en realidad en gran parte son producto de "restauraciones" hechas a partir de los años 50 lo cual implica que cuando usted recorre esos sitios de turista, con sus bermudas hawaianas y las gafas de sol, está aproximándose al pasado remoto más o menos tanto como si fuese a Eurodisney o Las Vegas para contemplar castillos medievales. En esos casos ya no está pisando un suelo auténticamente milenario o contemplando un edificio con cinco siglos de antigüedad tal y como fue construido sino uno que se parece a cómo era el que se desintegró hace varias décadas producto del cañoneo, o el bombardeo o el incendio de turno.
Dicho esto, impreso en la base de la propia foto o buscando las propiedades de la fotografía, en muchos casos encontraréis el nombre del lugar fotografiado. En otros casos simplemente tendréis que intentar adivinar la región a la que pertenece la fotografía.
Queremos más!
ResponderEliminarUnas fotos geniales y más genial aún poder verlas. Y si, debemos estar agradecidos por la época en la que hemos nacido, aún con todo lo que queda por arreglar y mejorar. Yo no estaría vivo si no fuera por la suerte de esta era.
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