El país de los que ganaron la guerra

¿Sabe usted quien ganó la guerra?. No, usted no lo sabe. Verá, la guerra la ganaron los curas y la perdieron los maestros.

Neckan

Hoy toca hilo de fotografía. Y ya va siendo hora de dedicar uno a España. Ahora bien, como es lógico debido al tradicional atraso de ese país, resulta muy complicado encontrar buenas fotografías de alta calidad realizadas durante el s. XIX. Dicho lo cual, la verdad es que lo anterior tampoco es algo imposible. Al menos si nos conformamos con el humilde blanco y negro. Es decir para esos tiempos existen interesantes fondos fotográficos producto particularmente del esfuerzo de varios fotógrafos de origen extranjero, a destacar entre ellos el galés Charles Clifford (1820-1863) y el francés Jean Laurent (1816-1886).

Los paralelismos en las trayectorias de esos dos hombres resultan además muy curiosos. Ambos se asentaron en España tras nacer en otro país, ambos empezaron a dedicarse a la fotografía en torno a los primeros años 50 de ese siglo XIX, ambos acabaron ostentando el título de “Fotógrafo de Su Majestad la Reina” (en alusión a Isabel II) y ambos usaron con bastante buena fortuna la primitiva técnica del "colodión húmedo". Un método, este último, bastante incómodo ya que obligaba a revelar la fotografía casi inmediatamente después de haberla realizado sobre unas placas de vidrio que además destacaban para mal por su fragilidad. Pero en todo caso dicho procedimiento también poseía algunas virtudes ya que algunas de las imágenes que salían adelante podían llegar a resultar bastante nítidas y resistentes al paso de los años.

Pues bien, Clifford y Laurent, junto con el francés Louis Leon Masson y diversos españoles que ejercieron de pioneros locales en la fotografía, como es el caso de Casiano Alguacil (1832-1914) o Rafael Garzón (1863-1923), este último especializado sobre todo en fotografías de Andalucía, nos han dejado varias imágenes muy hermosas de aquella exótica España decimonónica, entre los años 1850 y 1900 aproximadamente, las cuales procedo a compartir con vosotros.

A fin de cuentas más allá de su valor estético, o su utilidad lúdica, este tipo de fotografías poseen otras funcionalidades. Por ejemplo a mí me resultan muy interesantes de cara al conocimiento del patrimonio arquitectónico previo a diversos procesos de restauración que se empezaron a hacer muy habituales a finales de dicho siglo.