Hoy voy a hablar de un
fotógrafo que, aunque también viajó por Persia, no obstante desarrolló el
grueso de su trabajo un poco más al Norte, concretamente documentando la fascinante variedad etnográfica del Cáucaso.
Me refiero a Dmitri
Ivanovich Ermakov (1846-1916), nacido en Tbilisi, la actual capital de Georgia, hijo de un arquitecto
italiano y una georgiana de ancestros austríacos. Cuando él aún era muy joven su madre contrajo un segundo
matrimonio con un ciudadano ruso del que tomó el apellido, lo cual además le
abrió al joven Dmitri el camino para formarse como topógrafo militar en una
Academia militar zarista. Durante dichos estudios empezó a familiarizarse con
la fotografía y así poco después de licenciarse, en los años 70, abrió un
estudio fotográfico con base precisamente en Tbilisi.
Curiosamente, pese a que la región por entonces -más o menos igual que
ahora- se encontraba bastante atrasada socioeconómicamente, aun así contaba con diversos
estudios de fotografía, como el abierto por un tal Alexander Roinashvili algunos años antes. De esa forma se formó allí un pionero grupo de fotógrafos georgianos que iban a mostrarse muy activos realizando “expediciones”
por las regiones próximas controladas por el Imperio zarista, o incluso por zonas
del Imperio otomano, así como Persia, siempre a la caza de las mejores y más pintorescas instantáneas de una zona del planeta donde lo pintoresco nunca ha dejado de abundar. Pensad que
hablamos de un territorio donde por entonces aún pervivían los nómadas, los bandidos de montaña y una cierta mentalidad
tribal, todo ello en paralelo a la existencia de importantes núcleos urbanos y vías de comunicación
de corte moderno.
Como ejemplo a ese respecto quizás lo que más me ha llamado la atención del material gráfico que hay sobre esa región del planeta en el tránsito hacia el s. XX sea la combinación de todo tipo de tropas usando armas de fuego modernas, frente a la sorprendente abundancia de guerreros puros que aun usaban por entonces diversos sistemas basados en el empleo de espadas y armaduras. Y a veces hasta una mezcla de ambas cosas.
Como ejemplo a ese respecto quizás lo que más me ha llamado la atención del material gráfico que hay sobre esa región del planeta en el tránsito hacia el s. XX sea la combinación de todo tipo de tropas usando armas de fuego modernas, frente a la sorprendente abundancia de guerreros puros que aun usaban por entonces diversos sistemas basados en el empleo de espadas y armaduras. Y a veces hasta una mezcla de ambas cosas.
No negaréis que resulta merecedora de una total atención cualquier persona que se tome la molestia, y hasta la solemne deferencia, de ataviarse con una buena cota de malla antes de descerrajarte un tiro a bocajarro mediante algún tipo de mosquete primitivo.
En el caso de Ermakov pronto ganó cierto renombre internacional, con imágenes como ésta de al lado mostrando a un derviche persa y tomada en 1870, lo cual le permitió ser aceptado en el seno de la Société française de photographie, uno de los círculos especializados más prestigiosos del momento.
En el caso de Ermakov pronto ganó cierto renombre internacional, con imágenes como ésta de al lado mostrando a un derviche persa y tomada en 1870, lo cual le permitió ser aceptado en el seno de la Société française de photographie, uno de los círculos especializados más prestigiosos del momento.
Sin embargo a su muerte el legado que dejó tras de sí, compuesto por miles y miles de imágenes de
calidad variada, casi se perdió. Eso fue debido a
que durante la época soviética el hijo de Ermakov, depositario de una parte de sus archivos (otra se
encontraba en la Universidad de Tbilisi), fue condenado en el transcurso de las purgas estalinistas y murió en prisión en 1941.
Pese a ello en la actualidad existe un conjunto de imágenes suyas entre los fondos de la New York Public Library. También es de esperar que en un futuro los fondos con fotografías tomadas por Ermakov y que aún se hallan en archivos de Georgia sean digitalizados y
salgan a la luz.
En este mismo blog hemos visto (y veremos) fotógrafos de época que generaron un legado de más calidad, mayor valor informativo, más impacto emocional o significación histórica. Pero de alguna forma el territorio abarcado por Ermakov tenía la ventaja de conservar a finales del s. XIX la pureza de la barbarie endulzada por unas gotas de civilización añeja. Una mezcla que siempre me ha interesado y que impregnó de forma espontánea el paisaje de las imágenes que tomó y las miradas de las personas que retrató.
"No prometo nada, pero..."
ResponderEliminar¡Ese pero, ese pero!
De todas formas no es que no me interesen este tipo de entradas. Tienen su aquel (menos la de las ejecuciones en China, que fue bastante gore). De esta me quedo con el par de guerreras. Miedito.
¡Ais! Este chisme va tan lento y a trompicones que me he equivocado de post!!
ResponderEliminarTe he movido el comentario a la entrada correspondiente para comentar las cosas allí si procede.
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