El
problema de prometer a la gente una recompensa en el cielo es que
luego aceptan sentarse sobre sus culos aquí en la Tierra, tragando
mierda y limitándose a esperar que les broten las alas muy pronto.
“The
Man in the High Castle” episodio séptimo de la segunda temporada.
En la segunda mitad del s. XIX el arte ruso en particular, y Rusia en general, afrontaron la paradoja de manifestar un profundo conservadurismo en su cúspide institucional (emparentado con el estancamiento social y político que vivía el país) a la vez que en su seno periódicamente surgían figuras individuales o movimientos completos caracterizados por su compromiso social, su brillantez y/o su vocación de ir a contracorriente. Fue la época en que reinó una arquitectura de tinte historicista obsesionada con el revival de formas grandilocuentes propias del momento de esplendor del arte bizantino, mientras la literatura rusa alcanzaba su apogeo retratando de forma descarnada la tragedia de la vida humana y las miserias de la sociedad rusa del momento. Universidades y academias rebosaban de eruditos decrépitos a la vez que, pese a todo, el país producía genios como Dmitri Mendeleyev. La política oficial estaba completamente dominada por ideas autocráticas y reaccionarias, pero -seguramente debido a ello- en ese contexto surgió una amalgama de teóricos de la anarquía y la revolución llamados a cambiar el mundo.
A juego con ese peculiar paisaje, en 1863, catorce estudiantes (los que veis en al foto de debajo) abandonaron voluntariamente la Academia Imperial de las Artes. Entendían que era una institución demasiado conservadora y elitista, por lo cual decidieron salirse del seno de la misma y formar una “cooperativa” de artistas al margen del stablishment académico.
A juego con ese peculiar paisaje, en 1863, catorce estudiantes (los que veis en al foto de debajo) abandonaron voluntariamente la Academia Imperial de las Artes. Entendían que era una institución demasiado conservadora y elitista, por lo cual decidieron salirse del seno de la misma y formar una “cooperativa” de artistas al margen del stablishment académico.
Siete años más tarde, tomando dicha
asociación como base, en Rusia se formó algo así como la "Sociedad de
Exposiciones de Arte Ambulante" o
Peredvizhniki con la intención
declarada de llevar el arte hasta la gente común. Esa asociación duró desde
1871 a 1923, tiempo en el que sus miembros realizaron casi medio centenar de
exposiciones públicas en diversas ciudades rusas. Aunque, siendo precisos, el
momento de esplendor de dicho movimiento se concentra entre los primeros años 70
y finales de los años 80 del s. XIX.
En esa época sus integrantes, denominados despectivamente como “Los vagabundos” por parte de la crítica oficial, renovaron la pintura rusa en un sentido
muy diferente al que estaban tomando otros movimientos rupturistas en Europa
occidental o recorrerían más adelante algunos colectivos en la propia Rusia. Esos grupos de vanguardia comenzaban
por entonces su proceso de alejamiento de las masas para convertir la pintura en
un cortejo intelectual entre artistas y críticos mientras que en lo puramente
estético se experimentaba con nuevas formas de expresión formal, jugando con
los colores o las perspectivas, abriendo el camino hacia la abstracción.
En cambio los “vagabundos” hicieron todo
lo contrario, asumieron la responsabilidad social del arte como medio de
expresión y se orientaron hacia las masas iletradas usando para ello un tipo de pintura esencialmente realista. Eso por un lado, por otro orientaron su producción hacia una triada concreta de temáticas: la pintura histórica (de
hecho buena parte de los manuales de hoy en día en los que se citan personajes
de la historia rusa suelen ir acompañados de cuadros pintados por estos
autores), la pintura de paisajes naturales rusos y, finalmente, cuadros caracterizados
por un intenso realismo crítico, en los que se mostraban las duras condiciones
de vida de ciertos sectores de la sociedad rusa del período, buscando de esa forma lanzar una
soterrada crítica social.
En realidad el movimiento era tanto
progresista como conservador ya que, si bien ese intento de crítica social los
aproximaba a movimientos revolucionarios de izquierdas del período, su
glorificación de la historia y la fisonomía de las tierras de Rusia los situaba
simultáneamente en las proximidades de algunos postulados ultranacionalistas de
derechas.
En cualquier caso, para lo tocante a la
escena artística rusa del momento los "vagabundos" se convirtieron fugazmente en vanguardia, pese a que
desde una perspectiva occidental del arte sus cuadros se consideran como
demasiado “académicos” y costumbristas.
Sin embargo, a medida que el siglo XIX llegaba a su fin en Rusia fueron apareciendo
otros movimientos más “rompedores” como Mir iskusstva, mientras que muchos de los "vagabundos" acabaron siendo derrotados por
la vida, convertidos realmente en vagabundos, alcohólicos, suicidas… o bien en
académicos satisfechos de su éxito y su posición social, pasando a desempeñar
los roles de los que había abominado de jóvenes. Asimismo algunos simpatizantes
del movimiento comenzaron a experimentar con nuevas técnicas parcialmente ajenas
a la pintura figurativa tradicional; como fue el caso de Leonid
Pasternak, el que sería padre del famoso literato del s. XX.
En otras palabras
el impulso inicial se fue perdiendo, el grupo se fue fragmentando y las
ideas iniciales cayeron progresivamente en el olvido. No obstante la herencia de los "vagabundos" fue muy importante porque ejercieron de puente entre el arte
realista del s. XIX y el advenimiento tras la revolución rusa de 1917 del
realismo socialista, algunos de cuyos primeros creadores procedían directamente del
movimiento de los Peredvizhniki o habían sido discípulos de sus
integrantes. Surgía así, de las cenizas de la anterior, una nueva escuela que desde el riguroso realismo
aspiraba nuevamente a llevar el arte hasta las clases populares, solo que ahora
mostrando no lo que iba mal en Rusia, sino todo lo contrario, lo bien que
marchaba el país… gracias a la revolución. Pero esa es ya otra historia.
Aquí os dejo con una pequeña selección de cuadros de estos autores que
me encantan. En particular destacaría entre todos ellos a Iván Shishkin (como paisajista fundamentalmente) y sobre todo a Ilya Repin (1844-1930), a mi modo de ver el más dotado entre todos los integrantes del movimiento, por lo cual he incluido varias obras suyas en la recopilación. Espero que os guste y en todo caso que esta pequeña
contribución haya servido al menos para que os suene este movimiento artístico, aunque en Occidente sea básicamente desconocido por el gran público.
La sala del BBV en la Castellana de Madrid hizo en 1999 la exposición "La pintura rusa del siglo XIX en la Galeria Tretiakov". No incluía sólo Peredvizhniki, pero estos estaban muy bien representados.
ResponderEliminarPor mi parte tuve la ocasión de ver la exposición que la Nationalgalerie de Berlin dedicó a Replin el año 2003. Realmente extraordinaria. Además de óleos incluía también muchos dibujos, y algunos de sus famosos retratos de Tolstoi, Kerenski, Korolenko, etc.
Para quien le interese, veo que el catálogo ("Der Maler Ilja Repin: Auf der Suche nach Russland") se encuentra disponible en iberlibro.com a poco más de 13 euros!
Eres una máquina en estos temas.
EliminarMejor cambio la última frase de la entrada, porque entonces esta pintura no es tan ignorada en cuanto a exposiciones.
No cambies nada, hombre, pero si tienes más razón que un santo!!
EliminarDesgraciadamente, y como bien dices, en Occidente casi nadie recuerda a toda esta gente: Repin, Levitán, Shíshkin, el genial Kuindzhi y sus extraordinarios abedules de 1879 --cuadro presentado por cierto en la exposición de aquel año de los Peredvizhniki--, o a un "ciudadano del mundo" como Vereschaguin --que visitó toda Europa, el Cáucaso, Asia Central, India, América, China, Japón, Cuba y Java (¡antes de 1888!) o al ya más tardío y moderno Mijail Nesterov (retratista de los filósofos Bulgakov y Florenski, entre otros).
Mi comentario era sólo para ampliar un poco la información sobre los pintores que comentas que, aunque les hayan hecho alguna exposición por aquí por Occidente, siguen estando en babia para la mayoría del persona.
Y para algo debe de haber servido, ya que veo que el catálogo de la exposición de Berlin que mencionaba (y que estaba a la venta en Iberlibro) ya lo ha comprado alguien, jajajaja, y ahora el ejemplar más barato ya está por los 21 euros.
Saludos muy cordiales,
Me gustan. Aunque para ser anti-academicistas, el estilo no puede ser más clásico. Me recuerda el realismo de John Singer Sargent, poco más o menos del mismo período.
ResponderEliminarEfectivamente, Malatesta, coincido contigo. Salvando algunas distancias ideológicas y temáticas, Sargent en América, Anders Zorn en Suecia ...incluso me atrevería a nombrar a Boldini. Y, mal que le pese a más de uno, al mismísimo Sorolla.
EliminarOjala parte de la pintura actual se dedicara también a reflejar nuestra época y sus contradicciones. Algunos de esos cuadros no son sólo excelentes técnicamente sino que captan parte de la experiencia humana de ese lugar y esa época y eso tiene mucho valor.
ResponderEliminarPor cierto que en el Guggenheim de Bilbao en la exposición Rusia! también estuvieron representados algunos de estos autores. Recuerdo especialmente el cuadro de Repin de los sirgadores que es realmente impresionante.
Un saludo
Son unos cuadros extraordinarios, ojalá algún día tenga la oportunidad de verlos en persona.
ResponderEliminarPues no conocía a estos autores y movimiento, y eso que estudié Bellas Artes pero estos autores modernos realistas se estudian muy poco, como mucho a Antonio Lopez y Lucian Froid pero solo lo nombra algún profe rarito.
ResponderEliminarA mi me ha recordado mucho a Sorolla y a Pinazo, y luego los paisajes me han gustado también mucho. Un placer descurir a estos autores.
Coincido con Demangeon, independientemente de la técnica ( impecable ), lo que me cautiva es la manera en que, por ejemplo, Repin capta el momento, la sensación es mas cercana a la fotografía que no a la pintura, una autentica belleza.
ResponderEliminarPD. JS ... gracias como siempre por tus posts
"Cosacos zapórogos escribiendo una carta al Sultán" es uno de mis cuadros favoritos.
ResponderEliminarCada cara de cada cosaco es una expresión completamente distinta y captura a la perfección lo que serían las expresiones de los cosacos mientras redactaban la mítica carta.