Ya en épocas remotas –existen en este sentido
textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y
estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era un hecho objetivo
que los hijos de "buena estirpe", superaban a los demás- han sido
confirmados más adelante por la ciencia.
Mariano Rajoy en el diario “El
Faro de Vigo” 04-03-1983
Los
nobles somos una especie en peligro de extinción. La UNESCO protege a muchas
tribus, ¿verdad?. Pues la aristocracia es una tribu, una especie que debe ser
protegida.
Gloria von Thurn und Taxis en
el diario “ABC” 11-06-2014
Las redes sociales se revolucionaron el otro
día porque una pija alemana, residente en Londres y que trabaja en los EE.UU., le sacó una foto a una mendiga de París que leía una revista de moda y la subió a Instagram. Pues bien, eso me va a dar pie para divagar un poco.
Cuando las pérdidas no se socializaban del todo
Durante la Baja Edad
Media, en torno a diversas zonas geográficas como las ocupada por las ciudades hanseáticas, pero sobre todo a lo largo de diversas ciudades-estado del Norte
de Italia, surgieron las primeras prácticas y usos contractuales que con el tiempo
darían lugar al sistema económico capitalista. Obviamente por entonces esas
técnicas se circunscribían apenas a las actividades comerciales a gran escala desarrolladas por un reducido número de familias de mercaderes, las cuales se enriquecieron tempranamente en
torno al comercio de vino hacia las ferias de Champaña, de especies desde
Oriente a través de los puertos de Génova y Venecia, o de lana inglesa a través
de sociedades como el gremio del Arte di Calimala florentino. De hecho la mayor parte de la sociedad del período, eminentemente rural y con una economía de base agrícola, se mantuvo al margen de todo lo anterior. No obstante, como
hoy sabemos, el nuevo tipo de proceder, las fórmulas jurídicas, los tipos de
contratos y métodos de pago empleados y en general la nueva lógica de
acumulación de riqueza que daba sentido a aquellas nuevas actividades económicas (ya no
directamente basadas en la posesión de tierra o de hombres sino en la
manipulación de grandes capitales) estaba llamada a tener un gran futuro.
Algo que resulta curioso e interesante históricamente es que pronto las
primeras grandes fortunas acumuladas mediante ese tipo de actividades
comerciales (por ejemplo la familia de los Spini
en Florencia) dieron el tránsito hacia las actividades financieras e
inevitablemente, con el tiempo, las familias de mercaderes más exitosos acabaron
ejerciendo también como banqueros de los grandes poderes políticos del período.
No fue casual por tanto que en los siglos XIV y XV se sucediesen decretos de expulsión de
judíos a lo largo de casi todos los reinos de Europa occidental. Los judíos, que habían
desempeñado el papel de prestamistas en la sombra durante gran parte de la Edad
Media –logrando a través de ello ser más o menos tolerados o incluso protegidos
por el poder real- de repente ya no eran
necesarios como antes debido a la irrupción de unos nuevos sectores sociales
dispuestos a otorgar crédito tanto a nobles como soberanos y hacerlo a una
escala nunca vista.
Es así, a través de esa asociación entre las clases nobiliarias propietarias de la mayoría de los terrenos agrícolas y los nuevos ricos que habitaban en las ciudades y poseían fortunas
cada vez mayores basadas en el comercio, como algunos de estos últimos irrumpieron
en la historia. Sin embargo, esa estrategia, revisada de cerca, conllevó
grandes sinsabores para aquellas primeras familias de financieros, entonces la parte
débil de la simbiosis entre las primitivas bancas y las altas esferas del poder
en los reinos del período.
Eso lo podemos observar a través de los mercaderes italianos, quienes hegemonizaron el sector al final de la Baja Edad Media en Europa
occidental. Por ejemplo los Ricciardi de la ciudad de Lucca se hundieron en 1294 debido a
los créditos concedidos al monarca inglés Eduardo I (el “malo” de la película Braveheart)
que no pudieron ser reembolsados por dicho soberano debido a los excesivos gastos que le suponían sus continuas expediciones militares. Pese a ello cinco años
más tarde el monarca obtuvo nuevos préstamos de la familia de los Frescobaldi
florentinos a los que también llevó a la
quiebra. Y aún así durante las décadas siguientes más y más familias florentinas empezaron a competir
entre sí por el derecho a financiar a la corona inglesa.
Debido a ello en 1326 el destronamiento de Eduardo II de Inglaterra (hijo de Eduardo I), por
parte de su mujer y el amante de esta, hizo perder a la familia florentina de
los Scali los 400.000 florines de oro que habían prestado al depuesto monarca.
Exactamente al mismo tiempo, en el marco de una “tormenta perfecta” el gobierno
florentino se retrasó en sus pagos de un préstamo de otros 50.000 florines
contraído para subvencionar los gastos relacionados con una visita realizada a
la ciudad por el Duque de Calabria. Ambos eventos sumados conllevaron la
bancarrota total de la familia Scali, a la vez que el segundo de los hechos implicó también la caída en desgracia de otra familia de banqueros florentinos
de menor importancia, los Amieri, que habían contribuido en menor medida a prestar los 50.000
florines al gobierno florentino. Quince años antes por un problema parecido
habían quebrado los Mozzi.
Los mercaderes-banqueros florentinos siguieron sin aprender nada de todo ello; desde luego no hay duda de que la infinita codicia humana ha sido y es un poderoso fermento del capitalismo. Años después Eduardo III, hijo de Eduardo II,
logró restablecer su crédito prometiendo a los florentinos el preciado control
del comercio de la lana en sus fronteras. Gracias a eso consiguió enormes
empréstitos que le permitieron en 1337 iniciar la Guerra de los Cien Años
aunque la escalada bélica, y los enormes gastos aparejados, obligaron a la
Corona inglesa a declarar una bancarrota un par de años después de iniciado el
conflicto, lo cual en este caso se llevó por delante el patrimonio de familias como los
Peruzzi (solo a ellos el monarca les debía 600.000 florines de oro), los Bardi,
los Acciaiuoli y los Bonaccorsi. Todas las cuales debieron suspender pagos
entre 1343 y 1346.
La ciudad tardaría casi medio siglo en recuperarse de
aquel golpe que además conllevó que muchos pequeños y medianos comerciantes y
artesanos de Florencia, los cuales tenían sus ahorros en esas casas comerciales
o dependían de ellas, perdiesen la mayoría de su dinero.
Pasado el tiempo, durante el s. XV, la recuperación florentina se produjo en paralelo al ascenso al poder de los Medici, otra familia nacida en torno al comercio y la banca pero que en su caso prohibieron a sus agentes prestar dinero a los reyes o príncipes. El error de los Medici en cambio fue convertirse ellos mismos en políticos, lo que les aupó al control de la ciudad durante los siguientes dos siglos pero, tras un período inicial brillante, con el tiempo la familia acabó erosionada por la excesiva sobreexposición a responsabilidades, gastos y conjuras, con lo que poco a poco fue cayendo en la decadencia y la bancarrota avanzado el s. XVII.
Para entonces otras familias de comerciantes y banqueros habían accedido al primer plano de la escena política y económica aprovechándose de los
cambios en la coyuntura internacional. En concreto la creación del "Imperio español" supuso
una fuente de pingües beneficios para los mercaderes genoveses (como los
Fornari o los Vivaldi, Centurioni, Strata, Invrea, Pichinotti… y en general todos
los implicados en el Bandi di San Giorgio) y sobre todo para un par de familias
centroeuropeas (los Fugger y los Welser) que vincularon su prosperidad al apoyo
a la pujante dinastía Habsburgo y más en concreto a su rama española: los Austrias.
Gracias a ello es como los Fugger por ejemplo alcanzaron la cúspide de
su influencia cuando en 1519 financiaron con medio millón de florines la
proclamación de Carlos I de España como gobernante del Sacro Imperio. Pero
nuevamente ese tipo de simbiosis resultó venenosa a medio plazo. Solo en 1557
la primera de las frecuentes bancarrotas declaradas por el manirroto Felipe II
les costó cerca de dos millones de florines a los Fugger, y eso que salieron
mejor parados de ella que los Welser. Pero ninguna de las dos familias se recuperó nunca del todo de la
segunda suspensión de pagos decretada por Felipe II en 1576, ni mucho menos de la tercera llevada a cabo en 1596. Y
hay que tener en cuenta que durante el s. XVI no solo la Corona hispana de
los Austrias declaró bancarrotas sino que también lo hicieron la corona de
Francia o la de Portugal lo que tuvo como consecuencia el hundimiento de innumerables familias de mercaderes, cambistas y prestamistas de la época.
Pero, centrándonos solo en el caso hispano, así se explica que los Fugger acabasen
quebrando en 1607 de forma simultánea a una nueva suspensión de pagos decretada en este caso por
Felipe III, mientras que los Welser quebraron a su vez pocos años más adelante, en 1614. Por su parte las familias genovesas como los
Spínola o los Pallavicino se desangraron sosteniendo las guerras de
Flandes de los Austrias hispanos durante el medio siglo siguiente debido a las
frecuentes suspensiones de pagos proclamadas por Felipe IV (en 1627, 1647, 1652 y 1662).
No pretendo de todas formas realizar aquí una
historia de la génesis de la banca, ni de los mercados de deuda para los Estados. Simplemente a través de los párrafos anteriores quiero dejar clara una primera idea: aunque los libros de texto hablan de los
Medici o los Fugger en realidad las sagas familiares que realmente se
aprovecharon del progresivo tránsito del feudalismo hacia el capitalismo en
Occidente fueron otras más astutas, suficientemente humildes para permanecer
en un cómodo segundo plano, y adecuadamente frías y arribistas para no caer
en la ingenuidad de conferir su lealtad a un reino o una dinastía concretos,
procediendo a cambiar de bando o país según soplase el viento.
En ese sentido quiero contaros muy brevemente la historia de una de ellas. Luego veréis por qué.
Gatopardos y tejones
En torno a 1290, aprovechando el caos imperante tras la toma de Bérgamo por parte de los señores de Milán, el por entonces
patriarca de la familia Tasso, llamado Omodeo, organizó una primitiva red de
correos que conectaba Milán con Venecia y Roma usando para ello a treinta y
dos de sus familiares distribuidos a lo largo de la ruta. Aunque en Oriente por
ejemplo los mongoles contaban con redes estatales mucho más eficientes y
extensas, en Occidente por entonces no había demasiadas instituciones parecidas.
Por ello, aunque primitiva y muy pequeña, esa embrionaria compañía de correos fue
una idea genial que pronto convirtió a la familia en insustituible para muchos
de los notables de las ciudades a las que alcanzaba su red, dada la velocidad y
fiabilidad con la que los Tasso eran capaces de hacer llegar misivas
diplomáticas -y, con el tiempo, también de letras de cambio bancarias- entre el
gran enclave comercial de la Italia del momento (Venecia), el centro espiritual y
en cierta forma político (Roma) y el mayor polo artesanal y militar (Milán).
Lo bueno es que ese negocio era mucho menos
arriesgado que los de los comerciantes y banqueros del período porque los Tasso no
prestaban capital a los poderosos, simplemente realizaban para estos últimos un
servicio que representaba un lujo en aquel entonces y a cambio cobraban muy
caro por su celeridad y discreción.
Durante el s. XV, apreciando
que sobre las repúblicas italianas se cernían fuerzas muy poderosas, los Tasso
vendieron sus servicios al Sacro Imperio organizando un sistema de postas entre
Lombardía y Viena en 1450. Más adelante en 1489 se mudaron a Innsbruck y sus
buenos servicios a los soberanos de Austria les valieron el nombramiento de
caballero para el entonces cabeza de familia. Durante ese tiempo se fueron haciendo
además con el monopolio de los primitivos servicios postales de toda Europa
central y, aprovechando la posición de ventaja en el control de la información
que eso les proporcionaba, también empezaron a diversificar sus actividades
hacia ocasionales negocios comerciales. Además mientras hacían todo eso el
hermano del cabeza de familia en aquel entonces preparaba el terreno para un
eventual plan B marchándose a Flandes y poniéndose al servicio de los duques de
Borgoña.
A inicios del siglo siguiente,
concretamente en 1505, entendiendo muy bien la coyuntura internacional, la familia envió a uno
de sus miembros a iniciar la penetración de su negocio y
comenzar a hacer contactos en el recién nacido reino (o más bien conglomerado
de ellos) de España. Por su parte el grueso de la familia aprovechando los
contactos en Flandes de la rama que había trabajado para los borgoñones en la
generación anterior se mudó a Bruselas en 1516 y unos años después organizaron
un servicio postal que conectaba Flandes con la Península Ibérica, por un lado,
y con Roma y Viena por otro, poniendo esa infraestructura al servicio de los
Austrias hispanos a partir de 1520. De esta forma durante el s. XVI lograron
enriquecerse sirviendo a las emparentadas dinastías reinantes en Austria y
España, en aquel momento las mayores potencias de Europa junto a Francia.
Llegado el s. XVIII los Thurn und Taxis vendieron de forma
muy oportuna todas sus sedes en territorio bajo dominio de la monarquía
hispánica y poco a poco concentraron su negocio en el área alemana hasta convertirlo
progresivamente en un servicio de correos privado abierto a una amplia amalgama de usuarios. Todo ello hasta que durante el s. XIX -con el ascenso de Prusia como
gran poder en el área germánica y la progresiva unificación de Alemania como contexto- en
1867 la familia liquidó con pingües beneficios el grueso de su negocio postal al
gobierno de Prusia, dedicándose en adelante sus miembros a actividades más mundanas como la
fabricación de cerveza, la adquisición de compañías metalúrgicas o la acumulación de fincas
hasta completar un patrimonio de docenas de miles de hectáreas.
Pasó el tiempo y la familia sobrevivió a las
guerras mundiales, al nazismo, la guerra fría o la reunificación alemana.
Siempre en un segundo plano, sin tomar partido por ninguna ideología o bando
que les pudiese comprometer y perder su posición de privilegio y siempre muy
bien relacionados y conservando una gran fortuna, así como la posesión de
lujosas residencias palaciegas. Todo ello hasta hace algunas décadas con la
irrupción en la familia de la Princesa Gloria, autora de la una de las citas con la que
abría la entrada y otras muchas interesantes reflexiones.
Inicialmente Gloria no pertenecía a la
familia sino a otra rama nobiliaria germana de rancio abolengo, los Schönburg-Glauchau, aunque
muy venida a menos económicamente. Ni corta ni perezosa a los veinte años de edad Gloria protagonizó un
“TitaCervera” tras conocer en St. Moritz a Johannes, el heredero de la familia
Thurn
und Taxis. Se casaron en 1980. Él, de 54 años por entonces, no tenía reparos en frecuentar ambientes gays
de vez en cuando pero, presionado por la familia, necesitaba un heredero con
urgencia y a ser posible sin mezclarse con sangre plebeya en el proceso. Ella
era joven, alegre, con buen pedigree y previsiblemente buena paridora. Una candidata perfecta. Dos años
después Johannes accedió por fin a la jefatura de la casa y ocho después se
murió dejando tres hijos producto de la fructífera unión.
Lo interesante de Gloria es que contribuyó a
dar un giro al perfil de la casa Thurn und Taxis muy en la línea de las
estrategias actuales más exitosas en este tipo de familias nobiliarias. Se
trata de intentar compatibilizar una vida propia de la jet set pero manteniendo un perfil
público “campechano” que haga que la ostentación ya no sea mal vista por la
plebe que te rodea. Así Gloria comenzó a ser conocida como la “princesa punk”,
la "socialita dinamita" o la “princesa TNT”, apelativo que luego su hija
Elisabeth (de la que voy a hablar en un momento) ha mantenido. En esa línea la
casa Thurn und Taxis empezó por ejemplo a organizar festivales de música pop y
rock abiertos a todo el mundo y adoptar una imagen humilde y solidaria de cara
al populacho, creando comedores para indigentes y protagonizando mercadillos benéficos. Todo
lo cual ha llevado a sus miembros a ser muy populares y queridos, mientras en privado
subvencionan viajes a Lourdes (la familia es conocida por sus posiciones católicas conservadoras pese a vivir sus miembros diseminados por varios países protestantes),
critican el uso de los preservativos o achacan el SIDA a la promiscuidad. De hecho se comenta que ayudaron al ascenso de Joseph Ratzinger, buen
amigo de la familia, al Papado.
El caso es que esa
estrategia de ser lo más cool posible y sobre todo, como digo, muy campechanos públicamente, es la que intentar seguir, con mayor o menor éxito, los actuales vástagos de la familia: el hijo varón de Gloria,
Alberto, que compite en carreras de velocidad como las GT1 series, y sus dos
hermanas, Elisabeth y María Theresia.
La princesa y la mendiga
¿Y todo esto a qué viene?. Bueno, ha sido una
semblanza que me parece interesante de cara a contextualizar una noticia más o menos
insignificante, pero con mucha miga oculta, que he visto en prensa ayer. Y es que
hace un par de días una tal elisabethtnt
que en realidad es Elisabeth von Thurn und Taxis fue objeto de una de esas
ridículas polémicas de la era digital cuando subió a su cuenta de Instagram una
foto de una indigente parisina leyendo Vogue (Elisabeth ha trabajado como redactora de
esa revista en su edición para los EE.UU.) y mostró en los comentarios cierto orgullo
de que hasta los mendigos de París lean la revista.
El enfado de los internautas ante la
situación un tanto grotesca ha alcanzado cierto eco en la prensa, la cual no
obstante, debido a la crónica falta de espacio en sus artículos, o de
perspectiva histórica en los mismos, no puede exprimir a fondo toda la ironía
de la situación.
En parte por ello he realizado ese
recorrido por la trayectoria de los Thurn und Taxis para
que así se comprenda mejor quien es esta señorita nacida en St. Emmeram, un
palacio de quinientas habitaciones en Ratisbona, que vive a caballo entre
residencias de lujo ubicadas en Nueva York y Londres y a la que le parece megafashion que los sin techo se informen sobre tendencias de moda
(normalmente tan ridículas y horteras como las que dan sentido al mercado de obras de arte, por ejemplo).
De hecho, complementando un poco más el
retrato, la cosa no es tan sencilla como que una petarda haya cometido en las
redes sociales un desliz que refleja lo pija que es. Básicamente el anterior es
el sentido que se le ha dado a la noticia en algunos medios que la han
recogido. Pero el caso es que Elisabeth von Thurn und Taxis será
pija y petarda, o no, pero desde luego es mucho más. La “Carrie
Bradshaw del Vaticano” es autora de libros religiosos para niños, columnista
más o menos habitual de periódicos ultracatólicos, es junto a su madre una de
las cabezas en Alemania de la Orden de Malta (en serio)… y sobre todo es parte
de un lobby que pretende reintroducir el rito romano en la
Iglesia. Básicamente una corriente, esta última, compuestas por creyentes “de élite” que se
muestran favorables a regresar a los tiempos del Concilio de Trento, olvidarse
de moderneces y por ejemplo volver a usar el latín en la liturgia de las misas,
ya que no hace ninguna falta que la plebe inculta y maloliente comprenda nada de lo que se
dice en ellas, la cosa es que como ceremonias resulten solemnes y espectaculares.
De esa forma algunas
socialités de diversos países como la Princesa italiana Alessandra Borghese, o la misma Elisabeth von Thurn und Taxis, llevan tiempo nutriendo con sus contribuciones a organizaciones como el Institute of Christ the King Sovereign Priest
(con presencia sobre todo en países protestantes con minorías católicas) de
cara a que difunda y haga labor de lobby a favor de sus puntos de vista tendentes a recuperar las formas previas al Concilio Vaticano II.
Todo un personaje esta moza cuya
última anécdota me lleva por tanto a reflexionar sobre, por ejemplo, las brutales
diferencias sociales que aún existen en nuestro tiempo y que hemos acabado
dando por buenas y naturales. Un siervo de la gleba medieval rara vez se rebelaba
contra su situación, no solo por miedo a las represalias, sino sobre todo
debido a la creencia de que su posición social era producto de la voluntad de
Dios, o que simplemente las cosas tenían que ser así porque era la costumbre y
siempre habían sido del mismo modo. De la misma forma las sociedades de clases
contemporáneas poseen su propia retórica de cara a hacer que el grueso menos afortunado de la población siga valorando como presentables, inevitables, e incluso “justas”, diferencias monstruosas en cuanto a riqueza y poder muy parecidas a las de antaño, aunque se den bajo nuevas estrategias y formulaciones. Desigualdades que muchas veces tampoco es que tengan nada que ver con el talento natural o la
utilidad social de cada uno (como se las suele explicar) sino con la suerte de nacer en la familia
adecuada o algún otro tipo de azar afortunado.
En relación con lo anterior me llama
también la atención la forma en que han logrado mimetizarse con el paisaje las
viejas fortunas y los viejos poderes. Sobre todo en el mundo mediterráneo, pero
en general en todas partes, siguen existiendo linajes, casas, familias… que
controlan buena parte de los resortes del mundo económico y político de hoy como lo hacían hace generaciones o incluso siglos. Sin embargo los plebeyos actuales pensamos que es algo irrelevante y hasta informal y nos atrevemos a llamarles la atención en Twitter o ignorarlos en Facebook. Como si vivieran en el mismo mundo que nosotros, o como si nuestros pataleos importasen lo más mínimo.
Vivimos alienados. En el fondo todos somos como la pobre mendiga de la foto, vamos tirando a base de contemplar realidades que nunca podremos alcanzar. Merced a fantasías, televisión, drogas sociales o psiquiátricas y otros trucos, pasamos el rato y nos convencemos de que todo va bien. Creemos que dado que ya no existe la esclavitud, ni hay que arrodillarse ante el paso de determinados especímenes, y gracias a que hoy en día el nivel de vida mínimo en las sociedades desarrolladas no es del todo malo aunque seas plebeyo, entonces ya todo está como debe estar. Quizás algunos individuos sueltos tienen más poder o dinero que millones de nosotros juntos... pero eso son detalles porque en el fondo todos somos iguales, pensamos.
Y no es así amigos, no os engañéis.
Vivimos alienados. En el fondo todos somos como la pobre mendiga de la foto, vamos tirando a base de contemplar realidades que nunca podremos alcanzar. Merced a fantasías, televisión, drogas sociales o psiquiátricas y otros trucos, pasamos el rato y nos convencemos de que todo va bien. Creemos que dado que ya no existe la esclavitud, ni hay que arrodillarse ante el paso de determinados especímenes, y gracias a que hoy en día el nivel de vida mínimo en las sociedades desarrolladas no es del todo malo aunque seas plebeyo, entonces ya todo está como debe estar. Quizás algunos individuos sueltos tienen más poder o dinero que millones de nosotros juntos... pero eso son detalles porque en el fondo todos somos iguales, pensamos.
Y no es así amigos, no os engañéis.
Brutal.
ResponderEliminarSolo son grupos de estupidos compartiendo likes esto me recuerda a casos como el suicidio del entrenador de delfines por la difusion de videos manipulados y un largo etcétera de casos similares. Antes la gente se reunia para hacer progromos, ver torturas y despedazamientos... ahora eso solo ocurre en lugares donde la violencia es real y se vive en primera persona (tercer mundo) aqui expresamos esa violencia a traves de un filtro que nos hace inmunes. Bueno me he desviado un poco pero en realidad todo esta relacionado con el efecto de internet en la sociedad.
ResponderEliminarHa sido una lectura estupenda.
ResponderEliminarEn otro estado de cosas, quizá esta entrada serviría punto por punto, reflexiones personales incluídas, para un estupendo documental, de esos montados a base pinturas y retratos de época, mientras la voz en off nos trae graciosamente de vuelta al presente.
Muy entretenido e interesante.
ResponderEliminarSi esa mujer tuviera un mínimo de empatía no iría diciendo ni subiendo fotos. Se le nota el tufo a clase social privilegiada desde kilómetros.
ResponderEliminarLa cosa es que vive en una burbuja para ella un pobre es como para ti ver una top model en pelotas en tu habitación.
EliminarLos mega ricos se mueven en ambientes exclusivos ya no tienen micro islas tipo Versalles, hay países y regiones del planeta de uso y disfrute para gente con parne. Ahora la clase se demuestra haciendo lo que dice el autor del blog dando caridad, fashion, gastar en ciertas marcas y ambientes... antes el rico se fundia la pasta en otras cosas exclusivas (por señalar al azar porcelanas carisimas y algo en si bastante absurdo; además sacado de otro texto de aqui :v). Por cierto leyendo otro blog hevisto que la pobreza afecta al CI de los que la sufren (en un individuo adulto por estres, ansiedad etc) quizás ser rico incida de alguna forma uu
Me ha llamado la atención este artículo que ejemplifica algo muy habitual entre las élites hispanas como es la esencial continuidad entre las clases pudientes del franquismo y las que se han repartido el pastel de la Transición.
ResponderEliminarhttp://www.elespanol.com/reportajes/perfiles/20161118/171733424_0.html
Pero es que además faltan trabajos periodísticos que muestran claramente lo que para mí es una evidencia: cómo las clases pudientes del franquismo no fueron otra cosa que la continuidad institucionalizada de las élites caciquiles del régimen de la Restauración. En España tenemos muchos alcaldes, rectores universitarios, directores de Hospitales, archivos y fundaciones y no hablemos ya de grandes empresarios, o de embajadores y otros hombres "hechos a sí mismos" que, maldita casualidad, resulta que son los nietos o los bisnietos de los mismos tipos que ya se repartían el pastel en el s. XIX.
Se supone, se dice, se comenta, que ahora el juego sigue otras reglas supuestamente más presentables y democráticas pero en el fondo esas reglas, por lo que sea, siguen favoreciendo el triunfo de los mismos.
Todo un ejemplo de meritocracia y apertura la casta dirigente de nuestro país.
Magnifico articulo (es decir en la media de los de este blog) lo he leido varias veces ya, refleja como pocos la riqueza y el poder, la forma de llegar a ella y como se mantiene a lo largo del tiempo, la mayoria de ricos de hoy eran de la misma familia que la mayoria de ricos de hace mucho tiempo.
ResponderEliminarY especialmente el como alguien nacido en una familia rica desde hace generaciones vive una vida totalmente ajena al comun de los mortales.
Hoy dia nos parece que no son tan diferentes de nosotros porque a veces los vemos, porque que caray podemos ir al teatro o la opera, pagar una entrada de primera clase y codearnos momentaneamente con ellos, pero no, vivimos en mundos totalmente diferentes. No es posible acceder a ellos salvo que seas de la familia. Y es que en multiples estratos sigue siendo igual, sin llegar a altos rangos de riqueza y poder estan las empresas en las que los puestos principales estan copados por familiares. Parece que lo comun no es la democracia, ni la meritocracia, sigue siendo la monarquia.
"The Son Also Rises:Surnames and the History of Social Mobility" es un trabajo donde el economista Gregory Clark analiza examina el ascenso social durante casi 800 años en sociedades tan dispares como Suecia y la China de la dinastía Qing. Las conclusiones son demoledoras pese a su evidencia. Clark no solo plantea que la movilidad social es hoy en día menor de lo que se piensa y que la herencia familiar y la pertenencia a determinadas familias y estirpes es de lejos el factor más decisivo para alcanzar altos niveles de renta sino que, de hecho, según Clark siempre ha sido básicamente así desde hace muchos siglos.
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