La reina de las ciudades. Los mármoles y los
oros, el exceso de los templos y los palacios justo al lado del barro y la
mugre. La más negra miseria junto al esplendor absoluto. Yo amé esa
villa, con sus contrastes, sus malos olores y sus perfumes, los gritos y el
trasiego incesante de las multitudes a través de calles sombrías. Yo saboreé
los placeres de la inmensa ciudad a la que el mundo entero deseaba parecerse.
Isabelle Dethan, “Les ombres du Styx”
Muchos especialistas sobre el Imperio romano han puesto por escrito sus dudas acerca de que tal vez algo no marchaba del todo bien dentro de esa civilización. Y con lo
anterior no me refiero exclusivamente a problemas sociales o políticos sino a que
algunos investigadores han planteado asimismo cuestiones puramente médicas y químicas de
cara a intentar explicar el declive del mundo romano a través de estudios científicos
supuestamente objetivos.
En un primer
momento ese tipo de teorías se centró en la alta presencia de plomo, un metal
bastante tóxico, en la civilización romana. Eso es algo corroborado por
diversos estudios realizados a restos inhumados en cementerios romanos, ya
que tras analizar huesos de individuos del período se han llegado a encontrar
niveles de plomo entre tres y cinco veces más altos que los presentes en un
ciudadano de época actual. La explicación para dicha anomalía se basa en que los romanos utilizaron
ese material a gran escala para fabricar tuberías y por tanto se ha propuesto
como hipótesis que a través de las canalizaciones de agua gran parte de la
población de las ciudades habría quedado expuesta un envenenamiento por plomo.
A lo anterior hay que unir el uso que los romanos daban al plomo
también para la fabricación de pinturas y cosméticos. A lo que habría que añadir asimismo otra peculiaridad romana un tanto extraña. Y es que los
antiguos griegos ya sabían que el agua como tal es muy peligrosa y en ocasiones
llena de bacterias dañinas para nuestro organismo, razón por la cual la
mezclaban con vino, algo que hoy puede parecernos absurdo pero que en realidad
en unos tiempos donde no existían medidas de desinfección y potabilización del
suministro público de agua tenía en realidad todo el sentido del mundo. El
problema es que los romanos, en cierta forma herederos de los griegos y todavía
más compulsivos en cuanto al consumo de vino, recurrieron a diversos sistemas
para “endulzar” dicho licor mediante el plomo.
Debido a todo ello en su conjunto, y dado que las pinturas en las
villas, el uso de cosméticos y sobre todo el elevado consumo de vino “endulzado”
eran propios sobre todo de las clases altas, el crónico envenenamiento por plomo
podría explicar por ejemplo la con el tiempo cada vez mayor presencia de
problemas mentales, gota y esterilidad en las grandes familias patricias
romanas de época imperial.
Por supuesto hay especialistas que no están de acuerdo
con esta tesis y aducen argumentos en contra, en la línea de que los niveles de
plomo que hoy detectamos en algunos estratos y restos asociados al mundo romano
se deben a contaminación natural posterior y que asimismo las tuberías de
plomo, aunque efectivamente dañinas, moderarían su carácter tóxico a medida que
se calcificaban. Por ello
en tiempos recientes ha aparecido otra teoría crítica.
Nuevamente el punto de partida nos coge desprevenidos al atacar otra
idea preconcebida. En este caso la supuesta limpieza y gusto por la higiene de
la civilización romana. Esto último se le ha atribuido al mundo romano debido a
la importancia que tenía en su cultura el agua y, en paralelo a ello, la obsesión de
los romanos por la construcción de termas públicas, por ejemplo. En contra de lo anterior lo que se ha
descubierto es que, más allá de la imagen idealizada que se pueda tener de ese
tipo de edificios así como de la ingeniería romana en general, lo cierto es que
muchas de las grandes termas públicas ubicadas en las grandes urbes del imperio
carecían de canalizaciones de agua suficientemente grandes y eficientes para
hacer fluir con celeridad el líquido, asegurando así la evacuación de las
enormes cantidades de suciedad y bacterias acumuladas en el agua contenida en
ellas. De tal forma no se producía una purificación adecuadamente rápida del "caldo" en el que se “lavaban”
los bañistas.
Por esa razón las termas romanas lejos de constituir una efectiva medida
pública para reducir la difusión de epidemias habrían contribuido en su momento,
bien al contrario, a cronificar y globalizar a lo largo del mundo romano una
serie de bacterias dañinas que eran compartidas a través del contacto social en
las viciadas aguas de las termas.
Y llego a lo que me interesa. Si bien todo lo anterior ha sido materia
de debate durante las últimas décadas ahora aparecen nuevas teorías basadas una
vez más en datos arqueológicos que se salen de la normalidad, en este caso un
análisis de un trozo de tubería hallado en Pompeya. Tras su estudio aparecieron
elevados niveles de antimonio, un elemento químico aún más dañino que el plomo
para la salud humana.
Algunos detractores de la nueva idea del envenenamiento por antimonio
como gran problema romano aducen que las elevadas concentraciones descubiertas
en la muestra se deben a la influencia del vecino Vesubio, ya que al parecer es
posible encontrar ese elemento de forma natural en aguas subterráneas cerca de
volcanes. De ser cierto no se debería generalizar la hipótesis de la contaminación por antimonio
a todo el Imperio, si bien convendría replantearse en qué medida podía ser
aceptable para la salud de los habitantes de ciudades como Pompeya o Herculano.
En cualquier caso una vez más se comprueba un paralelismo muy lógico
pero inquietante; y es que cuanto mayor ha sido el grado de desarrollo urbano,
demográfico y productivo de diversas civilizaciones incluyendo la nuestra, más
mierda y alteraciones químicas extrañas encontramos a la hora de analizar su legado y su entorno. Como digo es de cajón, pero da en qué pensar.
Ya puestos. A los que habéis visto "Gomorra" la serie y os gustó, os recomiendo "Suburra", ahora centrada en la ciudad de Roma y ya no en el submundo napolitano.
ResponderEliminarMmmmm... sobre teorías del declive del Imperio romano mucha gente olvida que nos referimos normalmente a la parte Occidental, pues la Oriental siguió con sus más y sus menos funcionando mil años más, así que si una teoría explica el declive de una parte, debe explicar también el por qué no afectó a la otra... Lo del plomo y la higiene por ejemplo está bien, pero cojea en ese aspecto... Yo de lo que he leído me quedo con la más puramente económica: la parte Oriental siempre fue mucho más rica que la Occidental, y cuando se acabó la época de las grandes conquistas y botines en forma de metales preciosos y esclavos llegó un momento en que la Oriental sostenía económicamente a la Occidental... hasta que se hartaron y soltaron amarras simplemente. La Occidental no pudo sobrevivir a seguir exprimiendo salvajemente a la población para suplir esa falta de ingresos y acabó la gente "desertando" en masa, procurando pillar la protección de un señor en el campo (la vida en la ciudad se había vuelto insostenible por el coste de vida, de qué nos sonará ahora eso...) y con grandes áreas en abierta rebelión contra el poder central por los bagaudas (campesinos o ciudadanos arruinados mayormente que se daban al bandidaje). De hecho, en Hispania parece que en la época de las grandes invasiones del 409 el Imperio sólo conservaba el control efectivo y la recaudación de la Tarraconense, cuyo gobernador prefirió pactar con los bárbaros para que ocuparan las otras provincias hispanas en abierta rebeldía... vamos, que los ciudadanos se hartaron de ser romanos y prefirieron que los gobernaran los mismos bárbaros que el Imperio reclutaba como mercenarios y así saltarse un paso (pagar las mordidas y corruptelas de la burocracia imperial). En Oriente como digo consiguieron suplir ese tema con los grandes ingresos que proporcionaban la activa vida comercial de las grandes ciudades, el trigo de Egipto y sobre todo el comercio de la Ruta de la Seda (en sus peores épocas consiguieron mantener la maquinaria y el ejército imperial con sólo los ingresos de las aduanas de Constantinopla), lo cual les permitía no tener que exprimir tanto a los campesinos... cuando por diversos avatares tuvieron que prescindir de esos ingresos para pagar la protección de repúblicas marítimas como Venecia o Génova, se acabó el Imperio Oriental evidentemente... Seguramente hay otras causas coadyudantes, pero como digo para mi la económica es la principal.
ResponderEliminarBastante de acuerdo. Normalmente pensamos en el Imperio romano como algo monolítico cuando en realidad había “dos” Imperios, una parte oriental de cultura griega y donde los romanos realmente aportaron poco y solo eran la potencia ocupante porque debían convivir con culturas como la griega, la judía o la egipcia muy poderosas; y luego una parte occidental mucho más pobre y más rural, en parte debido a que allí los romanos si habían tenido que aportar la “civilización”, allí sí habían “romanizado” ya que la herencia previa era la de diversas tribus galas, iberas, bretonas. Realmente la “crisis del Imperio romano” que nosotros estudiamos en la escuela es en realidad la historia del desgajamiento de esas dos mitades debido sobre todo a la imparable crisis de la parte occidental de ese imperio.
ResponderEliminarLuego en el campo de las teorías hay de muchos tipos, las hay basadas en la parte militar, política, cultural, social, económica… Esta entrada muy breve solo quiere plantear el crecimiento en los últimos años de teorías digamos basadas en los análisis químicos y ese tipo de cosas, aprovechando los avances de la ciencia para escudriñar en el pasado. Al final por sí solos estos factores no pueden resolver el problema pero creo que como mínimo también desempeñaron una labor.
Al final las mejores explicaciones para un debate irresoluble por su amplitud e intemporalidad (como lo pueden ser los debates sobre el origen del neolítico y la industrialización o sobre el final del feudalismo) son las que unen diversos factores en un todo coherente y bien estructurado.
Es curioso como bien anotas, la relación entre civilización y mierda. Ahora vemos a las sociedades rurales como ecológicas. Pero si de verdad vamos a una zona rural, en ALbania, por ejemplo nos damos cuenta de que están en las mismas que las ciudades. Plástico y sus derivados por todas partes.
ResponderEliminarDe hecho parece que ya los primeros Sapiens deforestaban a lo bestia creando fuegos para cazar. Al final se puede discutir si los ecosistemas se regulan, pero en el momento en que tienes una especie que se adapta no mediante cambios biológicos en su morfología sino mediante la creación de herramientas, y la fabricación de utensilios y estructuras cada vez más complejas, lo único que puedes hacer es intentar minimizar el impacto. Por de pronto lo que se empieza a ver es que existe una correlación casi perfecta entre mayor grado de civilización y mayor capacidad para generar mierda, algo que no empezó precisamente con la revolución industrial (aunque entonces el problema aumentó en su escala) sino mucho antes, por ejemplo cuando la era de los descubrimientos y la expansión comercial europea del s. XV llevó a la deforestación masiva de amplias zonas (por ejemplo en España) para construir barcos.
EliminarPhilip K. Dick creó el término "kippel" para definir las pequeñas basuras que dejamos los humanos en todos lados donde vivimos o por donde pasamos (colillas, chicles, envoltorios, folletos de propaganda,...), no ha triunfado mucho la palabra pero define a la perfección un concepto que no tiene sinónimos.
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