Así es cómo se las
arreglan para controlarnos. Seguro que lo sabes. Eres demasiado listo como para
no saberlo. Llenan el mundo de sombras y les dicen a los demás que no se alejen
de la luz. Su luz. Sus causas. Sus opiniones. Nos cuentan que en la oscuridad
hay dragones. Pero no es verdad. Podemos demostrar que no es verdad. En la
oscuridad hay hallazgos, hay posibilidades... en la oscuridad hay libertad
cuando alguien la alumbra.
El Capitán Flint en el último episodio de esa
pequeña joya que es “Black Sails”.
Al pasear por los bosques cercanos a mi actual residencia
hay que tener mucho cuidado con un animal especialmente. No es un oso, ni es un
lobo sino un pequeño insecto. Se trata concretamente de una variedad de
garrapata que puede llegar a causar la muerte. No de forma inmediata, por
supuesto. Su peligro se basa en que tras morder la carne y pegarse a algún
recóndito rincón del cuerpo segrega un veneno que genera infecciones y además,
de forma simultánea, libera una sustancia analgésica que enmascara el dolor de
la picadura, la cual resulta así indetectable para el sistema nervioso. De esa forma pueden pasar días o semanas hasta que el huésped humano descubre al parásito. El problema es que para entonces el daño suele ser ya irreversible.
En España no hay garrapatas como esas, pero lo anterior no impide que
existan problemas en parte similares. A ver si soy capaz de explicaros uno que tengo en la cabeza, porque es más
grave de lo que parece pese a lo cual la mayor parte de la población española
ni siquiera es consciente del asunto. Como si de la picadura de una gigantesca
y maligna garrapata se tratara.
En teoría en las sociedades libres y democráticas
existen varias cortapisas a la corrupción y en última instancia al abuso por
parte de los poderosos. A saber, la cacareada división de poderes, también por supuesto
el imperio de la ley, así como la atenta vigilancia de que todo lo anterior se cumple llevada a cabo por los medios de comunicación en general. Esto último es muy importante porque dentro de
un sistema democrático regido por elecciones periódicas es necesario que la
población disponga de información veraz a la hora de tomar la decisión de a quién
o qué votar.
Ahora bien. Cuando hablamos de que la población ha de poseer una información fiable a la hora de tomar decisiones colectivas de gran calado tenemos tendencia a centrarnos en el corto plazo y pensar que los intermediarios en ese proceso han de ser los periodistas profesionales en exclusiva. Sin embargo lo cierto es que resulta imposible que una sociedad sepa interpretar la información pública y tomar luego decisiones racionales a partir de ella si no se dispone previamente de un buen sistema educativo que fabrique ciudadanos cultos, honrados y capaces, lo que deposita gran responsabilidad en los maestros que pilotan dicho sistema. Con frecuencia olvidamos que una sociedad con buenos periodistas pero pésimos educadores no puede funcionar.
Asimismo
es importante no perder la perspectiva del “tiempo largo”. La información que
importa no siempre es la relativa al suceso y a lo inmediato sino que
en ocasiones la información verdaderamente relevante tiene relación con el
pasado lejano y sus procesos. Y ese campo no es competencia de los periodistas,
ni de los profesores propiamente dichos, sino de los historiadores.
Yendo al grano. En todos los países el aparato estatal
de gobierno produce regularmente ingentes cantidades de información. Algunos fragmentos de la misma resultan especialmente
relevantes ya que detallan los motivos, inconfesables
a veces, secretos en la mayoría de los casos, que en su momento llevaron a adoptar
tal o cual camino a los dirigentes de turno. Pero incluso las piezas de información que no parecen importantes de por sí, puestas en conjunto e
interpretada por profesionales en el análisis del pasado, pueden servir a veces para articular y
ofrecer a la población un discurso alternativo al relato oficial de los acontecimientos.
Por supuesto las montañas de papeles confidenciales que las burocracias de los Estados producen a diario no pueden ser consultadas de
inmediato por personal ajeno a la propia Administración y
por tanto esos documentos atraviesan un período de
varias décadas durante las cuales son considerados material clasificado de
acceso muy restringido. Pero en los países normales,
de forma automática, pasados 20 o 30 años desde su fecha de emisión ese tipo de expedientes en manos del Estado pasan a
ser de acceso público. En países normales ningún documento, por
importante que sea, puede permanecer secreto indefinidamente. Claro está toda
traza de los hechos realmente inconfesables suele ser eliminada en su momento, pero
lo importante es que el resto, la documentación que pueda quedar, fluye de las
oficinas gubernamentales a los archivos y de ahí al público a través de los
historiadores de forma más o menos automática, reglada y periódica. Y a veces
entre esa documentación quedan rastros de eventos que el poder de antaño quiso ocultar
o borrar de la memoria colectiva.
Por poner un ejemplo. En
EE.UU. la rutina es que los documentos clasificados pasen a ser
públicos a los 25 años de haber sido redactados. Si el papel en cuestión contiene
una información juzgada como demasiado sensible o que puede poner en peligro la
seguridad nacional entonces el secreto dura 50 años, momento a partir del cual es desclasificado por sistema. Por su parte en el Reino
Unido el plazo standard para que un documento pase a ser automáticamente de libre consulta son 30 años y se debate ahora reducirlos sensiblemente. Plazos
similares a los que operan en los países escandinavos o Alemania por ejemplo.
En Francia en cambio son un poco más restrictivos. Pero en general en casi todos los países de nuestro entorno existe el consenso de que pasados 50 años un documento
oficial se ha convertido en un documento histórico y por tanto ya no lo ampara tal cosa como
el “secreto de Estado”.
En lo que hoy nos concierne una de las muchas cosas que
impiden a España ser un país normal es que, por mucho que todo el mundo insista
en silenciarlo o ignorarlo, resulta que parte de la legislación emitida por una
odiosa dictadura militar de tinte fascista sigue en vigor. Peculiaridades de
nuestra “Transición”.
Por ello entre otras cosas en ese país la piedra angular sobre la
que se sustenta el sistema de archivos, y en general del acceso público a los registros internos que documentan la actividad del Gobierno, es una increíblemente arcaica y
restrictiva ley emitida en 1968, la cual en su momento poseía toda la lógica,
justo es reconocerlo, ya que a fin de cuentas el propósito de la misma consistía
en proteger al aparato represivo de una dictadura (el Régimen franquista en el
poder por entonces), blindando el acceso del público a cualquier material
sensible sobre los altos niveles de la Administración, el servicio diplomático
y, por supuesto, el aparato policial y de seguridad, así como todo lo relativo a los servicios de
inteligencia del Régimen.
En cambio llama la atención y dice mucho de la
auténtica naturaleza de nuestra “Transición” el que la esencia de dicha ley
siga siendo respetada aún hoy pese a las modificaciones efectuadas
por la Ley reguladora de Secretos Oficiales de 1978 la cual, por cierto, pese
al clima de “apertura” que supuestamente impregnó aquellos años en el fondo lo
que hizo fue añadir a la Ley del 68 todavía más compartimentos estanco, es
decir designar nuevos ámbitos protegidos de todo posible escrutinio. De esa forma se consagró por entonces como principio en el engranaje jurídico del Régimen de la "Transición" que la potestad de calificar una
información como secreta en España sea una competencia reservada en exclusiva al Consejo de Ministros y a la Junta de Jefes de Estado Mayor.
Esto que al ciudadano corriente no le importa lo más
mínimo y en todo caso puede parecerle inocuo tiene sus consecuencias porque
implica varias cosas inquietantes. Entre ellas que en España en realidad no hay un plazo, por largo que sea, a partir
del cual la información interna que han manejado los sucesivos Gobiernos, así como el registro de sus actividades diarias o del proceso de toma de decisiones, se desclasifica de forma automática. Y esto a su vez
supone que haya cosas que jamás podrán formar parte del debate público en base a algo
más que la pura especulación porque no es posible conocerlas a ciencia cierta. Pero sigamos.
El caso es que en 2013 se publicó a bombo y platillo
una Ley de Transparencia. Todo lo que
rodea a la misma es otro perfecto ejemplo de cómo funcionan los entramados
legales tejidos por el Régimen de la “Transición”. En primer lugar por su
incoherencia manifiesta.
Para que entendáis de qué hablo pensad por ejemplo en
la Constitución, ese texto sacrosanto obra magna de unas mentes preclaras a
juzgar por el relato que documentales y libros de texto hacen de
su génesis. En su conglomerado de artículos se implementa una figura en teoría innovadora y justiciera como la del Defensor
del Pueblo, la cual luego resulta que no tiene definidas claramente unas atribuciones lo que la convierte en la práctica en un puesto decorativo donde cobrar un buen sueldo (a costa del erario público) y hacer currículum. Asimismo se establece
como principio básico la igualdad de sexos pero a la vez se mantiene la
sucesión por vía masculina en el ámbito de la Corona. Se atribuye al Senado un papel de representación territorial que en realidad no ejerce, ya que de hecho carece casi por completo de competencias
propias al margen del Congreso. En otros artículos se habla de la separación de poderes mientras se
consagra un sistema donde son los partidos los que proponen a los miembros del
Tribunal Constitucional e influyen también en el Consejo General del Poder
Judicial (el órgano de gobierno de los jueces). España en el fondo se define
por ese tipo de cosas. Por la acumulación de incongruencias a medio camino
entre lo espontáneamente chapucero y lo astutamente conveniente.
Conveniente para algunos. Claro.
No debe extrañarnos por tanto descubrir que la Ley de
Transparencia del 2013 y la Ley de Secretos Oficiales de 1968 chocan entre
ellas y se da la situación rocambolesca de que la que tiene primacía es la
implementada por la Dictadura, tal y como reconoce el articulado de la propia Ley
de Transparencia que, por tanto, nunca pretendió serlo. En su artículo 12 dicha
Ley cacarea que “todas las personas tienen derecho a acceder a la información
pública”, pero dos artículos después el texto detalla montones de excepciones
debido a las cuales… ya NO tienen derecho a ello.
Así que en la práctica lo que ocurre en España es lo
siguiente. Los materiales más sensibles archivados por el Ejército, los
servicios de inteligencia, las cancillerías diplomáticas en el exterior o la
cúspide del Gobierno jamás se desclasifican. Da igual que pasen 30, 40, 50, 60,
70 años… los que sean. Siguen siendo secretos y por tanto esos papeles no son
habilitados para la consulta pública. De esa forma pasan su vida almacenados en los sótanos de edificios pertenecientes a diversas instituciones hasta que los legajos en cuestión tienen a bien pudrirse y desaparecer al fin para que así nadie pueda meter las narices en ellos.
Existen canales para intentar acceder a dicha
documentación. Faltaría más. Pero en general de cara a lograrlo resulta necesario en
primer lugar saber que dicha información existe, o al menos intuirlo, y luego
elevar una petición expresa para la desclasificación de tal o cual documento a
los organismos competentes, algo que en última instancia deja la decisión en
manos de los burócratas y políticos de turno. Llegados a ese punto en el mejor de los casos la autorización
solo va a llegar en caso de buena voluntad, porque como digo el aparato estatal
tiene la potestad de interrumpir sine die
la desclasificación de documentos comprometedores.
Y en el peor de los casos (que es el que se da más frecuentemente) el razonamiento suele ser tal que así: intuyo que tal o cual
papel deja mal a una figura señera del partido en el Gobierno, o de nuestros
amigos de la oposición, o al abuelo del rey, o al tío de mi jefe, así que no lo
desclasifico y punto.
Debido a todo lo anterior España es un país con un vacío archivístico muy extraño. Y dicho agujero documental, el
período del que los historiadores apenas disponen de información o la que
disponen es con cuentagotas, mire usted qué casualidad, comienza más o menos en
1936 (parece que la información sobre períodos anteriores da un poco igual, no
me explico la razón). Desde entonces hasta la actualidad está prácticamente todo
clasificado como materia reservada o confidencial. Casi todo lo importante al menos, pese a que en países normales el grueso de los documentos generados por los Gobiernos del pasado hasta más
o menos bien entrados los años 60 es de dominio público desde hace tiempo, incluso cuando hablamos de papeles comprometedores relativos a la participación en golpes de Estado en el extranjero y
otra serie de cuestiones no muy decorosas.
Pero aquí no. Por eso, si uno se fija, la mayor parte
de obras historiográficamente relevantes que se han publicado en las últimas
décadas sobre la Guerra Civil española o el Franquismo al final resulta que tienen como
fuentes las entrevistas orales a antiguos combatientes, documentos desclasificados
por archivos rusos después de 1991, documentos desclasificados por los
Servicios secretos británicos o estadounidenses, documentación de archivos
alemanes, o bien bibliografía escrita por historiadores alemanes e hispanistas
ingleses. Es todo muy extraño porque documentación en español, consultada en
España, y que aporte algo nuevo o diferente, hay bastante menos de la que debería haber por analogía con otros casos. Esto explica en parte además la relativa
insignificancia de los historiadores españoles tanto en su propio país como
fuera de él en comparación con las “bombas” que de vez en cuando desvelan sus colegas
alemanes, ingleses o franceses. En España los investigadores especializados en Historia contemporánea en el fondo a lo más que pueden
aspirar es a discutir sobre la fallida industrialización en el s. XIX, realizar
biografías por encargo o debatir sin fin una y otra vez los mismos temas sobre
la Guerra Civil, para más humillación basándose sobre todo en lo que van
publicando autores extranjeros. Es lo que hay. Las revelaciones importantes las hacen periodistas de vez en cuando y a través de entrevistas directas y contactos personales. Los historiadores del mundo "actual" (es decir los dedicados a fechas alejadas solo algunas décadas del presente), condenados por su dependencia del papel, en España cuentan poco y aportan menos.
La Historia reciente de España según el relato oficial. |
No es de extrañar. A este ritmo todo lo relativo a las decisiones adoptadas tomadas por el Franquismo en sus años duros, las charlas en los Consejos de
Ministros durante los momentos clave en que se decidieron condenas a muerte o represiones de huelgas, la
documentación referida a la peculiar Restauración de la familia Borbón a la
cabeza del Estado, así como todo lo relacionado con las simpáticas decisiones
clave tomadas en aquel paraíso de bondad y progresismo que fue la “Transición”,
jamás saldrán a la luz pública. Es muy simple, como he intentado explicar a diferencia de otros países más
normales en España no hay un plazo
claramente definido cumplido el cual se abre la posibilidad de consultar una información determinada. Para el caso la archivada
por los servicios secretos en los momentos previos al 23 de Febrero de 1981, por decir una fecha totalmente al azar.
Según la legislación actual dentro de cien años dicha
documentación, en caso de continuar existiendo, podrá seguir siendo hurtada del escrutinio
público por los altos poderes del Estado, los cuales hasta el día de hoy han
mantenido al respecto de estos temas de forma sistemática una política de
absoluto secretismo independientemente del partido en el poder. A fin de
cuentas el peculiar ordenamiento legal que blinda el Régimen de la Transición
así lo respalda. ¿Pero si todo lo que rodeó la instauración del mismo fue tan glorioso y limpio como cuentan nuestros actuales manuales de historia, por qué esa obstinación en proteger del escrutinio de los profesionales de la historia gran parte de lo ocurrido entre bambalinas en aquellos momentos?
Siendo malpensados uno puede relacionar el celo con
preservar al menos los secretos del Régimen Franquista con el Partido Popular, pero por
ejemplo en octubre de 2010 el gobierno socialista de Zapatero blindó aún más todos
los informes en posesión del Ministerio de Exteriores. Así en general. No se puede consultar
prácticamente NADA de lo sucedido en una cancillería española en el exterior en
los últimos ochenta años. Nada de lo relevante, claro, las facturas del catering y esas cosas sí. Faltaría más. Que somos un país libre.
Resumiendo, en España no solo no hay un plazo definido
a partir del cual se tiene derecho a consultar documentos clave en poder del
Gobierno sobre múltiples cuestiones relevantes en el pasado de este país, sino
que ni siquiera existe un órgano independiente para decidir qué se puede
desclasificar y qué no. Es el poder político el que guarda celosamente dicha
prerrogativa entre sus manos.
Uno puede esperar que pasen estas cosas en Venezuela.
Pero dentro de la supuestamente moderna y liberal UE lo cuentas y suena como raro.
Por si fuera poco a lo anterior se suman otros
problemas. En España, debido al peculiar sistema de taifas que subyace bajo el "modelo autonómico", la
documentación se encuentra atomizada, repartida en una confusa maraña de depósitos
dependientes a su vez de diversos organismos y administraciones. Y luego hay excepciones que no suponen un alivio. Porque
existen conjuntos documentales en manos de instituciones privadas que se
reservan la potestad de autorizar la consulta de la documentación en sus manos
solo a personas afines a su ideología. Un caso sangrante es el de la Fundación
Francisco Franco, entidad que ha recibido durante décadas cuantiosas subvenciones estatales (en suma,
procedentes del dinero de todos; aunque en los últimos tiempos se financia sobre todo con aportaciones de sus socios, las cuales permiten deducciones fiscales) con la finalidad de pagar el mantenimiento los
materiales que alberga, pero que solo autoriza la consulta de forma
discrecional a historiadores de un determinado perfil ideológico.
¿Os imagináis que en Alemania parte de los documentos
redactados por Adolf Hitler estuviesen en manos de sus descendientes y admiradores y estos a
su vez tuviesen el derecho de elegir qué tipo de personas pueden leerlos?
Quizás se sostendría aún la idea de que fue un señor muy amable con tendencias ecologistas. ¿O que en EE.UU. ningún documento relativo a sus servicios de inteligencia pudiese
consultarse… nunca? Bueno, pues esto último es lo que ocurre en España con la
documentación del CNI. Y así con muchos otros temas. Desde las actuaciones de
la Brigada Político-Social o los datos concretos sobre el número de represaliados durante los
años 40 que fueron utilizados por empresas en trabajos forzados, hasta las posibles
presiones y contactos mantenidos por el Gobierno en torno al acceso a la OTAN,
la documentación de los Consejos de Ministros o de
la embajada en Marruecos durante los años de confrontación por el control del Sáhara occidental, así como las conversaciones con el Gobierno francés en
torno a ETA… Todo eso y muchas otras cosas son oficialmente secretas sin fecha prevista para que dejen de serlo. Quizás se pueda consultar un día algún documento al
respecto, si es que nadie lo ha quemado o tirado antes (algo que, por supuesto,
en España no tiene prácticamente consecuencias judiciales por lo que podemos
suponer que es práctica corriente en según qué organismos) pero la posible publicación solo se producirá si alguien
de algún Gobierno del futuro tiene a bien dar el visto bueno, aunque en este momento estamos
muy ocupados y no tenemos tiempo de analizar esa petición. Vuelva usted mañana.
Su tabaco. Gracias.
Todo muy normal. ¿Verdad?
Asimismo las partidas presupuestarias dedicadas a sufragar la clasificación de dicha
documentación, o para pagar el trabajo de los archiveros encargados de
gestionarla y controlar el acceso a la poca que puede ser consultada, son siempre muy exiguas. Por lo cual los tiempos de espera resultan larguísimos, el extravío de
documentos en el proceso y otros problemas similares son muy abundantes, y en
definitiva la suma de factores, aunque sea de forma inintencionada y chapucera, reafirma aún más el carácter casi inviolable de los secretos del
Estado español. Quién lo diría. En I+D no somos tan buenos pero en todo lo relativo a guardar los secretos incómodos del abuelo somos potencia mundial.
Esto además contribuye a generar una cultura de
opacidad y descuido respecto a la conservación de la información relevante de
cara a una eventual desclasificación futura (que en el aparato de la administración nadie desea ni a nadie importa). Lo preocupante es que además esa cultura se ha extendido a muchas otras instituciones
españolas. Desde las antiguas empresas que formaron parte del INI hasta las
Cajas de Ahorros pasando por las Universidades públicas, las cuales apenas
guardan o publican información relativa por ejemplo a los procesos electorales
internos o los antiguos concursos “públicos” para contratar docentes. Algo que, a su
vez, favorece el clima de corrupción imperante en tales organismos.
Recuerdo cuando hace años vi por primera vez esa magnífica película que
es La vida de los otros. No me cabe
duda de que en su momento el guionista y director quería hablar sin segundas intenciones del
totalitarismo y, más en concreto, de las miserias del comunismo en la Alemania
del Este. Con el tiempo sin embargo no se me escapa que, por pura casualidad,
dicha película sirve también para hablar de muchas de las cosas que vinieron
después de la caída de dichos regímenes. A fin de cuentas nosotros vivimos en un mundo que en determinados aspectos no se diferencia
tanto de aquel como cree la mayor parte de la gente. Los Gobiernos de las
democracias liberales del presente también nos bombardean con propaganda, también nos manipulan, también espían de forma masiva a sus ciudadanos. De hecho ya
ni siquiera se esfuerzan en negarlo. Solo que todo eso que he mencionado lo hacen de formas mucho más complejas, elegantes y menos invasivas o violentas que las empleadas en el
pasado por los rudos regímenes totalitarios. Al final es una cuestión de
tecnología, buenas relaciones públicas, supermercados bien abastecidos, Twitter, videoconsolas y teléfonos móviles de diseño a precios accesibles lo que puede
marcar la diferencia. Parece que casi todo el mundo tiene un precio y los sistemas liberales capitalistas pueden pagarlo.
Tal es así que el nuestro es un mundo mucho más opulento pero también más injusto, menos violento, pero más hipócrita, abarrotado de información y sin embargo no mucho más transparente. Llegado un determinado momento histórico casi todos los habitantes de los antiguos regímenes comunistas sabían perfectamente que su Gobierno estaba completamente corrupto y que, entre otras muchas cosas, se dedicaba a espiarlos y a mentir y ocultar la información por sistema. Los historiadores comunistas jugaban su papel en aquella mala obra de teatro. Sus análisis resultaban tanto más acendrados cuanto más se alejaban de su propia realidad. El materialismo histórico solo parecía servir para analizar sociedades no comunistas porque a fin de cuentas no había nada que analizar en la sociedad propia, dechado de virtudes como supuestamente era.
Tal es así que el nuestro es un mundo mucho más opulento pero también más injusto, menos violento, pero más hipócrita, abarrotado de información y sin embargo no mucho más transparente. Llegado un determinado momento histórico casi todos los habitantes de los antiguos regímenes comunistas sabían perfectamente que su Gobierno estaba completamente corrupto y que, entre otras muchas cosas, se dedicaba a espiarlos y a mentir y ocultar la información por sistema. Los historiadores comunistas jugaban su papel en aquella mala obra de teatro. Sus análisis resultaban tanto más acendrados cuanto más se alejaban de su propia realidad. El materialismo histórico solo parecía servir para analizar sociedades no comunistas porque a fin de cuentas no había nada que analizar en la sociedad propia, dechado de virtudes como supuestamente era.
Hoy en día en cambio dentro de nuestro paraíso todo va
bien. Y sin embargo podría argumentarse que los
niveles de espionaje, manipulación, propaganda y secretismo en el seno de nuestras
sociedades “abiertas” no tienen casi nada que envidiar a los sostenidos por
regímenes represivos del pasado. De hecho los mecanismos de control social actuales son más peligrosos en tanto que se encuentran en un estadio de evolución mucho más avanzado. Y los historiadores como siempre, en este caso no por miedo sino por conveniencia, siguen mirando para otro lado mientras aseguran hacer lo contrario. Pero lo más preocupante de todo es que en el mundo en el que vivimos la manipulación y el secuestro de la
información por parte del poder ha
alcanzado mecanismos tan sofisticados que nos resulta imperceptible, incluso lucrativa en algunos casos y, por tanto,
aceptable.
No obstante no voy a pontificar mucho más. Para el que no lo vea así, o no esté
interesado en problemáticas de escala tan enorme, hoy me he centrado en una cuestión muy concreta y particular que se da en España y se refiere a la
falta de transparencia del Gobierno español a la hora de desclasificar información
sobre el pasado reciente. Es un tema poco conocido, aparentemente inocuo, que
en realidad representa una rareza (una más) legada por una dictadura y en consecuencia algo totalmente anormal, si bien no parece que muchos españoles sean conscientes de ello. Esa rareza, pese a que inicialmente solo
afecta a unos oscuros historiadores, a la larga extiende sus consecuencias a toda
la sociedad al dificultar el acceso a la información no solo sobre la actualidad (lo cual en determinados casos posee lógica y ocurre en todos los países) sino también sobre el pasado (algo menos habitual y menos justificable en aras de la "seguridad nacional"). Un tipo de información, esta última, imprescindible para iluminar y hacer públicos aspectos importantes de nuestro
modelo social desde hace décadas los cuales bien analizados pueden servir para explicar las causas profundas de los problemas del presente.
Por lo que sea a la mayor parte de la población española esta
cuestión no le preocupa en demasía, pese a lo cual yo confío en que algún día se impondrá la lógica. No obstante, hasta que eso ocurra, al volver a casa después de cada paseo campestre nos tocará palparnos en busca de molestas garrapatas
que puedan haberse adherido de forma inadvertida a zonas recónditas del cuerpo.
Con el tiempo hasta le coges el gusto.
Magistral, como siempre.
ResponderEliminarCon respecto a este tema, hace unos días leí una noticia que me indignó. La familia de García Caparrós, sindicalista muerto a manos de la Policía Armada en Málaga durante las manifestaciones por la Autonomía, ha pedido al Congreso que se desclasifiquen las actas secretas de la comisión de investigación que se llevó a cabo en su momento.
La respuesta de la Mesa del Congreso a la petición de Unidos Podemos ha sido que las actas seguirán siendo secretas. Punto.
https://www.infolibre.es/noticias/comunidades/andalucia/2017/07/30/el_congreso_mantiene_secreta_comision_sobre_asesinato_garcia_caparros_anos_depsues_65759_1721.html
Magnífico artículo. Desquiciante país.
ResponderEliminarBlack Sails y La vida de los otros, dos grandísimas obras, ilustrando esta entrada terrible sobre la impotencia de la injusticia, del control,de la manipulación, del engaño...
ResponderEliminarMuy bueno este artículo, chapeau.
Buena entrada. "La vida de los otros" es genial. La recomiendo, también.
ResponderEliminar(off topic). Sabes de qué más cosas me entero por tu blog? Pues de la existencia de muchas buenas y recientes series que se me habían pasado por alto y de cuya existencia me he enterado gracias a ti, . De momento y gracias a que la citaste en alguna entradilla, estoy viendo Peaky Blinders y me encanta. La de los Médici y Black Sails están a la cola.
Es un no parar con este blog.
En cuanto al contenido de la entrada de hoy, es interesante señalar que las tragaderas que la sociedad española tiene ante la corrupción y la podredumbre que gangrenan todas sus instituciones -partidos políticos y sindicatos incluidos- y que parecen mayores que las tragaderas de ciudadanos de otras democracias liberales del entorno, no solo es atribuíble a que la Transición fue un mero lavado de cara del régimen franquista (por tanto, puesto que lo de "estado de derecho" y "democracia liberal" son solo eufemismos para referirnos al "régimen continuista franquista", no deberíamos escandalizarnos de la impunidad con que se hacen las cosas).
ResponderEliminarSi la Transición como puro continuismo de la dictadura hubiera tenido en frente a una sociedad culturalmente democrática, conocedora de sus derechos, crítica, etc..la estafa "democrática" que supuso la Transición no hubiera tenido éxito ni hubiese llegado a alcanzar tan altas cotas de desfachatez. No se hubiese consentido. Así que las tragaderas de los españoles tienen que ver con una dolencia que arrastramos en este país, que ha sobrevivido a la dictadura y que está ampliamente estudiada. Se llama "franquismo sociológico".
https://es.wikipedia.org/wiki/Franquismo_sociol%C3%B3gico
Este concepto es el que explica que, por mucho que le recorten, le estafen, le conculquen sus derechos y le pasen por la cara a diario tramas de corrupción y de mugre al españolito medio, siga teniendo mayorías aplastantes en las elecciones un partido que ha sido calificado por la judicatura como "organización criminal".
Se le llama democracia a cualquier cosa mientras se vote. Pero el voto en una democracia real es el último paso de un proceso en el que se alcanza la libertad política. Si ese proceso no se da lo que tenemos es una mascarada. Como en los países recién liberados de Oriente Medio: quitamos al dictador y ahora que el pueblo vote ¿Y qué vota? Pues vota un sistema impuesto desde fuera en el que se elige una cuota de poder para los partidos. Pero ningún súbtido ha elegido el sistema. Nadie le ha preguntado lo que quiere. Nadie le ha explicado nada. Y con España pasó lo mismo.
ResponderEliminarSe presentó una constitución, falsa, preparada entre los franquistas y los partidos que renunciaron a sus principios a cambio de poder y dinero. Una constitución que no separa los poderes y que impide la representación política. Esa carta magna iba a salir aprobada sí o sí; no había elección posible.
El problema no es que haya políticos inmorales. El problema es que no hay manera de echarlos del poder ni de contener su inmoralidad. Yo parto de la base de que el Hombre no es bueno. Hay que forzarlo a ser bueno o al menos impedir que sea malo.
Para que no pase lo que explicas en este artículo es necesario que el pueblo tenga poder para elegir a sus políticos. Pero en España es imposible. Tenemos elecciones generales; ni presidenciales ni legislativas. Los partidos tienen todo el poder: el legislativo está subordinado al ejecutivo y ambos son cautivos del partido político cuyas listas son votadas mayoritariamente.
Los medios de comunicación se limitan a favorecer el partidismo. Nos impulsan a elegir a un partido político y no quieren que pensemos qué sistema de gobierno y de estado queremos. Es más fácil apoyar moralmente las falsas ideologías de los partidos. Partidos que sólo buscan el poder. Nos han otorgado derechos individuales, pero también nos los pueden quitar. Y cuando los quitan, ¿qué hacemos? Nada. Porque no tenemos poder para evitarlo.
El problema es político, no ideológico. Y la solución es política también.
Brutal , como siempre.
ResponderEliminarOjo con lo que escribis que el CNI estará vigilando. No creaís que lo hacen por la seguridad de los españoles. Lo hacen por la seguridad y el mantenimiento del actual régimen.
ResponderEliminarNi se os ocurra ir a votar, por favor.
Esto se tiene que romper desde fuera.
En realidad esos documentos "desclasificados" suelen estar llenos de tachaduras/borrones, - redacted - creo que le dicen.
ResponderEliminarPero aún así tal cosa resulta notable porque se siguen las "reglas del juego". En su famosa entrevista con Nixon el periodista David Frost le preguntó medio sorprendido por qué no se limitó a destruir las cintas grabadas en la Casa Blanca que en parte causaron su caída.
EliminarNixon había intentando obstaculizar por todos los medios el acceso de los periodistas a ellas, pero nunca se le había pasado por la cabeza lo que cualquier político español haría a los dos segundos de temer por su puesto: simplemente destruir toda evidencia comprometedora en sus manos. Para Nixon las cintas no le "pertenecían", eran en cierta forma de la Casa Blanca, eran un documento para la posteridad y él no tenía derecho a alterarlas, todo lo que podía hacer era ocultar su existencia o estorbar el acceso a las mismas o abogar porque la transcripción que llegase al público estuviese "redactada", pero ni se planteó lo más sencillo: hacerlas desaparecer. Me parece interesante esa diferencia de percepción porque de hecho el grueso del problema lo he insinuado en el texto, pero no he entrado de lleno en él: muchos sospechamos que durante la Transición se eliminó físicamente mucha documentación que, por tanto, ha dejado de existir. El que encima sigan las restricciones exageradas a la consulta de ciertos fondos es ya pura paranoia de nuestros dirigentes que viven en un estado de miedo a que los historiadores metan la mano en no se sabe qué (probablemente injustificado porque casi todos los historiadores españoles de renombre hace mucho que han demostrado que tienen un precio, relativamente bajo además).
En otras palabras. Aunque desclasificasen información probablemente no vamos a encontrar gran cosa, pero el miedo que hay a lo contrario es informativo en sí mismo.
impagable, gracias !!!
ResponderEliminar...y en portada de menéame, enhorabuena
ResponderEliminarSolo una anotación, la garrapata no es un insecto:
ResponderEliminarTaxonomía
Reino: Animalia
Filo: Arthropoda
Clase: Arachnida
Subclase: Acari
Orden: Ixodida
Superfamilia: Ixodoidea
https://es.wikipedia.org/wiki/Ixodoidea
El señor Guardiola también opina que no vivimos en una democracia real. Por otros motivos, sin duda, pero me ha venido a la mente.
ResponderEliminarAclarador artículo, solo recientemente se han conocido algunas miserias de la transición porque se ha filtrado algo a pesar del pacto de silencio de todos los implicados, y gracias a la labor de periodistas e investigadores como nuestro querido anfitrión,
ResponderEliminarA la ocultación de estos y otros asuntos también colaboró el franquismo sociológico (gracias por el enlace amigo Vagalume), término que desconocía pero que hemos sufrido toda la vida.
Gracias por este impagable blog.
Lo de siempre:
ResponderEliminarhttps://www.infolibre.es/noticias/politica/2017/06/27/cospedal_dicen_que_los_documentos_guerra_civil_franquismo_desclasificaran_cuando_haya_medios_66919_1012.html?platform=hootsuite
La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, ha explicado este martes que el Gobierno pondrá en marcha una comisión de estudio para la desclasificación de documentos anteriores a 1968 cuando haya presupuesto para ello, pero ahora las prioridades son otras.
(Y lo van a seguir siendo por mucho tiempo, añado yo)
Pues mira tú por donde te equivocabas, en menos de un año ya han comenzado a estudiar los documentos anteriores a 1968...para volver a ocultar su contenido. Pensábamos mal de ellos y nos quedamos cortos.
EliminarComo la tendencia en España últimamente es hacia una mayor libertad de información y expresión... si no querías caldo toma dos tazas:
ResponderEliminarHasta ahora la consulta de material sobre la Guerra Civil eran más o menos accesible a investigadores, fuese dicha documentación clasificada o no en origen. Bueno, pues ya no. Desde el 2 de abril, y sin previo aviso, el ejército ha pasado a restringir de forma ya completa el acceso a una importante parte de la documentación contenida en sus archivos históricos.
No vaya a ser que alguien husmee en las cosas que pasaron hace cien años y descubra lo que no toca. Todo muy normal y muy moderno y sin conexión alguna con la herencia franquista que en España no existe en ninguna institución y punto.
http://www.publico.es/sociedad/memoria-historica-archivos-militares-cortan-repente-acceso-documentacion-historica-marcada-clasificada.html
El Ejército ante la tormenta de críticas que ha recibido por parte de investigadores estos días rectifica. Algo es algo.
Eliminarhttps://politica.elpais.com/politica/2018/04/12/actualidad/1523546195_636962.html
De como el presidente usa la ley franquista de secretos oficiales para ocultar los gastos de sus desplazamientos, sobre todo los caprichosos:
ResponderEliminarhttps://elpais.com/politica/2019/01/06/actualidad/1546802308_532652.html
Hay detalles que matan:
ResponderEliminarEl Supremo reconoce a Franco como jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936, en plena Guerra Civil
https://www.publico.es/politica/supremo-reconoce-franco-jefe-1-octubre-1936-plena-guerra-civil.html?fbclid=IwAR3FDTJTkiq5lovUbGz2vH5wEu7lYclpb2aJH1JOsUXsA2z5N70_8QZzY-0
Mira que en Derecho hay mil cuestiones que están abiertas a discusión y de las que no se puede decir que exista unn punto de vista correcto o una verdad indiscutible, pero el tema de Franco está bastante claro. Por otro lado, para los que estamos acostumbrados a leer autos y sentencias tampoco nos pilla por sorpresa leer burradas del Supremo de vez en cuando, aunque sean de este calibre.
ResponderEliminarPrecisamente El País publica hoy un reportaje sobre este tema:
ResponderEliminarhttps://elpais.com/elpais/2019/12/27/eps/1577459032_834241.html
Mis felicitaciones John. Con gobiernos que hacen desaparecer los "discos duros" y demás fechorías, como se puede creer en un Estado de Derecho? Lo que pasa en este país, no pasa en ninguno de nuestro entorno o en países libres.Aquí los poderosos nunca tuvieron consecuencias por su merecido. Lo dijo Quevedo, donde no hay justicia, de poco sirve tener razón. Saludos.
ResponderEliminarMás medidas que nos separan de otros países medio normales. La AN blinda las tesis doctorales: no se podrán consultar sin permiso del autor.
ResponderEliminarhttps://www.elconfidencial.com/espana/2020-07-20/audiencia-nacional-admite-tesis-doctorales-no-sean-publicas-sin-permiso-autor_2683236/
Pensando mal probablemente tenga mucho que ver en esto el alto número de tesis doctorales de cargos políticos que se sospecha que son plagios o han sido escritas de encargo por "negros". Casi mejor blindar el que nadie pueda investigar por ahí. Ni investigar nada en general ya de paso.
¿Pero la Audiencia Nacional no se creó para evitar que los jueces de la Comunidad Autónoma Vasca pudieran ser extorsionados en casos contra ETA? ¿Qué tienen que ver las tesis doctorales?
EliminarPor otro lado, ¿para qué sirve una tesis si no se puede ver? ¿Qué sentido tiene ella y qué sentido tiene el doctorado?
Interior pretende dejar sin desclasificar los GAL con la nueva ley de secretos: https://www.noticiasdenavarra.com/actualidad/politica/2021/08/16/interior-pretende-desclasificar-gal-nueva/1173319.html?fbclid=IwAR2GIxBZV8CbzvF2Pltgky1yxb5704KGPn91WDEYVNbw4uhNAJWPXMqV9Fc
ResponderEliminarLuego hablamos de Rusia... La nueva ley de secretos oficiales en vez de avanzar va hacia atrás incluyendo severos castigos para los periodistas que publiquen algo considerado clasificado.
ResponderEliminarhttps://theobjective.com/espana/2022-08-16/periodistas-secretos-multas-gobierno/