El dinero no solo te compra una vida mejor,
mejor comida, mejores coches, mejores coñitos… también te convierte en mejor
persona: puedes donarlo generosamente a la Iglesia o al partido político que
quieras, incluso hasta puedes salvar al puto búho moteado.
Leonardo DiCaprio, “El lobo de Wall Street”
Seguimos con fotografía histórica. Como
indiqué en mi última entrada al respecto, en general las vistas panorámicas
que he estado colgando en el blog pertenecientes a ciudades europeas del s.XIX y comienzos
del s.XX muestran preferentemente el lado hermoso, el aspecto lúdico, la
belleza de aquel tiempo perdido. Por tanto hasta ahora hemos podido observar la
miseria que existía en el mundo de aquella época solo en los casos de fotógrafos
occidentales del momento que salían de Europa y se encontraban con países
exóticos, respecto a los cuales no incomodaba tanto el que se mostrasen las
diferencias sociales y la pobreza asociada a ellas. No obstante no debemos
llevarnos a engaño, hace un siglo –como en cierta forma sigue sucediendo- no
solo existían menesterosos e indigentes en la India o China sino que las calles
de las principales urbes en los países más desarrollados del planeta por
entonces veían convivir a pocos metros de distancia la más elevada abundancia y
sofisticación con la miseria y la degradación más absolutas.
Lo que ocurría es que
pocos fotógrafos (o pintores, todo sea dicho) estaban interesados en plasmar
esa paradoja debido a lo incómodo que resulta arrojar a la cara de la gente lo
que no quiere ver. Igual que hoy, si uno se fija en las revistas del kiosco de la esquina o en las imágenes subidas a Facebook o Instagram,
comprobará que no abundan los testimonios sobre lo que no funciona en nuestras
sociedades sino todo lo contrario, la diversión, la belleza, la abundancia y la
felicidad parecen recubrirlo casi todo de un velo distorsionador. De vez en
cuando si acaso surgen iniciativas para conmover nuestros corazones mostrando
fugazmente la miseria existente en algún lugar adecuadamente lejano, a ser
posible algún país del interior de África. Pero en cambio respecto a lo que sucede aquí,
ahora, en muchas poblaciones rurales de las zonas deprimidas de nuestro país
(no solo España, en realidad pasa en casi todos) o en determinadas barriadas de
las afueras en las grandes ciudades de todo el mundo… mejor correr un tupido velo sobre ello la mayor parte del tiempo.
Claro está siempre
hay excepciones, y en lo que respecta al pasado también las hubo,
con más mérito si cabe al tratarse de pioneros en la documentación de un tipo
de realidad que hasta entonces no era demasiado tenida en cuenta más allá de
las novelas de Dickens.
En su momento ya mencioné la obra de John Thomson (1837-1921) y sus experiencias de
fotoperiodismo urbano a través de la serie Street
Life in London (1876-1877) en la cual exponía la cara
menos amable del esplendor victoriano. Poco después aún más emblemáticos resultaron
los testimonios recogidos por Jacob Riis (1849-1914), un fotógrafo y periodista de origen danés
emigrado a Estados Unidos en 1870, a los veintiún años. Jacob acabó pasando a
la historia por ser el primer periodista estadounidense en emplear el flash de
magnesio, pero en realidad lo que le otorga un lugar en la posteridad es una
serie de imágenes que reunió en 1888 llamada How the Other Half Lives:
Studies Among the Tenements of New York. Un trabajo este último que resulta hoy en día de un valor incalculable para
aproximarse a la cara oscura del sueño americano en sus orígenes, es decir a la vida cotidiana en los barrios donde los inmigrantes recién llegados al país a finales del s.XIX se amontonaban en busca de
un destino mejor que, frecuentemente, nunca llegaba.
En el caso francés hay que tener en cuenta las imágenes sobre el entorno urbano de París previo a la remodelación llevada por Haussmann y tomadas en los años 50 y primeros 60 del s. XIX por "Charles Marville", el pseudónimo de Charles Francois Bossu. En el mismo escenario, solo que un poco después, entre 1890 y 1910, se ambientan las fotografías de Eugène Atget
(1857-1927), un individuo inclasificable que durante años se dedicó a
documentar la vida de un París alejado de las vanguardias, las luces, la moda y
la elegancia, siempre deambulando por las callejuelas de mala muerte donde se
agolpaban prostitutas de baja estofa, o por los campamentos de gitanos y
maleantes del extrarradio, dejando tras de sí un legado invaluable de varios
miles de fotografías.
Sobre estas bases con el tiempo llegarán otros muchos trabajos
emblemáticos de la fotografía social ya bien avanzado el s. XX. Por ejemplo en EE.UU. las fotos sobre la Gran Depresión obra de Mike Meyer, Dorothea Lange, Arthur Rothstein, Ben Shahn o de Walker Evans (un ejemplo de las cuales podemos ver a la derecha); y también series de imágenes como The Americans, obra de Robert Frank. En
Inglaterra The Last Resort de Martin Parr o las fotografías
tomadas por Nick Hedges entre
1968 y 1972. En Italia las fotos del submundo mafioso italiano tomadas por Letizia Battaglia. Y muchos otros trabajos por el estilo, ligeramente anteriores o
posteriores. Pero ese tipo de obras ya no me interesan por los límites
autoimpuestos. En cambio en la medida en que voy a seguir rescatando tenazmente
el mundo de finales del s.XIX quiero dejar claro hoy aquí que no todo
era tan bonito como en algún momento pueda quizás llegar a parecer.
Por tanto partiendo del legado de los autores antes
reseñados vamos a realizar un pequeño tour por los países más prósperos y desarrollados del mundo entre 1870 y 1910. Obviamente hoy
las fotos no son tan glamourosas o ricas en color como otros días. Comparad por ejemplo estas imágenes de abajo pertenecientes a la vida en Alemania unos años antes del estallido de la Gran Guerra con los magníficos Photochromos de los centros de sus ciudades que he ido intercalando en entradas como Mundos perdidos. De hecho la segunda sabemos que corresponde al interior de una vivienda de clase trabajadora en la Liegnitzer Strabe del mismo Berlín, en 1910.
Podríamos hacer un juego de palabras y decir que... no hay color. Pero pese a ello este tipo de imágenes son quizás mucho más informativas de lo habitual por tratarse de algunas de las primeras fotografías que realmente se interesaron por retratar la miseria en las ¿exitosas? sociedades industriales del capitalismo y el colonialismo triunfantes.
Podríamos hacer un juego de palabras y decir que... no hay color. Pero pese a ello este tipo de imágenes son quizás mucho más informativas de lo habitual por tratarse de algunas de las primeras fotografías que realmente se interesaron por retratar la miseria en las ¿exitosas? sociedades industriales del capitalismo y el colonialismo triunfantes.
Glasgow
Newcastle
Londres
París
Nueva York
Otras zonas de los EE.UU.
Vaya juego más divertido llevar una carretilla, désde luego esos niños sí que sabían divertirse (o sí que les dejaban divertirse y "vivir su infancia"...menudo concepto "vivir la infancia"...bueno muchas gracias por el aporte, cómo soñar es gratis: ójala que pudiesemos interrogar a estas buenas gentes.
ResponderEliminarComparad lo que vemos en esas fotografías con esto:
ResponderEliminarhttp://elpais.com/elpais/2015/03/23/album/1427134184_341899.html#1427134184_341899_1427134284
el extrarradio de Madrid, HOY EN DÍA.