sábado, 30 de abril de 2016

Rockwell vs Hopper


- Los romanos construimos acueductos, puentes, calzadas… por ellos viajan la ley y el orden.

- También la muerte, la guerra y la esclavitud.

(Valerio y Caleb confrontaban así sus opiniones acerca del Imperio romano en el episodio octavo de "Anno Domini")




Hoy vamos a conocer la obra de dos pintores estadounidenses contemporáneos de estilo realista. Veremos cómo pese a trabajar más o menos en la misma época en torno a temáticas parecidas sus obras respectivas difieren completamente. En ese sentido la de hoy es otra más de las entradas que he venido subiendo de vez en cuando donde comparo los puntos de vista de creadores distintos que sin embargo trabajan sobre el mismo tema. A la vez también aprovecharé para apuntar de pasada algunos detalles sobre otra cuestión que me interesa mucho: la influencia entre pintura y cine (particularmente el estadounidense). Vamos con ello. 

The Saturday Evening Post fue un magazine muy influyente en los EE.UU. que se publicó semanalmente hasta mediados de los años 60 (luego entró en una etapa de decadencia que llega hasta hoy). La cuestión es que dicha publicación, durante sus años dorados que se extendieron más o menos a lo largo de toda la primera mitad del s. XX, demostró gran ojo para contratar artistas de gran potencial (sino como pintores puros si al menos como agudos ilustradores de tendencias en el diseño, la moda, o la sociedad de su tiempo), como fue el caso de Joseph Christian Leyendecker






o John Philip Falter







Por ello el contenido y especialmente las ilustraciones del Saturday Evening constituyen un material muy interesante a la hora de entender la formación de, digamos, una parte de la estética estadounidense contemporánea al menos en su vertiente conservadora. Eso es algo que se vio potenciado por el hecho de que algunos de los dibujantes que pasaban por el Saturday Evening, adaptándose a sus particulares reglas de estilo y visión del mundo, luego con el tiempo terminaron por dedicarse a ilustrar desde literatura pulp a libros de historia, o bien pasaron a trabajar en el mundo de la publicidad.

Uno de los principales artistas en la nómina del Saturday Evening fue Norman Perceval Rockwell (1894-1978) quien estuvo vinculado a la publicación nada menos que 47 años. Además Rockwell también trabajo para otras importantes revistas como Life, ilustró más de cuarenta libros de literatura sobre todo juvenil y, una vez convertido en una figura de prestigio a partir de los años 50, realizó retratos de varios presidentes de los EE.UU., así como a diversas estrellas de Hollywood.

Rockwell se caracterizó por recrear a través de su arte escenas cotidianas con un tono edulcorado y ñoño no exento de humor. En base a ello recorrió todos los tópicos del modo de vida estadounidense presentándolo de una forma idealizada y sentimentaloide para satisfacción de unas clases medias en sus décadas de esplendor. Es por ello que sus pinturas rebosan de cenas de acción de gracias, bailes de promoción juveniles, béisbol, familias acudiendo a misa los domingos y luciendo en sus hogares modernos bienes de consumo, acampadas de los boy scouts, soldados regresando a casa victoriosos, etc. 














 



Digamos que fue el creador de toda una imagen de los EE.UU. que el público blanco de clase media adoptó como propia en los años 40 y 50 (igual que en los años 20 habían hecho con la obra de Leyendecker por ejemplo) porque ese público realmente creía, o deseaba creer, que su sociedad era de la forma en que Rockwell la retrataba.

Curiosamente la "realidad" que salía de sus pinceles (una exaltación de la virilidad, el patriotismo, los valores familiares y la felicidad) no se adaptaba necesariamente ni a la auténtica realidad ni, al menos, a lo que eran su propia vida o su forma de ver el mundo. De hecho Norman Rockwell poseía una constitución física digamos débil, muy alto pero también muy espigado. Se alistó en el ejército en los años de la I Guerra Mundial aunque ocupó un puesto burocrático en segunda línea lejos de las trincheras por lo que jamás vio un combate de verdad. Se casó tres veces y fue un adicto al trabajo que en ocasiones desatendió a sus esposas e hijos, quizás debido a lo cual atravesó a lo largo de su vida varios periodos de severa depresión.

Sin embargo finalmente, a partir de mediados de los años 60, su visión se politizó y empezó a reflejar en sus creaciones la lucha por los derechos civiles de los ciudadanos negros así como otros temas digamos serios, de actualidad, con un tono mucho más aquilatado que su producción anterior. 




Fue un momento que coincidió inevitablemente con el fin de su relación con el Saturday Evening Post lo cual le permitió enriquecer sus puntos de vista y mostrar un tono más amargo del que había utilizado a lo largo del resto de su carrera en parte condicionado el carácter conservador de dicha publicación.

Ahora bien, los casi cincuenta años de su trayectoria previa centrados en producir materiales para el Saturday, aunque proporcionaron a Rockwell una inmensa popularidad y una sólida posición económica, también le supusieron la total indiferencia por parte de los críticos de arte del momento por lo cual en última instancia el giro final de su obra resultó demasiado tardío para cambiar la valoración que se hacía de su trabajo entre el público especializado. Esa es la razón por la que en un principio, durante su vida y en las décadas posteriores a su muerte, no fue considerado un pintor "serio" sino un simple ilustrador (y aun como mero "dibujante" buena parte de los expertos lo despreciaban por su estilo acartonado y su edulcorada visión de la realidad). No obstante ese descrédito hizo pasar por alto que Rockwell ejerció ya desde los años 50 gran influencia entre el público de clase media así como sobre un cierto tipo de cineastas estadounidenses de raigambre conservadora. Un influencia que llega incluso hasta el presente a través de la obra de gente como Robert Zemeckis o Steven Spieldberg.  

Quizás esa sea una de las causas de que las pinturas de Rockwell están experimentando una revalorización a marchas forzadas durante los últimos años. Revalorización que culminó a finales de 2013 cuando su pintura Saying Grace se subastó en Sotheby´s por 34 millones de euros. 


Mientras tanto Edward Hopper (1882-1967) fue otro pintor de tipo realista que, igual que Rockwell, trabajó durante parte de su vida para agencias de publicidad y revistas. De igual modo ambos fueron pintores ajenos a las vanguardias pictóricas del momento, de una mentalidad esencialmente conservadora y centrados en plasmar escenas de la vida cotidiana y la cultura de masas de los EE.UU. en los años 30, 40, 50 y primeros 60. 






   Sin embargo ahí acaban los parecidos entre ambos artistas. La mirada de Hopper resulta radicalmente distinta de la de Rockwell tanto por estilo como por tono. Si Rockwell fue una persona básicamente infeliz que reflejó en la mayor parte de su obra una visión edulcorada y risueña de la sociedad en la que vivía, Hopper por su parte fue un hombre que tuvo una vida personal y familiar cómoda y dichosa pero cuya visión personal destaca sin embargo por reflejar obsesivamente escenarios de gran frialdad carentes por completo de humor. 

   Tal vez esto último se debió a las distintas influencias artísticas a las que se vieron expuestos ambos creadores. De joven Hopper se tuvo contacto con miembros de la Ashcan school, un grupo artístico que reflejó en sus pinturas la vida de los sectores más desfavorecidos que habitaban los barrios pobres de las grandes ciudades, aunque lejos de cualquier intención reivindicativa. Con el tiempo, alcanzada su madurez artística, Hopper se alejó de dicha tendencia pero conservó algunos rasgos heredados de sus maestros, como el interés por mostrar la marginalidad o los espacios suburbanos. De esa forma los EE.UU. que aparecen en los cuadros de Hopper son un agregado de gasolineras, moteles, bares y en general espacios pulcros y estilizados pero que no resultan particularmente atractivos para el observador externo. Sus pinturas transmiten, a veces sin ni siquiera proponérselo explícitamente, una tremenda sensación de soledad e incomunicación (hasta cuando sus personajes centrales son ubicados en espacios públicos o en medio de multitudes), tal vez debido a la tendencia de Hopper por plasmar ambientes en cierta forma desolados y a través de una paleta de colores proclive a sugerir esas sensaciones. Por ello se ha dicho de su obra que representa como ninguna el tedio, la alienación consustancial a la vida moderna, o el drama de lo cotidiano.















    

  

  

  




Esa es quizás la razón por la que el cine de los años dorados de Hollywood se inspiró parcialmente en la obra de Hopper de cara a la fotografía o los decorados de algunas cintas rodadas en el período, en especial de cine negro. Una influencia que se perpetuó luego en las décadas siguientes a través de directores tan variados como Hitchcock, Dario Argento, Malick, Win Wenders y sobre todo David Lynch. Si las habéis visto pensad por ejemplo en películas como Glengarry Glen Ross o series de televisión como Twin Peaks y House of cards. Hay mucho de Hopper en su estética al margen de que directores diversos ocultan ocasionalmente en sus cintas guiños a los cuadros de Hopper. Por ejemplo, las imágenes de debajo incluyen en primer lugar el cuadro Nighthawks de Hopper y a continuación fotogramas de Profondo Rosso de Dario Argento, Pennies from heaven de Herbert Ross, The end of violence de Wim Wenders y Hard Candy de David Slade, en todas las cuales se incluyen homenajes al cuadro en cuestión. 


A tal punto ha llegado la influencia de Hopper en directores de fotografía y en algunos directores de cine que incluso hay obras que se dedican a a jugar con ello sin más. 



Hemos visto por tanto dos formas de reflejar y sentir una misma realidad las cuales, sin que sirva de precedente, no he pretendido explicar a través de los condicionantes sociales o la ideología. Simplemente Rockwell y Hopper fueron dos creadores distintos que vivieron casi al mismo tiempo pero sometidos a influencias artísticas, ambientes y experiencias vitales diferentes lo que al final determinó que su técnica, su forma de pintar y en última instancia su forma de interpretar el entorno en que vivían acabase resultando casi opuesta. De esa forma el primero plasmó en imágenes el sueño americano hecho realidad, mientras el segundo se dedicó a dar una imagen poco complaciente de esa misma realidad, en su caso centrada en la incomunicación y el cada vez mayor aislamiento emocional del individuo en la sociedad contemporánea.

Llegados al presente diría que el legado de estos dos autores ha sido sintetizado y puesto al día por pintores hiperrealistas como Richard Estes.








Pero esa es ya otra historia que además estaría sujeta a debate.  

5 comentarios:

  1. Pienso que el calado de estos dos pintores en el imaginario americano es de tal grado porque son artistas que pertenecen a la cultura popular (que no pop). Considero que compararlos con pintores como pollock en estos términos es algo injusto, ya que son concepciones casi antagónicas. Es como si comparamos los simpson con una película de Bella Tarr,y ojo, que a priori no estoy sugiriendo que un producto tenga que ser superior a otro por ser más popular.

    Sí que es cierto que son rara avis dentro del mundo elitista de las artes plásticas; si tuviésemos que buscar un equivalente contemporáneo sólo se me ocurre alguien como Banksy

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    1. Más o menos. Esta es una entrada neutral, aséptica. A mí personalmente, pese a mi preferencia por los pintores realistas, ni Rockwell ni sobre todo Hopper me gustan. De hecho no me gustan nada. Pero eso es algo personal. Más allá de lo anterior hay que reconocer que, por lo que sea, son dos pintores que han alcanzado un calado en los EE.UU. que resulta difícil de comprender visto desde fuera. Aunque sus cuadros nos puedan parecer kitsch lo cierto es que hay varios de ellos decorando la Casa Blanca (por lo menos dos incorporados en la etapa de Obama al que le gustan mucho ambos pintores: “The problema we all live with” de Rockwell y “Cobb´s Barns” de Hopper) y en el cine de ese país la influencia que han tenido es más importante de lo que parece a simple vista, hay escenas de “Atrápame si puedes” o “El puente de los espías” de Spieldberg que son casi cuadros de Rockwell mientras que las pinturas de Hopper han sido calcadas en multitud de películas de directores estadounidenses.

      Yo no me explico esa fascinación pero ahí está y por eso he recopilado una galería de obras de ambos para darlos a conocer.

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    2. Por cierto no se por qué salía tu comentario duplicado y te he eliminado uno para que no apareciese dos veces.

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  2. La verdad que la penúltima imagen de Rockwell pasa perfectamente por un banksy

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  3. Os puede interesar esta página con explicaciones y animaciones de algunos cuadros de Hopper:

    https://www.orbitz.com/features/edward-hopper-in-motion/

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