No hay dios,
no hay política,
no hay paz,
no hay amor,
no hay control,
no hay planes.
no hay política,
no hay paz,
no hay amor,
no hay control,
no hay planes.
"Abraza la
oscuridad" de Charles Bukowski
Estos días leo las
noticias y me invade una cierta sensación ya conocida de incómodo, familiar e
insensible hastío. Veo las informaciones sobre la decapitación del periodista
estadounidense y en general sobre las barbaridades cometidas por la organización
radical islámica de turno, en este caso el supuesto califato islámico de Oriente
Medio que copa las portadas en los últimos tiempos. Parece que el salvaje que mató al pobre hombre procedía de la civilizada Inglaterra, solo que se fue a dar rienda a sus
fantasías de violencia a un lugar más propicio para ello. Me informo también
sobre la muerte a manos de la policía de un joven negro en EE.UU. y los
consiguientes disturbios raciales que ha causado la difusión de la noticia.
Nada nuevo bajo el sol, esta vez ha sido Michael Brown en Missouri como antes
fueron Trayvon Martin en Florida o la paliza recibida por Rodney King a manos
de la policía de Los Ángeles. A veces todo se desencadena a partir de una injusticia
evidente, en otras ocasiones los hechos de fondo son menos claros pero igualmente
sirven como excusa para hacer estallar todo.
Experimento por enésima vez la impresión de que la historia no es cíclica, pero desde luego está lejos de ser simplemente lineal, la imagino más bien con la forma de un solenoide. Una eterna lucha dialéctica
entre principios opuestos en la que se repiten más o menos las
situaciones cambiando los detalles y el estadio de evolución técnico y social
de fondo. La historia es un trabajoso avance a través de un muelle. La historia es una escalada sin fin a Alpe d´Huez realizada por hormigas. La historia es una eterna lucha para desalojar un molesto trozo de comida incrustado entre los dientes.
Queremos creer que nos acercamos a un nivel de civilización óptimo en el seno del cual los problemas desaparecerán. Desde luego avanzamos, eso es indudable. Con excepciones, tropezones, caídas y ligeros retrocesos, el mundo de los hombres prospera. Lentamente, de forma desigual, pero manteniendo una cierta tendencia de progreso parece que nos aproximamos a algo, a un cierto ideal superior, o al menos nos alejamos poco a poco del estadio original de barbarie. Sin embargo la contrapartida es que probablemente nunca alcanzaremos realmente ese límite imaginario de perfección imprescindible para que la violencia y la injusticia desaparezcan del todo en nuestro mundo.
Queremos creer que nos acercamos a un nivel de civilización óptimo en el seno del cual los problemas desaparecerán. Desde luego avanzamos, eso es indudable. Con excepciones, tropezones, caídas y ligeros retrocesos, el mundo de los hombres prospera. Lentamente, de forma desigual, pero manteniendo una cierta tendencia de progreso parece que nos aproximamos a algo, a un cierto ideal superior, o al menos nos alejamos poco a poco del estadio original de barbarie. Sin embargo la contrapartida es que probablemente nunca alcanzaremos realmente ese límite imaginario de perfección imprescindible para que la violencia y la injusticia desaparezcan del todo en nuestro mundo.
Una extraña pulsión que
podríamos llamar “instinto del mal” está profundamente incrustada en el
espíritu humano, no en el de todos los hombres siempre, pero sí en el de
algunos hombres a veces y ese matiz, por pequeño que llegue a ser, ya es
suficiente para estropearlo todo como una gota de tinta en el agua.
[Aviso: esta entrada de
hoy contiene algunas imágenes fuertes]
Disturbios
raciales, violencia policial, decía antes. Esta es una foto tomada en agosto de
1930 en Indiana.
Muestra
el linchamiento público de Thomas Shipp y Abram Smith, dos jóvenes negros
acusados falsamente de haber violado a una adolescente blanca. Cientos de
personas de las que aparecen sonrientes en la foto pidieron luego una copia al
fotógrafo, un tal Beitler, para tenerla como recuerdo.
Entre la
liberación de los esclavos y los años 60 del s. XX en EE.UU. se produjeron
aproximadamente unas 5.000 escenas parecidas a ésta dando lugar a una
pervivencia en la cultura popular de la memoria silenciosa a través de
canciones como “Strange Fruit” de
Billie Holiday.
Esta otra
foto fue tomada en Mississippi también en agosto, solo que en 1955.
Los
restos pertenecen a Emmett Till un joven negro de Chicago que se encontraba de
visita en la zona. Al parecer se atrevió a silbar al paso de una mujer blanca
casada y de buen ver, o tal vez a insinuársele, las versiones varían aunque lo segundo es improbable. Emmett tenía catorce años cuando todo esto ocurrió.
Dos
hombres fueron arrestados por su muerte. Parece ser que pretendían darle un “escarmiento” pero
decidieron matarlo cuando el chaval no se asustó de ellos, lo que los cabreó aún
más. Sin embargo al jurado le llevó una hora de deliberación decidir que eran
inocentes (o más bien, ya que todo el mundo en el lugar sabía que eran culpables, decidir que no merecían un castigo por lo que habían hecho). En realidad tardaron menos de una hora en exculparlos puesto que durante ese tiempo los jurados hicieron una pausa para
tomar un refrigerio. Lo que es más, luego de ser absueltos los dos acusados, sabiendo que no podían ser juzgados
de nuevo por el mismo delito, vendieron su historia a un magazine admitiendo su
participación en los hechos junto a otras cuatro personas. Creo que Bob Dylan
tiene una canción refiriéndose al suceso y parece que el caso también influyó
en la gestación literaria de la novela Matar
a un ruiseñor publicada luego en 1960 cuando el movimiento por los derechos
sociales ya había arrancado.
Esta
otra fotografía se tomó a finales de mayo de 1963.
En
una tienda y restaurante llamada Woolworth’s ubicada en Jackson, Mississippi, dos
blancos y una mujer negra (John Salter, Joan Trumpauer y Anne Moody, respectivamente) entraron
juntos y se sentaron a comer en la barra. Ante esa "provocación" la mayoría de la clientela del local, principalmente formada por estudiantes de un instituto cercano,
respondieron como muestra la imagen tirándoles de todo durante tres horas
seguidas durante las que los peculiares clientes aguantaron las burlas
decididos a no dejarse humillar. Poco tiempo después, en 1965, también en Mississippi, se captó esta icónica e irónica secuencia de imágenes.
El niño se llamaba Anthony
Quinn y demostró una gran persistencia a pesar o precisamente debido a sus
cinco años de edad. Anthony acompañaba a su madre en una protesta ante la
elección de cinco congresistas en distritos donde la población negra no había
podido votar. Por supuesto él y
su madre acabaron siendo arrestados bajo cargos de resistencia a la autoridad cuando
el policía intentó quitarle al niño la propia bandera del país de las manos y el chaval... se resistió ante la autoridad.
Un poco absurdo desde
luego.
Al año siguiente se
tomó esta otra foto emblemática. El joven que aparece en ella es James Meredith
quien en 1962 se había convertido en el primer afroamericano en ser aceptado en
la Universidad de Mississippi (eso sí, gracias a la intervención del ejército
para disolver las protestas contra su ingreso, durante las que murieron dos
personas). En 1966 Meredith ya licenciado organizó una “Marcha contra el miedo”
durante la cual fue tiroteado por un tal Aubrey James Norvell a pleno día, situación que muestra la foto. Meredith herido y desangrándose pide ayuda a gritos pero nadie acude por miedo a recibir ellos mismos otro disparo.
Curiosamente pese a todo Meredith
sobrevivió y se volvió progresivamente más conservador. Acabó militando en el
Partido Republicano y oponiéndose a las
sanciones económicas contra la Sudáfrica del Apartheid según he leído.
Esta otra foto se tomó
en 1976 en Boston. Un joven blanco llamado Joseph Rakes usa una
bandera a modo de estoque contra un hombre negro llamado Theodore Landsmark, por entonces un graduado de Yale que trabajaba
nada menos que para el gobernador del Estado.
En los días siguientes
a la publicación de la foto se produjeron disturbios de protesta por parte de
la comunidad negra de la zona durante los cuales un conductor blanco que pasaba
por allí fue apaleado hasta dejarlo en coma.
Esta otra foto es una
curiosidad muy peculiar. En el centro vemos a George Lincoln Rockwell. Una
especie de Oswald Mosley yanqui. Rockwell fue el fundador, en 1959, del Partido
Nazi Americano. La foto que vemos pertenece a finales del 61 o quizás a
comienzos del 62. Rockwell asiste a un mitin de la Nación del Islam de Elijah
Muhammad, un movimiento político afroamericano que combinaba africanismo,
antisemitismo, religión islámica y lucha política por los derechos de la
población negra. Por entonces Rockwell atravesaba una fase de admiración de dicho
movimiento negro radical y de líderes como Malcolm X. Rockwell estaba
convencido de que la mejor forma de conseguir la separación racial en EE.UU. no
era mediante los métodos obsoletos del Ku Kux Klan sino apoyando a líderes
fuertes en la comunidad negra que también estuvieran de acuerdo en mantener
caminos raciales separados entre comunidades. Cada uno por su lado. Esa fase de
tregua mutua entre dos movimientos antagónicos duró más o menos hasta el 64-65
cuando Malcolm X se fue cansando tanto de Elijah como de Rockwell.
De todas maneras es
duro ser un líder. Kennedy fue asesinado en el 63, su hermano Robert en el 68,
igual que Martin Luther King. Malcolm fue asesinado en el 65 en su caso por
seguidores decepcionados por su abandono de la Nación del Islam. Rockwell fue
asesinado también por uno de sus propios seguidores, en el 67.
En fin. Lucha racial.
Hablemos ahora de terrorismo.
La primera fase de
terrorismo internacional grave se produjo a finales del s. XIX durante la época
de la propaganda por la acción anarquista. Además ya
por entonces y hasta bien entrado el primer tercio del s. XX el Imperio de
turno se enfrentó a la confrontación con grupos de islamistas radicales en
diversas partes de sus bordes. Es decir, igual que le ocurre hoy en día al
Imperio estadounidense o le sucedió hace unas décadas el Imperio soviético,
también el Imperio victoriano se las vio y las deseó en su día teniendo que
enfrentar sus ansias expansionistas con el fanatismo islamista. Carneros
envistiéndose.
De hecho en el borde entre Pakistán y Afganistán ya anidó en su día el Osama bin Laden de turno. Su nombre era Mirza Ali Khan,
un pashtun que les hizo imposible la vida a los británicos en los años 30 del siglo pasado. Mirza, llamado el Fakir de Ipi, sostenía estar dotado de poderes. Ya
saben, esa cosa de multiplicar el pan para dar de comer a multitudes. Sus
seguidores practicaban una suerte de guerrilla multiplicando las acciones de pillaje a convoyes y ataques a aldeas desguarnecidas en las zonas hindúes de la región.
A partir de que los
británicos se inmiscuyeron en algunas cuestiones relativas a matrimonios de
muchachas de corta edad y procesaron en un juicio a un musulmán por
violar a una joven hindú se enervó el sentimiento antibritánico de los
grupos tribales de la zona, gracias a lo cual Mirza proclamó con cierto éxito la Yihad contra los ingleses en
Afganistán y Pakistán. Tras eso mantuvo en jaque al ejército británico durante
dos décadas, particularmente entre los años clave de 1936 y 1939 casi 40.000
hombres estuvieron estancados en operaciones policiales en aquella zona
marginal del globo debido al recrudecimiento de la virulencia de las acciones
de los seguidores del Fakir de Ipi. De hecho se tuvieron que mantener guarniciones
en la región incluso cuando estalló la Guerra Mundial y los japoneses avanzaban
por Birmania. Por lo cual los ingleses acabaron recurriendo a misiones de bombardeo selectivo de las aledas
pashtun mediante las primitivas fuerzas aéreas de la época. Claro está, no lograron nada.
Y no solo el Imperio
británico experimentó ese tipo de problemas. Como ya conté muy de pasada también los franceses hubieron de enfrentarse a este tipo fanáticos en la zona
da Mali a finales del s. XIX, mientras que la Italia fascista chocó en Libia con Omar al-Mukhtar durante los años de entreguerras en el s. XX.
Obviamente
la mayor parte de estos iluminados se presentaban como luchadores por la
libertad de su pueblo en la fase colonial. Algunos lo eran realmente por mucho que en occidente los periódicos los presentasen como simples rebeldes primitivos, otros en cambio solo buscaban poder o estaban directamente transtornados. Hoy en día los iluminados de turno también
se presentan como luchadores por la libertad de su pueblo en este caso frente
al orden neocolonial o los gobiernos corruptos o tiránicos de turno, que
siempre abundan. Porque injusticias contra las que luchar siempre hay, unas más
graves que otras y más legítimas, claro. Al final supongo que la línea entre un
luchador por la libertad y un terrorista es más fina de lo que parece. Quizás
el elemento definitorio son las barbaridades que se cometen, en qué grado
afectan a civiles y el nivel de dignidad moral que mantienen los combatientes
de turno, así como la justicia profunda de su causa.
Al decir
esto último que no se me entienda mal, yo estoy convencido de que hay muy pocas
cosas que justifiquen andar matando gente por ahí, menos aún a gente corriente
que no te ha hecho nada y menos aún despedazándolos. No propongo nada, no
legitimo o justifico, solo comento que el gris es el color de la historia. Las
barbaridades han sido constantes a lo largo de la misma y lo seguirán siendo en el futuro cercano. En un
determinado estadio de su evolución social y política resultan habituales, que
no disculpables, en casi todos los pueblos, naciones y religiones por más que
cada cual vea las culpas de los demás pero ignore las propias.
Hay que
intentar parar toda esta locura. Por supuesto. ¿Es posible?. Me temo que no. ¿Deberíamos intentarlo de todas maneras?. Seguramente.
Esta es
una mujer palestina pero los que queman su casa no son judíos, son cristianos. Año 1976, las Falanges cristianas libanesas masacran un millar de
refugiados palestinos en Beirut.
La acción
que vemos en la foto era en origen una represalia por el asesinato de cuatro
libaneses cristianos. Tras todo esto los palestinos, aliados con sirios, tomaron
venganza cuando mataron a su vez a unos quinientos libaneses en la aldea de
Damour… lo que a su vez llevó a la Falange libanesa a perpetrar con la aquiescencia judía las masacres de
palestinos en Sabra y Chatila a comienzos de los 80. Ya se sabe que esto de la
represalia y la lucha por la libertad es un no parar en cuanto te pones.
Vamos
ahora con lo de cortar cabezas y otras barbaridades de mal gusto. Introduzcamos
un poco de gore en la ecuación. Durante la Segunda guerra
del opio la pretendida decapitación pública de un inglés llamado John Moyse por
parte de los chinos ya levantó una oleada de indignación en Occidente.
Por otra parte estos
son soldados del ejército español posando con sus trofeos. Lugar y fecha: Marruecos, años 20.
La foto debajo de estas líneas en concreto es muy interesante. En 1938 fue usada por la Falange para denunciar las masacres que los
republicanos estaban cometiendo y apareció en el Corriere della Sera con un
pie de foto asegurando que se trataba de brigadistas internacionales
sosteniendo cabezas de patriotas españoles decapitados.
Ese mismo año L’Humanité,
por entonces órgano del Partido Comunista Francés, usó la misma imagen para
denunciar el colonialismo galo en el Norte de África. Años después fue usada
como prueba de las atrocidades cometidas por las tropas de Franco durante la
Guerra Civil. En cambio el auténtico trasfondo
de la foto en cuestión y de las anteriores fue el de las brutalidades cometidas
en Marruecos. Brutalidades cometidas por ambos bandos. Los marroquíes no
tuvieron piedad en lugares como Monte Arruit mientras la campaña les fue
favorable.
Claro que el bando español ni pintaba nada allí ni debería sentirse
muy orgulloso de haber usado dicho enfrentamiento colonial para esparcir gas
mostaza desde aviones.
Esta otra foto es de
un simpático japonés decapitando occidentales. Fue hace 70 años.
Algo más de
una tercera parte de los prisioneros ingleses y estadounidenses en manos
japonesas murieron durante la guerra. El porcentaje de bajas del mismo tipo en
el caso de prisioneros de los nazis superó apenas el 1% (todo hay que decirlo
los nazis se dedicaron sobre todo a exterminar judíos y rusos).
Viajemos ahora a finales de los años noventa hasta las zonas controladas por guerrilleros del UCK, el Ejército de Liberación de
Kosovo. Se supone que los del UCK eran los “buenos”, los “nuestros”.
Y eso que hablamos de un ejército esencialmente formado por combatientes
musulmanes irregulares que a su vez integraba en su seno a combatientes
internacionales venidos de diversos países. Aún así fueron apoyados por los estadounidenses, contra los serbios, pese a las extrañas relaciones del UCK con líderes integristas
musulmanes y algunas mafias criminales. Simple realpolitik.
Volvamos a dar un salto en el tiempo y el espacio. En 2009 se filtró un
vídeo grabado unos años antes donde se veía a un miembro de la casa real de Abu
Dhabi torturando a un comerciante afgano ayudado por dos policías. En el vídeo
se ve como sucesivamente: le dispara con una ametralladora alrededor, le obliga
a comer arena, luego le da una paliza con una tabla, le mete algo por el ano,
le echa gasolina en los testículos, les prende fuego y luego le pasa por encima
con lo que parece ser un Mercedes. Todo mientras alguien grababa sin ningún
problema para luego tener un recuerdo. Con el tiempo como digo el vídeo cayó en "malas manos" y salió a la luz levantando un escándalo pasajero, pero al final el
sujeto en cuestión era un hermano del gobernante de Abu Dhabi y también
presidente de los Emiratos Árabes Unidos, o sea de los “nuestros”, un aliado
occidental, alguien civilizado.
En fin. No hay una temática en la entrada de hoy. Además de esa sensación
de deja vu que me producen muchas
noticias internacionales y a la que ya aludía al principio de este texto, diría
que la otra temática de estos caóticos párrafos es la sensación de que el progreso existe, esta ahí... pero el orden, la civilización, no son la norma única o el horizonte evolutivo inevitable,
solo un pacto temporal y revocable que se da en ciertas zonas en ciertos momentos. Por
eso tú que estás leyendo esto, abraza a tus seres queridos y se feliz mientras
puedas, no te engañes, el limes frente
a la barbarie existe, siempre existe, solo varía en su demarcación. A veces
avanza, otras veces retrocede. Si estás dentro de sus barreras protectoras, si
estás dentro de un círculo de unos cientos o miles de kilómetros donde se han impuesto más o menos claramente la paz, la tolerancia y un cierto
estilo de vida cómodo... entonces disfrútalo. Cualquier día un evento personal azaroso o
uno colectivo desgraciado puede romper el encantamiento y mostrarte cuan frágil
es todo eso, cuan vulnerable, cuan dependiente de que nada malo ocurra entre
las muchas cosas malas que pueden ocurrir.
Tampoco desesperes. Todo eso que tememos ya ha pasado antes y
volverá a ocurrir. Valorar esta certeza como algo negativo o afrontarlo con actitud
optimista y positiva depende de cada uno.
-
Es solo una historia. La más antigua de todas.
-
¿Cuál?.
-
Luz contra oscuridad.
-
Bueno, sé que no estamos en Alaska, pero... me parece que la oscuridad ocupa
mucho más territorio.
- Piensa que hubo un tiempo en el que solo había oscuridad. Si quieres saber mi opinión, la
luz está ganando terreno últimamente.
Genial artículo. Ya se le acumulan demasiadas promesas maese John
ResponderEliminarPrometo no prometer más.
EliminarAunque no se si podré cumplirlo.