viernes, 22 de agosto de 2014

Déjà vu


No hay dios,
no hay política,
no hay paz,
no hay amor,
no hay control,
no hay planes.

   "Abraza la oscuridad" de Charles Bukowski



Estos días leo las noticias y me invade una cierta sensación ya conocida de incómodo, familiar e insensible hastío. Veo las informaciones sobre la decapitación del periodista estadounidense y en general sobre las barbaridades cometidas por la organización radical islámica de turno, en este caso el supuesto califato islámico de Oriente Medio que copa las portadas en los últimos tiempos. Parece que el salvaje que mató al pobre hombre procedía de la civilizada Inglaterra, solo que se fue a dar rienda a sus fantasías de violencia a un lugar más propicio para ello. Me informo también sobre la muerte a manos de la policía de un joven negro en EE.UU. y los consiguientes disturbios raciales que ha causado la difusión de la noticia. Nada nuevo bajo el sol, esta vez ha sido Michael Brown en Missouri como antes fueron Trayvon Martin en Florida o la paliza recibida por Rodney King a manos de la policía de Los Ángeles. A veces todo se desencadena a partir de una injusticia evidente, en otras ocasiones los hechos de fondo son menos claros pero igualmente sirven como excusa para hacer estallar todo.

Experimento por enésima vez la impresión de que la historia no es cíclica, pero desde luego está lejos de ser simplemente lineal, la imagino más bien con la forma de un solenoide. Una eterna lucha dialéctica entre principios opuestos en la que se repiten más o menos las situaciones cambiando los detalles y el estadio de evolución técnico y social de fondo. La historia es un trabajoso avance a través de un muelle. La historia es una escalada sin fin a Alpe d´Huez realizada por hormigas. La historia es una eterna lucha para desalojar un molesto trozo de comida incrustado entre los dientes.

     Queremos creer que nos acercamos a un nivel de civilización óptimo en el seno del cual los problemas desaparecerán. Desde luego avanzamos, eso es indudable. Con excepciones, tropezones, caídas y ligeros retrocesos, el mundo de los hombres prospera. Lentamente, de forma desigual, pero manteniendo una cierta tendencia de progreso parece que nos aproximamos a algo, a un cierto ideal superior, o al menos nos alejamos poco a poco del estadio original de barbarie. Sin embargo la contrapartida es que probablemente nunca alcanzaremos realmente ese límite imaginario de perfección imprescindible para que la violencia y la injusticia desaparezcan del todo en nuestro mundo.

Una extraña pulsión que podríamos llamar “instinto del mal” está profundamente incrustada en el espíritu humano, no en el de todos los hombres siempre, pero sí en el de algunos hombres a veces y ese matiz, por pequeño que llegue a ser, ya es suficiente para estropearlo todo como una gota de tinta en el agua.

[Aviso: esta entrada de hoy contiene algunas imágenes fuertes]

Disturbios raciales, violencia policial, decía antes. Esta es una foto tomada en agosto de 1930 en Indiana.

Muestra el linchamiento público de Thomas Shipp y Abram Smith, dos jóvenes negros acusados falsamente de haber violado a una adolescente blanca. Cientos de personas de las que aparecen sonrientes en la foto pidieron luego una copia al fotógrafo, un tal Beitler, para tenerla como recuerdo.

Entre la liberación de los esclavos y los años 60 del s. XX en EE.UU. se produjeron aproximadamente unas 5.000 escenas parecidas a ésta dando lugar a una pervivencia en la cultura popular de la memoria silenciosa a través de canciones como “Strange Fruit” de Billie Holiday.

Esta otra foto fue tomada en Mississippi también en agosto, solo que en 1955.

Los restos pertenecen a Emmett Till un joven negro de Chicago que se encontraba de visita en la zona. Al parecer se atrevió a silbar al paso de una mujer blanca casada y de buen ver, o tal vez a insinuársele, las versiones varían aunque lo segundo es improbable. Emmett tenía catorce años cuando todo esto ocurrió.

Dos hombres fueron arrestados por su muerte. Parece ser que pretendían darle un “escarmiento” pero decidieron matarlo cuando el chaval no se asustó de ellos, lo que los cabreó aún más. Sin embargo al jurado le llevó una hora de deliberación decidir que eran inocentes (o más bien, ya que todo el mundo en el lugar sabía que eran culpables, decidir que no merecían un castigo por lo que habían hecho). En realidad tardaron menos de una hora en exculparlos puesto que durante ese tiempo los jurados hicieron una pausa para tomar un refrigerio. Lo que es más, luego de ser absueltos los dos acusados, sabiendo que no podían ser juzgados de nuevo por el mismo delito, vendieron su historia a un magazine admitiendo su participación en los hechos junto a otras cuatro personas. Creo que Bob Dylan tiene una canción refiriéndose al suceso y parece que el caso también influyó en la gestación literaria de la novela Matar a un ruiseñor publicada luego en 1960 cuando el movimiento por los derechos sociales ya había arrancado.


Esta otra fotografía se tomó a finales de mayo de 1963.

En una tienda y restaurante llamada Woolworth’s ubicada en Jackson, Mississippi, dos blancos y una mujer negra (John Salter, Joan Trumpauer y Anne Moody, respectivamente) entraron juntos y se sentaron a comer en la barra. Ante esa "provocación" la mayoría de la clientela del local, principalmente formada por estudiantes de un instituto cercano, respondieron como muestra la imagen tirándoles de todo durante tres horas seguidas durante las que los peculiares clientes aguantaron las burlas decididos a no dejarse humillar. Poco tiempo después, en 1965, también en Mississippi, se captó esta icónica e irónica secuencia de imágenes.

                                             
                                                   
                                                        

El niño se llamaba Anthony Quinn y demostró una gran persistencia a pesar o precisamente debido a sus cinco años de edad. Anthony acompañaba a su madre en una protesta ante la elección de cinco congresistas en distritos donde la población negra no había podido votar. Por supuesto él y su madre acabaron siendo arrestados bajo cargos de resistencia a la autoridad cuando el policía intentó quitarle al niño la propia bandera del país de las manos y el chaval... se resistió ante la autoridad.

Un poco absurdo desde luego.

Al año siguiente se tomó esta otra foto emblemática. El joven que aparece en ella es James Meredith quien en 1962 se había convertido en el primer afroamericano en ser aceptado en la Universidad de Mississippi (eso sí, gracias a la intervención del ejército para disolver las protestas contra su ingreso, durante las que murieron dos personas). En 1966 Meredith ya licenciado organizó una “Marcha contra el miedo” durante la cual fue tiroteado por un tal Aubrey James Norvell a pleno día, situación que muestra la foto. Meredith herido y desangrándose pide ayuda a gritos pero nadie acude por miedo a recibir ellos mismos otro disparo.

Curiosamente pese a todo Meredith sobrevivió y se volvió progresivamente más conservador. Acabó militando en el Partido Republicano y oponiéndose a  las sanciones económicas contra la Sudáfrica del Apartheid según he leído.

Esta otra foto se tomó en 1976 en Boston. Un joven blanco llamado Joseph Rakes usa una bandera a modo de estoque contra un hombre negro llamado Theodore Landsmark, por entonces un graduado de Yale que trabajaba nada menos que para el gobernador del Estado.

En los días siguientes a la publicación de la foto se produjeron disturbios de protesta por parte de la comunidad negra de la zona durante los cuales un conductor blanco que pasaba por allí fue apaleado hasta dejarlo en coma.

Esta otra foto es una curiosidad muy peculiar. En el centro vemos a George Lincoln Rockwell. Una especie de Oswald Mosley yanqui. Rockwell fue el fundador, en 1959, del Partido Nazi Americano. La foto que vemos pertenece a finales del 61 o quizás a comienzos del 62. Rockwell asiste a un mitin de la Nación del Islam de Elijah Muhammad, un movimiento político afroamericano que combinaba africanismo, antisemitismo, religión islámica y lucha política por los derechos de la población negra. Por entonces Rockwell atravesaba una fase de admiración de dicho movimiento negro radical y de líderes como Malcolm X. Rockwell estaba convencido de que la mejor forma de conseguir la separación racial en EE.UU. no era mediante los métodos obsoletos del Ku Kux Klan sino apoyando a líderes fuertes en la comunidad negra que también estuvieran de acuerdo en mantener caminos raciales separados entre comunidades. Cada uno por su lado. Esa fase de tregua mutua entre dos movimientos antagónicos duró más o menos hasta el 64-65 cuando Malcolm X se fue cansando tanto de Elijah como de Rockwell.

De todas maneras es duro ser un líder. Kennedy fue asesinado en el 63, su hermano Robert en el 68, igual que Martin Luther King. Malcolm fue asesinado en el 65 en su caso por seguidores decepcionados por su abandono de la Nación del Islam. Rockwell fue asesinado también por uno de sus propios seguidores, en el 67.

En fin. Lucha racial. Hablemos ahora de terrorismo.

La primera fase de terrorismo internacional grave se produjo a finales del s. XIX durante la época de la propaganda por la acción anarquista. Además ya por entonces y hasta bien entrado el primer tercio del s. XX el Imperio de turno se enfrentó a la confrontación con grupos de islamistas radicales en diversas partes de sus bordes. Es decir, igual que le ocurre hoy en día al Imperio estadounidense o le sucedió hace unas décadas el Imperio soviético, también el Imperio victoriano se las vio y las deseó en su día teniendo que enfrentar sus ansias expansionistas con el fanatismo islamista. Carneros envistiéndose.

De hecho en el borde entre Pakistán y Afganistán ya anidó en su día el Osama bin Laden de turno. Su nombre era Mirza Ali Khan, un pashtun que les hizo imposible la vida a los británicos en los años 30 del siglo pasado. Mirza, llamado el Fakir de Ipi, sostenía estar dotado de poderes. Ya saben, esa cosa de multiplicar el pan para dar de comer a multitudes. Sus seguidores practicaban una suerte de guerrilla multiplicando las acciones de pillaje a convoyes y ataques a aldeas desguarnecidas en las zonas hindúes de la región.

A partir de que los británicos se inmiscuyeron en algunas cuestiones relativas a matrimonios de muchachas de corta edad y procesaron en un juicio a un musulmán por violar a una joven hindú se enervó el sentimiento antibritánico de los grupos tribales de la zona, gracias a lo cual Mirza proclamó con cierto éxito la Yihad contra los ingleses en Afganistán y Pakistán. Tras eso mantuvo en jaque al ejército británico durante dos décadas, particularmente entre los años clave de 1936 y 1939 casi 40.000 hombres estuvieron estancados en operaciones policiales en aquella zona marginal del globo debido al recrudecimiento de la virulencia de las acciones de los seguidores del Fakir de Ipi. De hecho se tuvieron que mantener guarniciones en la región incluso cuando estalló la Guerra Mundial y los japoneses avanzaban por Birmania. Por lo cual los ingleses acabaron recurriendo a misiones de bombardeo selectivo de las aledas pashtun mediante las primitivas fuerzas aéreas de la época. Claro está, no lograron nada.

Y no solo el Imperio británico experimentó ese tipo de problemas. Como ya conté muy de pasada también los franceses hubieron de enfrentarse a este tipo fanáticos en la zona da Mali a finales del s. XIX, mientras que la Italia fascista chocó en Libia con Omar al-Mukhtar durante los años de entreguerras en el s. XX.

Obviamente la mayor parte de estos iluminados se presentaban como luchadores por la libertad de su pueblo en la fase colonial. Algunos lo eran realmente por mucho que en occidente los periódicos los presentasen como simples rebeldes primitivos, otros en cambio solo buscaban poder o estaban directamente transtornados. Hoy en día los iluminados de turno también se presentan como luchadores por la libertad de su pueblo en este caso frente al orden neocolonial o los gobiernos corruptos o tiránicos de turno, que siempre abundan. Porque injusticias contra las que luchar siempre hay, unas más graves que otras y más legítimas, claro. Al final supongo que la línea entre un luchador por la libertad y un terrorista es más fina de lo que parece. Quizás el elemento definitorio son las barbaridades que se cometen, en qué grado afectan a civiles y el nivel de dignidad moral que mantienen los combatientes de turno, así como la justicia profunda de su causa.

Al decir esto último que no se me entienda mal, yo estoy convencido de que hay muy pocas cosas que justifiquen andar matando gente por ahí, menos aún a gente corriente que no te ha hecho nada y menos aún despedazándolos. No propongo nada, no legitimo o justifico, solo comento que el gris es el color de la historia. Las barbaridades han sido constantes a lo largo de la misma y lo seguirán siendo en el futuro cercano. En un determinado estadio de su evolución social y política resultan habituales, que no disculpables, en casi todos los pueblos, naciones y religiones por más que cada cual vea las culpas de los demás pero ignore las propias.

Hay que intentar parar toda esta locura. Por supuesto. ¿Es posible?. Me temo que no. ¿Deberíamos intentarlo de todas maneras?. Seguramente.

Esta es una mujer palestina pero los que queman su casa no son judíos, son cristianos. Año 1976, las Falanges cristianas libanesas masacran un millar de refugiados palestinos en Beirut. 

La acción que vemos en la foto era en origen una represalia por el asesinato de cuatro libaneses cristianos. Tras todo esto los palestinos, aliados con sirios, tomaron venganza cuando mataron a su vez a unos quinientos libaneses en la aldea de Damour… lo que a su vez llevó a la Falange libanesa a perpetrar con la aquiescencia judía las masacres de palestinos en Sabra y Chatila a comienzos de los 80. Ya se sabe que esto de la represalia y la lucha por la libertad es un no parar en cuanto te pones.

Vamos ahora con lo de cortar cabezas y otras barbaridades de mal gusto. Introduzcamos un poco de gore en la ecuación. Durante la Segunda guerra del opio la pretendida decapitación pública de un inglés llamado John Moyse por parte de los chinos ya levantó una oleada de indignación en Occidente.

Por otra parte estos son soldados del ejército español posando con sus trofeos.  Lugar y fecha: Marruecos, años 20.

                                
                                

La foto debajo de estas líneas en concreto es muy interesante. En 1938 fue usada por la Falange para denunciar las masacres que los republicanos estaban cometiendo y apareció en el Corriere della Sera con un pie de foto asegurando que se trataba de brigadistas internacionales sosteniendo cabezas de patriotas españoles decapitados.

                              

Ese mismo año L’Humanité, por entonces órgano del Partido Comunista Francés, usó la misma imagen para denunciar el colonialismo galo en el Norte de África. Años después fue usada como prueba de las atrocidades cometidas por las tropas de Franco durante la Guerra Civil. En cambio el auténtico trasfondo de la foto en cuestión y de las anteriores fue el de las brutalidades cometidas en Marruecos. Brutalidades cometidas por ambos bandos. Los marroquíes no tuvieron piedad en lugares como Monte Arruit mientras la campaña les fue favorable. 

                                
                                

Claro que el bando español ni pintaba nada allí ni debería sentirse muy orgulloso de haber usado dicho enfrentamiento colonial para esparcir gas mostaza desde aviones.

Esta otra foto es de un simpático japonés decapitando occidentales. Fue hace 70 años.


Algo más de una tercera parte de los prisioneros ingleses y estadounidenses en manos japonesas murieron durante la guerra. El porcentaje de bajas del mismo tipo en el caso de prisioneros de los nazis superó apenas el 1% (todo hay que decirlo los nazis se dedicaron sobre todo a exterminar judíos y rusos).

Viajemos ahora a finales de los años noventa hasta las zonas controladas por guerrilleros del UCK, el Ejército de Liberación de Kosovo. Se supone que los del UCK eran los “buenos”, los “nuestros”. Y eso que hablamos de un ejército esencialmente formado por combatientes musulmanes irregulares que a su vez integraba en su seno a combatientes internacionales venidos de diversos países. Aún así fueron apoyados por los estadounidenses, contra los serbios, pese a las extrañas relaciones del UCK con líderes integristas musulmanes y algunas mafias criminales. Simple realpolitik.

Volvamos a dar un salto en el tiempo y el espacio. En 2009 se filtró un vídeo grabado unos años antes donde se veía a un miembro de la casa real de Abu Dhabi torturando a un comerciante afgano ayudado por dos policías. En el vídeo se ve como sucesivamente: le dispara con una ametralladora alrededor, le obliga a comer arena, luego le da una paliza con una tabla, le mete algo por el ano, le echa gasolina en los testículos, les prende fuego y luego le pasa por encima con lo que parece ser un Mercedes. Todo mientras alguien grababa sin ningún problema para luego tener un recuerdo. Con el tiempo como digo el vídeo cayó en "malas manos" y salió a la luz levantando un escándalo pasajero, pero al final el sujeto en cuestión era un hermano del gobernante de Abu Dhabi y también presidente de los Emiratos Árabes Unidos, o sea de los “nuestros”, un aliado occidental, alguien civilizado.  

En fin. No hay una temática en la entrada de hoy. Además de esa sensación de deja vu que me producen muchas noticias internacionales y a la que ya aludía al principio de este texto, diría que la otra temática de estos caóticos párrafos es la sensación de que el progreso existe, esta ahí... pero el orden, la civilización, no son la norma única o el horizonte evolutivo inevitable, solo un pacto temporal y revocable que se da en ciertas zonas en ciertos momentos. Por eso tú que estás leyendo esto, abraza a tus seres queridos y se feliz mientras puedas, no te engañes, el limes frente a la barbarie existe, siempre existe, solo varía en su demarcación. A veces avanza, otras veces retrocede. Si estás dentro de sus barreras protectoras, si estás dentro de un círculo de unos cientos o miles de kilómetros donde se han impuesto más o menos claramente la paz, la tolerancia y un cierto estilo de vida cómodo... entonces disfrútalo. Cualquier día un evento personal azaroso o uno colectivo desgraciado puede romper el encantamiento y mostrarte cuan frágil es todo eso, cuan vulnerable, cuan dependiente de que nada malo ocurra entre las muchas cosas malas que pueden ocurrir.

Tampoco desesperes. Todo eso que tememos ya ha pasado antes y volverá a ocurrir. Valorar esta certeza como algo negativo o afrontarlo con actitud optimista y positiva depende de cada uno.


- Es solo una historia. La más antigua de todas.
- ¿Cuál?.
- Luz contra oscuridad.
- Bueno, sé que no estamos en Alaska, pero... me parece que la oscuridad ocupa mucho más territorio.
- Piensa que hubo un tiempo en el que solo había oscuridad. Si quieres saber mi opinión, la luz está ganando terreno últimamente.



2 comentarios:

  1. Genial artículo. Ya se le acumulan demasiadas promesas maese John

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    1. Prometo no prometer más.

      Aunque no se si podré cumplirlo.

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