miércoles, 25 de junio de 2014

"Marbellous" Tadema


Una historia es cierta... Una historia es falsa… Con el paso del tiempo, cada vez importa menos. Las historias que queremos creer son aquellas que sobreviven a pesar de los cambios, la transición y el progreso. Esas son las historias que dan forma al pasado. ¿Qué importa si al principio ya eran verdad?

Jack Rackham en “Black Sails” capítulo 10 de la cuarta temporada.



  

Ya lo he insinuado en varias entradas de este blog. La imagen que buena parte de la gente tiene en la cabeza sobre cómo eran la vida cotidiana, los vestidos, los casas o la decoración en el interior de dichas viviendas en épocas pasadas y muy remotas de la historia procede en gran medida de novelas, películas clásicas y series de televisión con ambientación de época, antes que de la lectura de libros de historia especializados.   

En esa línea otra fuente muy importante para identificar la “imagen del pasado” que el público masivo tiene en la cabeza es la pintura de época sobre todo del s. XIX. Eso es así por varias razones, primero porque debido a la confluencia de diversas tendencias artísticas e ideológicas en dicho siglo fueron muy frecuentes los temas pictóricos relacionados con los grandes héroes "nacionales" de tiempos pretéritos. A eso se añade que gran parte de los cuadros creados en ese contexto sirvieron –y aún sirven- para ilustrar multitud de libros de texto escolares o las revistas de divulgación histórica que se pueden encontrar en el kiosco de la esquina. Además, dado que esos cuadros poseían un tratamiento de los colores y la luz muy adaptable a los gustos de los encargados de fotografía en diversas películas, al final resulta también que ese tipo de pintura ha inspirado durante mucho tiempo a múltiples diseñadores de decorados y vestuario en diversas producciones fílmicas de ambientación "histórica", caso de la oleada de peplums de los años 50 y 60 del siglo pasado. Películas que -al menos hasta hace poco- a su vez han contribuido a cerrar el círculo y refrendar de cara al público masivo una cierta imagen de la vida cotidiana en los tiempos pretéritos que ha influido a múltiples generaciones hasta llegar a los padres o los abuelos de la actual.  

lunes, 16 de junio de 2014

Primary colors


Un cuerpo hermoso, en consecuencia, es tanto más hermoso cuanto más blanco es.




En una entrada anterior vimos lo inasibles que resultan para nosotros diversos aspectos del pasado remoto, así como algunos ejemplos de la pretenciosidad de nuestros esfuerzos a la hora de recrear dicho pasado. Hoy vamos a centrarnos en el color.

sábado, 7 de junio de 2014

El síndrome de Ramsés



      - Son ciertamente los mismos dioses quienes te enseñan a ser grandílocuo y a arengar con audacia, más no quiera el Cronión que llegues a ser rey como te corresponde por el linaje de tu padre. 

     - ¿Te enojarás acaso por lo que voy a decir? Es verdad que me gustaría serlo, si Zeus me lo concediera. ¿Crees por ventura que el reinar sea la peor desgracia para los hombres? No es malo ser rey, porque su casa se enriquece pronto y su persona se ve más honrada.   

[Antínoo, hijo de Eupites, y Telémaco, hijo de Odiseo, discuten con estas palabras en el Canto I de la Odisea].  




Ramsés II, faraón de Egipto, vivió desde el año 1303 antes de nuestra era hasta el 1213 aproximadamente. De esos noventa años nada menos que sesenta y seis los pasó ejerciendo de faraón y gobernando el país del Nilo, sin duda un hecho excepcional y positivo a corto plazo pues la continuidad en el poder del mismo monarca durante mucho tiempo permitió a Egipto vivir un largo período de estabilidad. Sin embargo, contra lo que se pueda pensar, a medio plazo tanta longevidad acabó resultando contraproducente.