Ahora
voy a salir, si veo a algún cabrón ahí fuera, le mataré, y si a
algún cabrón se le ocurre dispararme no solo le mataré a él sino que mataré a su mujer, a todos sus amigos, y quemaré su
maldita casa, ¿me habéis oído?
Clint
Eastwood, “Sin perdón”
Hace poco murió Mandela. En mi opinión Mandela fue quizás un gran hombre, pero ante todo fue un símbolo, un icono, un poco como el Che en otro contexto, y por tanto la explosión global de su figura a partir de los años 80 (antes de eso fuera de Sudáfrica poca gente sabía quien era) tiene mucho que ver con la cultura pop o los grandes macroconciertos contra el apartheid que se organizan en aquellos años con la figura de Mandela como catalizador. En este blog pocas veces voy a hablar de héroes conocidos, me gustan más los que agonizan a la sombra. Por ello hoy vamos a hablar de otro sudafricano, a su manera también importante para la historia del país, pero desde luego mucho más desconocido.
Empecemos por el principio
conociendo un poco el contexto. El racismo fue algo inherente a la ocupación
del territorio sudafricano por colonos blancos desde un principio, en ese primer
momento sobre todo colonos blancos de origen holandés (los afrikáner) quienes se asentaron en la zona a mediados del s. XVII.
No obstante en 1806, durante las Guerras Napoleónicas, la llamada Colonia del Cabo fue conquistada por los ingleses y más adelante (1815) el Congreso de Viena ratificó tal conquista pasando Gran Bretaña
ser la potencia hegemónica en la zona. Aunque los británicos no puede decirse que fueran unas "hermanitas de la caridad" en cuanto a su praxis colonial, ni desde luego levantaron su imperio decimonónico
en base al respeto de las culturas indígenas, sí que eran al menos partidarios
de mantener las formas. Así pues esa actitud racista abierta de los afrikáner
no encontró respaldo en las normas legales impuestas por los británicos en la
región. En parte esa disparidad de criterios sobre cómo organizar la sociedad, así como otra serie de cuestiones más serias en torno a la lucha por la hegemonía política desembocó en las dos Guerras de los Bóers que tuvieron lugar entre 1880 y 1902 y enfrentaron a los británicos con la población afrikáner del entorno. Tras ellas -y pese al triunfo británico en el plano militar- en 1910 el territorio de la actual Sudáfrica acabó consiguiendo ser reconocido como un dominio (básicamente una entidad autónoma y autogestionaria dentro del Imperio británico, a medio camino entre una colonia y un Estado libre). En adelante los políticos afrikáner insistieron en mantener una política de segregación racial, si bien no de forma oficial sí al menos de facto, aprovechando el debilitamiento del control británico y emitiendo normas internas para frustrar el desarrollo político y económico de la población negra. De esa forma, la presión afrikáner dificultó otorgar el sufragio a los negros y vetó que éstos asumieran cargos en la administración pública.
Pues bien, todas esas normas
segregacionistas y racistas, impuestas de modo semioficial por la presión
afrikáner, fueron llamadas el Pequeño Apartheid; el cual era una especie de apartheid primigenio, basado en la discriminación laboral y política de
forma un tanto informal, o extraoficial. El mismo, sin un refrendo oficial por parte de las autoridades, solo pudo ser implantado gracias a la fuerte
cohesión del grupo afrikáner a la hora de colaborar en bloque para hacer efectivas sobre el resto de población de la zona una
serie de normas y comportamientos racistas.

Es en ese contexto que los
nazis ponen en marcha la llamada Operación
Weissdorn. Para entender su propósito debemos pararnos a entender la
situación geopolítica de Sudáfrica, un país integrante de la Commonwealth que
pese a haber combatido a los británicos hasta 1902 luchó con ellos en la Iª
Guerra Mundial. Tras eso, pese a que buena parte de su población compartía las
visiones racistas nazis (aunque en el caso Sudafricano eran los negros y no los
judíos, por razones obvias, el objeto de todas las persecuciones), se aprestaba
a combatir de nuevo en la IIª Guerra Mundial en el bando aliado, codo con codo
con los británicos.
A mediados de 1941, en junio, Leibbrandt desembarcó furtivamente en la costa de Sudáfrica
bajo una identidad falsa dispuesto en cierta forma a poner en marcha una operación audaz al estilo de
la que años después protagonizó Fidel Castro en su ascenso al poder.
En su caso inmediatamente formó un Partido nazi en la clandestinidad a la vez que
reclutaba algunas docenas de partidarios con los que intentó formar una milicia
paramilitar a la cual empezó a instruir en técnicas de guerrilla urbana.
Desafortunadamente para él
precisaba tiempo para estar listo y reclutar una masa de partidarios
suficiente. Sin embargo sus esfuerzos fueron parados en seco por dos insignificantes policías. Claude Sterley era un sargento de policía local que había sido
boxeador como Leibbrandt. Aunque no había llegado a destacar en ese deporte su pasado como boxeador le sirvió para reconocer inmediatamente a Leibbrandt pese a la tapadera que le proporcionaba su documentación falsa. Por su parte el verdadero héroe de esta historia (que no es Leibbrandt por si se lo estaban planteando) fue otro agente llamado Jan Taillard quien fingiendo ser un simpatizante nazi logró infiltrarse como voluntario en la célula durmiente que estaba formando Leibbrandt. Merced a su trabajo como agente encubierto las autoridades descubrieron lo que tramaba Leibbrandt y, más importante, el momento oportuno para detenerlo durante un desplazamiento clandestino fuera de Pretoria que Leibbrandt pretendía realizar en diciembre. Así, gracias al soplo de Taillard, Sterley logró detener a Leibbrandt por sorpresa y sin derramamiento de sangre en un momento en que estaba solo y desprotegido por sus seguidores, abortándose de esta manera todo el proyecto de golpe de Estado antes de que Leibbrandt hubiera tenido tiempo de formar y reunir
a su milicia o encabezar algún tipo de pronunciamiento público que pusiese
definitivamente en marcha la conspiración.
Después de todo eso Leibbrandt fue
juzgado y más adelante condenado a muerte por alta traición en 1943. Pese a todo su juicio gozó de ciertos paralelismos con el juicio de Hitler tras el "putsch"
de Munich en el sentido de que el acusado disfrutó durante el mismo de las simpatías por parte del público
y de cierta comprensión de los jueces. En parte debido a ello y en parte debido a que Leibbrandt era muy popular y su familia contaba con importantes conexiones políticas pronto su
sentencia fue conmutada por cadena perpetua. En 1953 se estableció también la segregación completa en la educación para todos sus niveles. A partir de 1954 los negros no podían tampoco ocupar posiciones en el gobierno y no podían votar excepto en algunas aisladas elecciones para instituciones segregadas; no podían habilitar negocios o ejercer prácticas profesionales dentro de las áreas asignadas específicamente para los blancos; el transporte público era totalmente segregado; finalmente los edificios públicos y los hospitales pasaban a tener accesos diferentes para blancos y negros. Además en adelante los servicios públicos habilitados en las zonas de población negra pasaron a ser siempre de peor calidad, sobre todo la educación, y por otra parte el costo de acceder a la educación universitaria se convertía en prohibitivo para una familia negra que no podía sino desempeñar los trabajos peor pagados dentro de la escala laboral.
De esta forma tras su liberación Leibbrandt se reintegró tranquilamente en la vida civil, se casó con una admiradora adolescente
que se había enamorado de él mientras estaba en la cárcel y en adelante se
dedicó a los negocios, a escribir su autobiografía, así como a la política a la
cabeza de una nueva organización reaccionaria, en este caso el Frente de
Protección Anticomunista sudafricano. Murió en 1966 moderadamente rico y famoso. 
El apartheid entra dentro de la categoria de golpe de EStado. La ley fundamental sudafricana exigía mayoria de dos tercios para cambiar la ley electoral. Fuente la Encarta, El Partido Nacional intento quitar los derechos electorales para negros y colorados en las eleciones de 1953 y jueces honrados la declararon ilegales esa reforma. Nuevas elecciones y repetición de la paradoja de 1948 en las que el partido Nacional gano en votos, que no en escaños. Y para las elecciones de 1958 consiguieron que nuevos jueces declarara esa reforma legal. Haciendo un golpe de EStado legal. Nuevos jueces reformaron la ley electoral, que no cumplia mayoria de dos tercios exigida por la Constitucion sudafricana. Sobre elecciones vease la wikipedia,.
ResponderEliminarBuscando información sobre Leibbrandt he encontrado este blog. Muy buena reseña biográfica de este personaje, felicidades.
ResponderEliminarPrimero, el apartheid aprovechó el racismo negro de los zulúes, que siguen en ello, pero éste es otro tema.
ResponderEliminarSegundo, impusieron una variedad las leyes raciales de Nuremberg, aprovechando el clima de guerra fría.
Además, la peli que citas al final anda en cineclasicodcc.com
Finalmente, falta ahí un buen pedazo pero que muy interesante de historia. Hay un personaje detrás de todos esos sucesos citados: Canaris, el jefe de la Abwehr, la agencia de espionaje y contraespionaje.
Canaris no era una perita en dulce. Probablemente fue responsable del asesinato de los dirigentes espartakistas Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, pero era un conservador al que le interesaba pertenecer a la clase alta germana y evitar que esta dejara de tener la influencia que sigue teniendo. Así que apoyó el ascenso del Adolf hasta que en 1939 vio en persona la violencia desatada tras invasión de Polonia. Asistió a las atrocidades cometidas por los Einsatzgruppen de Heydrich y le sublevó no sólo ver a Varsovia destruida (se cuenta que lloró), sino la ejecución de la nobleza y clero polacos, a quienes tenía por iguales. Iba a comunicarlo directamente a Hitler cuando Keitel le dijo que aquellas atrocidades habían sido ordenadas por Hitler y que más le valía olvidar el asunto.
Desde entonces mantuvo una resistencia y contactos con los británicos. Sin ánimo de desmerecer la labor de los criptógrafos de Bletchley Park, Canaris se encargó de hacerles llegar todo tipo de información sensible mediante gente a la que facilitaba la evasión, en particular, judíos.
Uno de los métodos que empleó para conspirar contra el III Reich fue el entrenamiento de imbéciles cuyas redes dejaba caer mediante soplos oportunos.
Robey Leibbrandt cae en esta categoría. Canaris despreciaba a los atletas. Los tenía por imbéciles. “Carne de catre”. El tipo sería un peso pesado en el ring, pero se ve que era idiota. Baste ver el tipo de bigotín que se dejó crecer. Menuda tapadera. Difícil no darse cuenta de qué pie cojeaba. Hasta se puso a hacer el saludo fascista ante el tribunal.
Por cierto, los jueces le condenaron a la pena capital. Quien le conmutó la pena fue el primer ministro Jan Smuts, para evitar convertir al idiota en un mártir en aquellos tiempos de guerra y contribuir al esfuerzo bélico con suministros y tropas.