Te
contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses
nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada
instante nuestro podría ser el último. Todo es más hermoso porque
hay un final. Nunca serás más hermosa de lo que eres ahora, nunca
volveremos a estar aquí.
Brad
Pitt en “Troya”

Hace
tiempo que os tengo abandonados, pero no desesperéis, el blog no va
a desaparecer, simplemente al depender de una única persona la
publicación de entradas sufre los altibajos que toda común y vulgar
vida humana experimenta. Tal es así que, si lo pensáis, este período de vacas flacas que ha
atravesado el blog tarde o temprano tenía que ocurrir. Era inevitable. Fueron casi cinco
años y medio (un día de estos tengo que organizar una especie de
aniversario del blog) primero publicando una entrada casi cada semana
y luego una entrada cada mes. Algunas de ellas bastante notables, lo
digo con orgullo, así que ya tocaba un descanso que en este caso ni
siquiera ha sido descanso porque el silencio se ha debido más bien
al exceso de trabajo que a la ausencia del mismo. Es la impertinencia
de tener que luchar en esa jungla que es la vida para hacerse con los
recursos suficientes para comer cada día y pagar las facturas. Tal fastidio resulta inevitable pero poco a poco hace mella en la capacidad creativa e incluso en el ansia de ejercer tal cosa. A fin de cuentas la más
poderosa censura de la historia siempre ha sido la vulgar obligación de tener que ganarse la vida para, solo así, luego poder disfrutar durante
unos instantes del funesto vicio de
pensar.
Dicho
lo anterior a modo de liviana disculpa os informo que para mi regreso voy a
escoger algo fácil, un clásico hilo de fotos antiguas
que tanto me gustan a mí pero no tanto a vosotros, lo se. En todo caso
intentad disfrutar de esta pequeña recopilación de hoy hasta que
nuevas entradas permitan recuperar el ritmo a la página, esperemos
que sin necesidad de esperar otros casi cuatro meses.