Te
prometo que en la exposición no habrá ninguna de esas espeluznantes mujeres
desnudas de la Polinesia francesa que mostraron el año pasado. Estrictamente
floreros con lirios y paisajes marinos o similares. Creo que los organizadores
aprendieron una dura lección.
“The Knick”, episodio octavo.
En castellano el título de esta entrada podría traducirse en algo así como “Arte
Bombero” en base a un juego de palabras dentro del idioma francés que en su origen aludía a las pinturas de Jean
Louis David. La explicación es que en los cuadros de David aparecían frecuentemente soldados ataviados con cascos similares a los
que por aquellos tiempos usaban los primitivos equipos de bomberos en el país galo, un hecho que no pasó desapercibido para los detractores de las obras de David y de sus imitadores o discípulos. Por todo ello con el tiempo el uso del término pompier en el campo de la crítica de arte derivó dentro de Francia en una forma de referirse despectivamente a los clichés que solían aparecer en las pinturas historicistas en general. Además en el idioma francés dicha palabra, cuando la usamos como adjetivo y no como sustantivo, significa ni más ni menos que "pomposo”. Y todo ello junto explica por qué ese
apelativo degradante se popularizó, evidentemente gracias a sus críticos, de
cara a denominar un tipo de pintura académica francesa decimonónica centrada en temas históricos y alegóricos.
A fin de cuentas las anteriores eran temáticas que empezaban a dejar de estar de moda en Francia por entonces (al contrario que en Inglaterra donde ese tipo de pintura continuó más tiempo vigente). Hay que tomar en consideración asimismo que a medida que el s. XIX avanzaba aproximándose a su final también la técnica empleada por los pintores pompiers comenzaba a ser considerada obsoleta entre sectores de la crítica de arte debido a la influencia tanto de los pintores realistas de aquel tiempo, centrados en temáticas sociales, como de algunas vanguardias, fundamentalmente los pintores impresionistas. De tal forma al mencionar el Art Pompier hablamos de un tipo de arte eminentemente académico, orientado hacia el consumo burgués y que ya en su momento era valorado como pretencioso o presuntuoso por buena parte de su público potencial.
A fin de cuentas las anteriores eran temáticas que empezaban a dejar de estar de moda en Francia por entonces (al contrario que en Inglaterra donde ese tipo de pintura continuó más tiempo vigente). Hay que tomar en consideración asimismo que a medida que el s. XIX avanzaba aproximándose a su final también la técnica empleada por los pintores pompiers comenzaba a ser considerada obsoleta entre sectores de la crítica de arte debido a la influencia tanto de los pintores realistas de aquel tiempo, centrados en temáticas sociales, como de algunas vanguardias, fundamentalmente los pintores impresionistas. De tal forma al mencionar el Art Pompier hablamos de un tipo de arte eminentemente académico, orientado hacia el consumo burgués y que ya en su momento era valorado como pretencioso o presuntuoso por buena parte de su público potencial.
Sus principales
exponentes fueron Alexandre Cabanel (1823-1889) y William
Adolphe Bouguereau (1825-1905). Junto
a ellos podríamos considerar también como integrantes de este grupo a otros
pintores historicistas y academicistas franceses del período, sobre todo algunos
interesados en la temática orientalista, caso de Gustave Boulanger (1824-1888) y
sobre todo de Jean Leon Gerome (1824-1904). Con la particularidad de que varios
de ellos eran a su vez discípulos de Paul Delaroche (1797-1856) un pintor muy
interesante porque su obra en parte fue una síntesis de la pintura
neoclásica y la romántica.
No obstante, de cara a entender la inquina que en
paralelo a su éxito llegó a despertar la obra de estos autores, necesitamos saber algunas cosas sobre el llamado Salón de París, una exposición de arte organizada anualmente por la
Academia de Bellas Artes de París a partir de 1725. Casi desde entonces y hasta finales del s. XIX el Salón de París fue el
acontecimiento artístico más importante del mundo, el que marcaba las
tendencias y consagraba o hundía carreras de pintores. Ahora bien, avanzado el s. XIX
cada vez resultó más claro el conservadurismo de los artistas que resultaban
premiados en el Salón y, por consiguiente, el propio conservadurismo de la
Academia de Bellas Artes a la hora de escoger tanto a los artistas con derecho
a exponer sus cuadros en el certamen como a los premiados al final del mismo.
Muy significativo resulta el año 1863 durante el cual el jurado del Salón
(presionado por Cabanel y Bouguereau) rechazó un número inusualmente alto de
obras y en especial todas las de Manet. Como resultado hubo protestas y se creó
un Salon des Refusés (Salón de los Rechazados) cuya inauguración
el 17 de mayo de
1863 marcó el nacimiento de las "vanguardias". A partir de ahí, durante la siguiente década, los pintores "impresionistas" empezaron a celebrar sus propias exposiciones públicas. De esta forma el malestar con la Academia y su control del Salón
de París llevó a que en 1881 el Gobierno francés retirase el patrocinio oficial al
Salón. Como respuesta se formó una Société des Artistes Français
para que se hiciera cargo de recoger el testigo, si bien la mayor parte de sus
integrantes eran pintores académicos bien relacionados, lo que por tanto no
contribuyó a calmar el malestar de aquellas escuelas de pintura que se sentían
excluidas o menospreciadas.
Por todo ello en diciembre de 1890 el líder de dicha Société, William-Adolphe Bouguereau, se vio obligado a plantear la idea de que el Salón debía ser una exposición
de artistas jóvenes, aún no premiados. Pero Ernest Meissonier, Auguste Rodin y
otros rechazaron su propuesta, se escindieron y crearon a su vez la Société
Nationale des Beaux-Arts (“Sociedad Nacional de Bellas Artes”) que desde
1899 organizó su propia exposición, llamada Salon de la Société Nationale
des Beaux–Arts y, abreviadamente, Salon du Champs de Mars.
Posteriormente, a finales de octubre de 1903, un grupo de pintores y escultores
liderados por Renoir y Auguste Rodin organizaron el Salón de Otoño (Salon d'Automne) contando asimismo con la colaboración de
artistas como Matisse. Los
primeros éxitos de la iniciativa fueron una exposición sobre Gauguin ese
mismo año y otra que dio a conocer el Fauvismo en 1905, seguida de una exposición en torno
a la obra de Cézanne en 1907, hasta culminar todo ello en la exposición de
1910 que sirvió para familiarizar al público con el Cubismo.
En ese momento podemos considerar que se completó un proceso. La
Academia de Bellas Artes y a través de ella el Salón de París habían estado
controlados casi desde su fundación por unas élites intelectuales esencialente
conservadoras, no solo en cuanto a su ideología política sino también respecto
a su visión sobre el arte. Por ejemplo Alexandre
Cabanel, que era uno de los artistas preferidos de los emperadores Napoleón III y Eugenia de Montijo y un enemigo jurado de Manet, fue en 17 ocasiones miembro del jurado del Salón de París del cual recibió la medalla de
honor en tres ocasiones, en 1865, 1867 y 1878.
Pues bien, durante la segunda mitad del s. XIX dichas élites artísticas intentaron
desde su posición de privilegio obstaculizar el ascenso de diversos creadores
jóvenes (a los que se referían con desprecio usando el apelativo de barbouilleurs o "embadurnadores") los cuales hacían
gala de un nuevo estilo de pintura y en general de una visión distinta de la
pintura completamente alejada de los postulados académicos tradicionales. El mismo Cézanne cuando fue rechazado
de la convocatoria anual de la Academia manifestó haber sido “excluido del
Salón Bouguereau”.
Pero ese intento de frenar lo inevitable fracasó y con el
tiempo esos nuevos movimientos artísticos crearon sus propios certámenes a
través de los cuales exponer sus obras y así poco a poco lograron hacer calar
sus ideas entre público y crítica.
En todo caso, a mí, estos últimos artistas, hoy más
conocidos y respetados, ni me gustan ni me interesan. Así que en este caso
concreto, y sin que sirva de precedente, voy a manifestar que mis simpatías se
decantan por un montón de rancios machistas pretenciosos, clasistas y ultraconservadores que, pese a todo, pintaban cosas que a mí me gustan. Y como este es mi blog y con
él hago lo que quiero pues os dejo con una selección de imágenes de algunos
cuadros de esta gente. Estos “pomposos” perfectamente incrustados en el
“sistema” que se dedicaban a pintar mujeres desnudas y escenas históricas grandilocuentes e
impolutas completamente al margen de la realidad social o de los movimientos
más modernos y de vanguardia de su tiempo. Cuadros en algunos casos
especialmente del gusto de mafiosos rusos o dueños de burdeles extremeños, lo
admito.
Pese a todo la obra de muchos de esos autores, en su tiempo reputados pero más adelante vituperados por la crítica de arte del s. XX, está recuperando hoy en día cierta valoración, a lo cual yo pretendo contribuir desde mi
patética insignificancia. En relación con ello os dejo, bajo estas líneas, una pequeña selección de obras
de Paul Delaroche, que es el precedente directo de muchos de esos autores que me interesan, así como algunas imágenes de obras de Bouguereau,
Boulanger, Cabanel o Couture, y finalmente también algunos cuadros que todavía no os había enseñado
de Jean Leon Gerome. A ese respecto diría que Ingres-Delaroche-Gerome son mi
Santa Trinidad de la pintura francesa del XIX. Por eso en parte espero que os guste la galería de imágenes que he preparado.
[Como siempre dando click en la imagen podéis
observarla a mayor tamaño y si dais a guardar debería aparecer por defecto
información sobre el autor de la obra y el título de la misma].
Siempre interesante, siempre pedagógico.
ResponderEliminarComparto su gusto por estas pinturas
ResponderEliminarTe felicito por la entrada y especialmente por el penúltimo párrafo, que comparto plenamente, juás juás!
ResponderEliminarMi favorito es Ingres.
Las primeras salas del Orsay son una auténtica gozada: Ingres, Gerôme, Couture –y su brutal “Romains de la décadence” de casi 5x8m--, Amaury-Duval, Chassériau, Regnault, Laurens…
Y tienen las dos versiones de la “Naissence de Vénus”, la de Cabanel y la de Bouguereau (quienes, por cierto, compartieron como profesor a Picot, que mantuvo la tradición neoclásica en la École des Beaux-Artes hasta mediados de siglo, un dato a tener muy en cuenta respecto al estilo de estos dos pájaros).
Y con quien también me quedo es con Meissonier, grande entre los grandes, y de quien el Orsay posee el hipnótico y escalofriante “Campagne de France 1814”.
He encontrado tu blog por casualidad buscando materiales y buenas imágenes para mis alumnos de bachillerato. Me ha gustado esta entrada y espero tener tiempo para seguir leyendo otras. Me gustaría poder compartir este enlace en concreto en mi plataforma de trabajo en clase, ¿sería posible? Muchas gracias y enhorabuena.
ResponderEliminarSin problema. Adelante.
EliminarCurioso el arte pompier, sobre este tema hay un excelente estudio de estos artistas en el libro de Charles Rosen y Henri Zerner " Romanticismo y Realismo, los mitos del arte del s.XIX ", en su capítulo " El juste milieu y Thomas Couture.Thomas Couture fue uno de los maestros de Manet y un exponente de esa pintura en el medio de las opciones más extremas( romanticismo de Delacroix y clasicismo de Ingres, si es que alguien se cree que Ingres fue un clásico ...). Sus imágenes han sido hábilmente explotadas en el cine y en el cómic.A pesar de todo ello, pueden ser difíciles de digerir, en especial Bouguereau, y más de aguantar.Fueron admirados por artistas de la Vanguardia, como Van Gogh, al que le gustaban Meisonnier y Gérome.
ResponderEliminarYo no generalizaría tanto ni compararía al arte pompier con las mafias rusas o o los buerdeles extremeños (¿porqué no un cabaret de París, que es más "fino" pero básicamente lo mismo?).
ResponderEliminarPero como dices este es tu blog y puedes decir lo que quieras. De la misma manera, soy un lector que encontró esto en la "nube" y puedo opinar. Saludos cordiales.
Agradezco y comparto tu gusto por el arte de los conservadores pomposos.
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