Aprender historia quiere
decir buscar y encontrar las fuerzas que conducen a las causas de las acciones
que escrutamos como acontecimientos históricos. Fue quizá decisivo en mi vida
posterior el tener la satisfacción de contar como profesor de Historia a uno de
los pocos que la entendían desde este punto de vista, y así la enseñaban.
Todavía hoy me acuerdo con cariñosa emoción del viejo profesor que, en el calor
de sus explicaciones, nos hacía olvidar el presente, nos fascinaba con el
pasado y, desde la noche de los tiempos, separaba los áridos acontecimientos
para transformarlos en viva realidad. Nuestro fanatismo nacional, propio de los
jóvenes, era un recurso educativo que él utilizaba a menudo para completar
nuestra formación más deprisa de lo que habría sido posible por cualquier otro
método. Este profesor hizo de la Historia mi asignatura predilecta. De esa
forma, ya en aquellos tiempos, me convertí en un joven revolucionario.
Adolf Hitler
Podría decirse que a fin de cuentas la Historia del Arte se reduce a una alternancia sin fin entre períodos donde
predomina la abstracción (como en caso del arte egipcio, el arte medieval europeo,
el arte precolombino mesoamericano o el arte contemporáneo occidental) y otros
donde se impone la tendencia hacia un realismo creciente en las representaciones (caso del Renacimiento o el Realismo socialista, estilos que básicamente consistían en idealizar y sublimar la "realidad",
pero al menos partiendo de representaciones naturalistas de las personas y los
objetos).
De igual forma la historia política de las sociedades en el fondo puede resumirse en torno a la pugna eterna entre dos elementos: las tendencias conservadoras, en ocasiones hasta el
punto de lo reaccionario, por oposición a las ideas progresistas, las cuales en determinadas coyunturas pueden alcanzar el
grado de revolucionarias. Bajo ese prisma la historia de los últimos siglos se reduce a una eterna tensión dialéctica entre los partidarios del
mantenimiento del status quo, o incluso la involución con el objetivo de recuperar un supuesto idílico
pasado, frente a los defensores del cambio a través de la reforma, o la ruptura violenta si es preciso. Según épocas unos u otros han ostendado la hegemonía y a ese respecto, no se si os habéis
dado cuenta, estamos atravesando un período de repunte y readaptación del
ideario conservador después de unos años en que, debido a las consecuencias de
la crisis económica del 2008, parte de sus postulados parecían desacreditados.